Nadie puede poner a Dios y su reino encima de la mesa, y el creyente, por supuesto, tampoco. El que no cree puede sentirse seguro en su incredulidad, pero siempre le atormenta la sospecha de que “quizás sea verdad
(José Alegre, abad de Poblet).- El que invoca el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo van a invocarlo sin creer en él? Y ¿cómo van a creer sin oír hablar de él? Y ¿cómo van a oír sin el anuncio de la Palabra? (Rom 10,8s).
Se cruza el umbral de la fe que nos lleva a la comunión con Dios CUANDO LA PALABRA DE DIOS SE ANUNCIA. Efectivamente, tiene usted razón Sr Josep, de Barcelona, respecto a mi anterior artículo sobre «Un año de la fe, ¿para qué?». Lo vio usted muy bien, faltaba una palabra, y le agradezco su observación. Gracias.
…la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Un camino que dura toda la vida.
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