La autoridad primera reside en las personas y pueblos
(Agustín Ortega).- Esto de la crisis viene clamando al cielo desde que empezó. Hagamos memoria de la realidad histórica, que nos va descubriendo la verdad real.
Unos pocos ricos y poderosos, banqueros y directivos de multinacionales, que desde que provocaron la estafa de la crisis: se vienen enriqueciendo más, a costa de expoliar el mundo con sus bienes y recursos, arruinando países, economías y al estado social de derechos. Este desfalco de dichos magnates y ejecutivos, con la complicidad de gobiernos del mundo-en especial del Norte enriquecido-, es ejecutado a través del inmoral sistema capitalista y su inhumana ideología del neo-liberalismo. Lo que ha convertido al planeta en un autentico casino. En donde se especula y comercia con la vida, dignidad y derechos de personas y pueblos en función del ídolo del mercado y del beneficio o capital.
No contentos con dicho robo a mano armada-financiera, los mercados, es decir, esta banca y empresas multinacionales con su financiarización de la economía de especulación y usura: pide más madera para seguir quemando la vida humana y el planeta; y los gobiernos dicen «a sus ordenes mi capital», concediendo en repetidas ocasiones créditos y préstamos multimillonarios a esta banca, causante y beneficiaria de esta impostura de la crisis. La cual, tiene al borde de la desesperación y de la muerte a la mayoría de la humanidad. Con esta ingente cantidad dinero que se ha dado a la banca, se podía haber acabado fácilmente con el hambre y la pobreza en el mundo, haber creado empleo y desarrollo social, etc. Y esto no es demagogia, amigos contertulios radiofónicos, es la desnuda realidad. En donde vale más el mercado, la banca y la bolsa que la vida y dignidad de las personas.
Y ya, para colmo de injusticia de esta crisis, todo lo anterior ha provocado que los estados se hayan supuestamente endeudado y arruinado. Pasando (esto sí que real) la factura de dicha deuda en «solidaridad con la pobrecita banca«: a los ciudadanos y pueblos, en forma de políticas de recortes. Esto es, de desfalco del estado social de derecho-s, que fue fruto de la entrega y el compromiso de tantas personas y movimientos sociales, que dieron su vida para que se reconocieran estos derechos humanos y sociales. Y que en la actualidad son poco más que papel mojado. Ya se sabe lo que es esto del capitalismo: se privatizan las ganancias, se socializan las perdidas; pero tranquilos, que para eso está la beneficencia paternalista de ayudas. A saber, donaciones y cenas, tómbolas y sorteos benéficos, donaciones, míseras prestaciones o subsidios….y demás asistencialismo barato, humillante e interesado. Lo que mantiene y encubre a este sistema inmoral e injusto del capitalismo. ¿Conocen aquel antiguo refrán popular, verdadera sabiduría de los pueblos: «Don Juan de Porres, de caridad sin igual, primero hizo los pobres y después el hospital»?
Examinen si no ONGs, Fundaciones, Universidades, la responsabilidad social corporativa, servicios sociales, etc. Y verán que la presunta solidaridad con los pobres, en muchas ocasiones, viene de aquellas entidades como empresas multinacionales y banca: que son las causantes principales de esta injusticia social del empobrecimiento, hambre y exclusión social en el mundo. ¡Cuanta hipocresía y fariseísmo interesado! No queremos generalizar ni hacer maniqueísmo o purismo extremo. Claro, hay de todo en la viña del Señor, y también, en especial, mucha solidaridad y compromiso social admirable en estas mismas ONGs, fundaciones y entidades de todo tipo. Pero lo anteriormente denunciado es una verdad constatable como un templo, de lo que conviene, en la medida de lo posible, irnos liberando.
Sí, queridos amigo/as, esto de la crisis, ya cuasi eterna- inherente a la naturaleza corrupta del capitalismo-, parece como una pesada broma o un cuento de ficción. Pero conocemos que, desgraciadamente, es una pesadilla real, la cruda realidad, de la que quisiéramos despertar lo antes posible. No es extraño que en todo este tiempo, la indignación de las personas y ciudadanos, movimientos sociales y pueblos sea como el alma (en pena unas veces y otras con alegría) que recorre todo el mundo, con clamores de justicia, dignidad y democracia real, que resuenan en lo más profundos de nuestras conciencias y corazones. En los países árabes, en España, en Estados Unidos…, por todo el mundo, una marea de indignados, con sus fallos y aciertos, pero con (la) razón´- la del sufrimiento de los pobres, excluidos y víctimas, lugar de la verdad real-, exigen y se suman a ese ya viejo sueños de otro mundo posible, que parece que nunca llega. Pero que, desde hace ya un tiempo, muchos soñamos y luchamos, con esperanza, para que haya una globalización más justa y solidaria, pacífica y sostenible, frente a la del capital y la guerra, las estafas de la crisis y el ecocidio.
