El santuario volvió a quedarse pequeño ante la devoción de los fieles
El obispo de Huelva, José Vilaplana, abrió esta madrugada el Año Jubilar en El Rocío animando a los fieles a vivir este periodo de gracia con plenitud, al mismo tiempo que propuso a la Virgen del Rocío como «compañera en la marcha, guía en las encrucijadas, albergue en el camino, sombra en el calor, luz en la oscuridad, consuelo en el desaliento y firmeza en sus propósitos; para que por tu guía lleguen al término de su camino y enriquecidos de gracias y virtudes los peregrinos, lleguen ilesos a sus casas llenos de saludables virtudes«. Con estas palabras abrió el obispo el Año Jubilar en la ermita rociera.
Durante la misa, los priostes coincidieron en la importancia que desde un punto de vista espiritual tiene el peregrinaje. «Te reconoces como pecador y buscas el perdón de Dios a través de un recorrido interior donde la fe mueve a encontrar la redención», dijeron. Vilaplana resumió el sentido del Jubileo en un «tiempo de gracia que Dios nos regala, nos acoge y renueva».
Pero la devoción a la Patrona almonteña no se circunscribe a las fronteras locales, como quedó demostrado en el acto litúrgico. Aunque la práctica totalidad de municipios de la provincia sacaban en procesión a su Patrona, la aldea bullía de calor humano, delatando el carácter excepcional de la jornada. Casas abiertas, restaurantes llenos y un continuo goteo de fieles caminando a un Santuario que volvió a quedarse pequeño, por lo que muchos devotos que siguieron la misa fuera.