Su nombramiento como obispo fue un servicio muy importante para la Iglesia, un servicio de apertura, de diálogo, con una pastoral muy espiritual y profunda, pero al mismo tiempo cerca de la gente
Aunque los sectores más conservadores pretenden descalificarlo como hereje o, al menos, como heterodoxo, el propio Papa calificó al difunto cardenal Carlo Maria Martini de «hombre fiel y generoso». Y, ahora, el «Papa negro», Adolfo Nicolás, prepósito general de la Compañía de Jesús, le consagra como «un hombre libre y creativo» y que, por supuesto, deja huella.
En una entrevista a la revista Popoli, de lo jesuitas italianos, el General de los jesuitas asegura que «el cardenal era un hombre que tuvo una enorme influencia, no sólo en la Iglesia y en la Compañía de Jesús».
Y añade: «Como se sabe, nosotros los jesuitas no estamos muy contentos cuando uno de nosotros se convierte en obispo. La idea de San Ignacio era que podíamos servir mejor a la Iglesia sin asumir puestos, para ser más libres en el trabajo. El caso de Martini es uno de los que, a largo plazo, es evidente que su nombramiento como obispo fue un servicio muy importante para la Iglesia, un servicio de apertura, de diálogo, con una pastoral muy espiritual y profunda, pero al mismo tiempo cerca de la gente. Es por ello que, por ejemplo, muchos jóvenes iban al Duomo de Milán a rezar cuando organizaba encuentros de «lectio divina».
También fue un hombre muy creativo que puso toda su preparación, su espiritualidad y su conocimiento de la Biblia al servicio del pueblo de Dios. La fuente de su creatividad nacía del hecho de que era un hombre muy atento a los problemas de los demás, libre de las preocupaciones de sí mismo.
Y para ilustrar esta libertad repleta de creatividad del purpurado milanés, Adolfo Nicolás recurre a un ejemplo. «Recientemente, he leído una biografía de Steve Jobs. Sostenía que su punto de partida era ocuparse siempre de las peticiones de los clientes, más que de las de los productores. Estos últimos siempre plantean cuestiones técnicas (qué materiales se pueden usar, cómo ensamblar un producto…). Para él, en cambio, eran más importantes las preguntas de los clientes, de los usuarios: ¿cómo se usa un instrumento? ¿Cómo se escucha? ¿Con quién me conecto? Estas son las preguntas que importan. En cierto sentido, Martini era un poco así: estaba muy atento, como representante de la Iglesia, a su tradición y, justamente por esto, también se preguntaba: «¿Qué es lo que necesita la gente? ¿Qué es lo que nos sirve hoy? ¿Cómo se puede hablar con la gente joven, con los que no creen, con los agnósticos, con los ateos? ¿Cuáles son sus problemas?». Pretendía partir de estas preguntas. Y fue eso lo que le permitió ser tan creativo y tan abierto».
Y el General de los jesuitas no tiene empacho alguno en erigir como modelo al cardenal Martini. «El padre Martini fue, para muchos jesuitas, un modelo por la forma en la que sabía plantear preguntas, que no tienen nunca respuestas definitivas, porque tienen que ver con el misterio de Dios (misterio de misterios), el misterio de la persona humana, il misterio de la historia. Cuestiones que siguen pendientes. Creo que fue el cardenal Ratzinger, en un libro de hace muchos años sobre la fe, el que escribió que todas las afirmaciones teológicas tienen un valor que se aproxima solo a la verdad, porque tratan de responder a grandes preguntas que no tienen una definición última. ¿Cómo se puede definir a Dios? ¿Y la persona humana? La persona, en cambio, es libre, tiene un corazón, sentimientos, libertad. Permanece abierta. Las cuestiones relacionadas con las personas y, sobre todo, con grupos humanos están sujetas a la libertad, a la búsqueda, a la apertura. Por ello, el cardenal Martini era consciente de esto y nunca estaba satisfecho con las respuestas limitadas.
Otra cosa diferente es cómo plantear esta consciencia de manera orgánica dentro de la Iglesia. Es una cuestión de comunicación. Siempre hay alguien que trata de ir en contra de una expresión imprecisa o que no comparte. Incluso Marshall McLuhan, el gran experto en comunicación, decía con cierta ironía que «a veces, citan mis frases para usarlas en mi contra, pero la gente debe entender que no siempre estoy de acuerdo conmigo mismo». Eso significa que las cosas cambian, hay matices, aspectos que mutan. Y, naturalmente, también las personas».