Como se observa, la inmoralidad y corrupción de la crisis capitalista ha puesto, una vez más- como estamos teniendo oportunidad de ver estos días en nuestro país-, en cuestión la constitutiva realidad ética o moral de la vida, de la sociedad y del mundo. Realidades esenciales de la vida de las personas, como la economía y la política, los bienes o lo gestión de lo público, etc. salen a la luz y a debate, en los medios de comunicación y redes sociales. Por lo que se hace necesario una buena cultura y acción-formación ética, social y política que de sólidos y fundados argumentos. Gracias a Dios, el legado moral y social que nos ha donado la sabiduría o cultura de tantas personas, pueblos y autores es un fecundo caudal de aguas vivas en las que beber permanentemente. Especialmente, creemos, desde la fe y la cultura que el cristianismo nos ha regalado, y que es patrimonio de toda la humanidad.
Efectivamente, inspirados por el Evangelio de Jesús, ya desde la Edad Antigua en nacimiento del cristianismo, con los conocidos como Padres de la iglesia, los griegos como Juan Crisóstomo y los Capadocios, o los latinos como San Ambrosio o el admirable San Agustín. Pasando, en la Edad Media, por San Antonio de Padua, San Buenaventura o el genio de Santo Tomás de Aquino. Ya en la Edad Moderna, con el renacimiento y humanismo de Santo Tomás Moro y San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, Francisco de Vitoria, la Escuela de Salamanca y Bartolomé de las Casas, Francisco Suarez, San Vicente de Paul y San Alfonso María de Ligorio, etc. En esta época, también conviene mencionar la conocida como ilustración, de clara inspiración cristiana, con filósofos como Rousseau, Kant y Hegel. Hasta llegar a la Edad Contemporánea, con León XIII y el nacimiento y desarrollo de la conocida como Doctrina Social de la iglesia, que tiene un momento clave en el Concilio Vaticano II. O con el personalismo con autores como Maritain y Péguy, Mounier y Rovirosa, Marcel y T. de Chardin, el mismo Juan Pablo II, o Zubiri y Ellacuría junto a la filosofía y teología latinoamericana.
Estos santos, doctores de la iglesia y autores, testimonios y pensadores ya clásicos, en dialogo con lo mejor de la historia de la cultura y de la filosofía, nos han regalado un mensaje y enseñanza o pensamiento ético-moral y social, que es más vivo y actual que nunca. Y que a continuación sintetizamos, en una serie de principios y claves éticas, sociales y políticas que son esenciales para acabar con la crisis y la injusticia actual.
– Lo espiritual y ético debe orientar todo el proceso y dinamismo de la vida pública y social, económica y política. La política está al servicio del bien común, estos es, para realizar las condiciones humanas y sociales que desarrollen integralmente a las personas y pueblos. Donde la política económica debe servir a la satisfacción de las necesidades básicas y esenciales de las personas, de las comunidades y países. Como se observa, la vida, dignidad y derechos de las personas están por encima de cualquier política y economía, que debe servir a todos los seres humanos. De lo contrario, se convierten en los ídolos del poder y la riqueza, que sacrifican la vida de las personas y pueblos en el altar del mercado o del estado.
– Los bienes y recursos son dados para toda la humanidad y, por tanto, tienen un destino común y universal para todos los seres humanos, que está por encima de la propiedad (privada). La justa distribución de los bienes es el principal derecho, al que está subordinado el derecho propiedad, que no es absoluto e intocable. La propiedad tiene un carácter social, y solo es legítima (moral) en la medida que procura este destino y uso universal de los bienes.
– De ahí que la riqueza, el ser rico es inmoral e inhumano. Ya que lo ético y humano o solidario es el compartir los bienes, no solo de lo que nos sobra (lo superfluo) sino hasta de lo que necesitamos para vivir. Por eso, al compartir y distribuir los bienes con los pobres: les restituimos en justicia lo que les pertenece y es suyo, no nuestro, debido a su dignidad y derechos violados. Así, los pobres o los que ejercen la solidaridad con los pobres, por su misma necesidad y derecho a la vida: pueden tomar los bienes de los otros, sin que sea considerado robo o ilegal. Al contrario, es moral y su derecho el apropiarse de los bienes de los otros y que se encuentran en la sociedad, cuando así lo exige su necesidad y vida digna violada.
– Este destino y socialización comunitaria de los bienes y recursos se ejerce, en especial, en la vida económica y laboral. Mediante la prioridad del trabajador-a y su dignidad por encima del capital. Con unas condiciones socio-laborales decentes, por ejemplo, un salario justo para el trabajador-a y sus familia. A través de la co-gestión y co-propiedad de la empresa, en una economía social y democrática. Y demás mediaciones para una democracia económica.
– Asimismo, es inmoral toda especulación económica (financiera y bancaria, inmobiliaria y comercial…) y usura, donde haya créditos, hipotecas, intereses, etc. que sean abusivos, especulativos e injustos. La economía -con el comercio y las finanzas- debe ser real, no especulativa, al servicio de la creación de empleo y del desarrollo social y sostenible.
– La autoridad primera reside en las personas y pueblos. Y cuando los gobernantes y leyes no sirven al bien común y a dichos principios éticos expuestos: la sociedad civil tiene el derecho y el deber moral de dotarse, pacíficamente, de otros gobiernos y leyes. Un gobierno que no promueva la justicia y la paz puede ser legal, pero no es legítimo (no es moral).
Vemos pues que fecundidad liberadora y transformadora tienen este legado espiritual y ético. Nuestra esperanza de que lo prosigamos, en memoria de esta pasión por la justicia, la paz y el desarrollo sostenible. Frente a esta crisis capitalista y cualquier otra injusticia.