Como si la cruz fuera causa de infelicidad, y no causa de resurrección y felicidad eterna, como lo fue para Jesús
(Jesús Álvarez ssp).- Los niños no tienen pretensiones de dominio y grandeza. Están abiertos a todos, sin malicia ni ambición; son sencillos, pacíficos, felices. No se imponen. Viven y sufren al estilo de Cristo: como mansos corderitos. Pero ¡ay de quienes los hacen sufrir! Dios saldrá en defensa de ellos frente a sus verdugos, a quienes devolverá con creces los sufrimientos causados.
Para leer el artículo completo, pinche aquí