Este año se vuelve a hablar del Concilio Vaticano II. Un Concilio revolucionario para la Iglesia y su relación con la humanidad
(Pedro Pablo Acondo, en RyF).- Seguir a Cristo es peligroso, pues significa arriesgarlo todo, «ponerlo todo, arriesgadamente patas arriba, lo grande a servir a lo pequeño, el rico hecho pobre para vestir al desnudo, el pan, para compartirlo…quilla al cielo, mástil al agua» (Padre Esteban Gumucio). Y eso gritarlo, proclamarlo, anunciarlo. En medio de tempestades o contemplando el arcoíris. Falta mucho por hacer.
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