Que la legislación tenga vocación de permanencia, con los ajustes que deban realizarse; y que el discurso y el debate sean sobre realidades contrastadas, no sobre prejuicios e ideas preconcebidas
(Jesús Bastante).- «En España la educación se utiliza como un arma arrojadiza para el conflicto ideológico». Jorge Torres es profesor del departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia de Comillas, cuyos alumnos, en un 70%, encuentran empleo pocos meses después de acabar los grados. Un éxito más de Comillas.
Estamos empezando un curso difícil. Frente a los recortes, ¿Comillas sigue apostando por la educación?
Las cosas ahora son complejas, es cierto. En Comillas siempre hemos tenido un interés primordial por el trabajo educativo y por fomentar la profesión educativa. Antes, con las titulaciones de Pedagogía y Psicopedagogía, y ahora con el grado de Magisterio.
¿Comillas se ha adecuado a Bolonia de una manera ejemplar?
Sí. Hemos intentado verlo como una oportunidad para repensar las formaciones y adecuarlas todavía más al mercado de trabajo y a lo que la sociedad española necesita de cada uno de sus agentes. Nosotros fuimos los primeros de toda España en poner en marcha los grados de magisterio. Tenemos la primera promoción, tanto de infantil como de primaria, ya fuera, en el mercado. Nos planteamos que, al convertirlo en una titulación de 4 años, suponía una valoración mayor del maestro. Porque nosotros entendemos que ser maestro es tan o más importante que ser cualquier otra cosa. A partir de ahí hemos querido hacer unos procesos formativos muy serios y muy innovadores en esa perspectiva.
¿Está devaluada la imagen del maestro?
Sí. Yo creo que hay un planteamiento social implícito, latente, de que los maestros son gente no del todo formada, que hace magisterio el que no puede hacer otra cosa… Cuando debiera ser, como en países que no son el nuestro, las personas que más vocación tuvieran, y los más preparados. Nosotros entendemos que ser maestro requiere una formación dura y exigente, porque también es una de las más complejas de desarrollar. Y, sin duda, para ser maestros hay que tener una base de interés social, por los niños, por el contexto en el que pasan las cosas… A veces les decimos a los alumnos: «No es sólo que te gusten los niños, sino que quieras hacer algo con ellos». Y que tengas una idea del papel que tú debes tener en el desarrollo de esos niños. Hay que tener visiones más allá del «me gustan los niños y hago cosas con mis primos que son pequeños». Ésa es la lucha que tenemos con los alumnos para que se vean como agentes más importantes de lo que ellos mismos se creen que son.
¿Aprender a enseñar?
Efectivamente, y aprenderlo en conjunto, porque es una labor colectiva de los equipos docentes. Y es un aprendizaje real, para la vida, para la transformación social. Para que las personas puedan realizarse plenamente a nivel personal. Todo eso lo hacen colectivos: claustros docentes, instituciones educativas…
¿Qué ofrece Comillas en relación a la educación?
En Comillas entendemos que no hay manera de construir un mundo mejor si no es a través de la educación. Por eso ofrecemos una oferta formativa que creemos que se diferencia del resto en que pretendemos formar profesionales que se adapten a las circunstancias que tiene ahora la escuela española, y la madrileña más concretamente. Alguien capaz de afrontar los desafíos de la globalización, la necesidad de trabajar con lenguas extranjeras, en un mundo con cada vez mayor presencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)… y con grandes desequilibrios que deben ser amortiguados, si no superados. Un maestro tiene que trabajar para todos los niños y para todos los chicos. Todos deben cumplir los objetivos, no sólo algunos. En ese sentido enfocamos nuestra formación. Por tanto, hay que tener un buen nivel de idiomas para ser capaz de dar clase en inglés, hay que manejar las TIC, pero además hay que tener una buena experiencia didáctica de base que te permita potenciar las posibilidades que tienen los alumnos.
¿Cómo están estructurados los grados de Magisterio en Comillas?
Siempre hemos querido ofrecer una formación, no a muchas personas, pero sí con un nivel de calidad alto. Entendemos que los maestros tienen que ser capaces de dar respuesta a las necesidades que tienen los centros educativos en este momento. Y uno de los hándicaps que tenemos es el dominio de las lenguas extranjeras. Estamos muy retrasados en ese aspecto. En Comillas tenemos la mención en lengua extranjera inglés, y además promovemos que puedan desarrollar su trabajo como tutores en centros bilingües. Es decir, que puedan dar clase de inglés, que puedan trabajar en inglés, y que puedan ser además los tutores generalistas del centro. Todo esto con un enfoque de liderazgo. Los maestros que nosotros formamos tienen que ser líderes dentro de los claustros. Que sean los profesores que encabecen los procesos de innovación, que defiendan formas más participativas de gestión… en el fondo, que se les note cuando lleguen. Que den clase muy bien a los niños, pero que también sepan moverse en las reuniones de padres, al relacionarse con las familias, y en el claustro, donde tienen que ser personas de referencia.
Hay que ir a más. Y nosotros entendemos que tenemos que incorporar estos intereses en su motor interno. La carrera profesional de un maestro dura muchos años, así que o innovas, o pereces en la rutina, como el típico profesor quemado que lleva muchos años haciendo lo mismo y acaba relegado.
¿Cuántos alumnos tenéis?
Un grupo de 40 en cada aula.
De la primera promoción de la que hablabas antes, ¿qué proporción ha encontrado ya trabajo?
Un 70%. Estamos gratamente sorprendidos con la inserción laboral de nuestros primeros graduados en magisterio. Algunos han encontrado trabajo al mes de haber acabado. Nosotros intentamos que nuestros alumnos tengan una sólida formación teórica, pero a la vez muy ligada a la práctica. Debemos trabajar ambos sentidos. Y una de las características de nuestra formación es que tiene prácticas todos los años. Están desde el principio teniendo contacto con los centros y con las aulas del colegio. Esos 4 años les posibilitan tener un gran número de experiencias y de tutores, y les incorporan también a las dinámicas que los centros tienen de selección del personal. Porque los centros se suelen nutrir de alumnos que ya han tenido en la cantera de las prácticas.
¿Hacia dónde va la propuesta educativa de Comillas, de cara al futuro?
Queremos promover una mayor internacionalización de las titulaciones. Tenemos muchos convenios, y cerca de un 35% de nuestros alumnos hace intercambios. Para el curso que viene vamos a poner en marcha un itinerario internacional, con el cual un grupo de 15 alumnos tendría la experiencia de un intercambio internacional durante un año con prácticas internacionales antes y después de terminar la carrera. En países extranjeros, de habla inglesa, y también en Iberoamérica, porque lo internacional no sólo es el norte, también es el sur. Y las experiencias vitales que tienen los alumnos en intercambios en países de habla castellana son tan valiosas en su formación como las ligadas al dominio lingüístico del inglés. Eso permitiría tener, dentro del título, un reconocimiento de esa opción internacional del magisterio. Yo siempre les digo a los alumnos de primeros que los maestros deben ser personas leídas, cultas, personas que escriban bien… y también que hayan viajado. Personas que hayan visto otros modelos de funcionamiento, que sepan que lo que ocurre aquí no siempre es lo mejor. Que sean capaces de hacer síntesis y tener perspectiva para efectuar mejor el trabajo en los colegios.
Nuestro sistema educativo está fallando de alguna manera a nivel general. Lo demuestra el número de fracaso escolar que tenemos, la falta de inserción laboral de los jóvenes… hay problemas sistémicos para los que una mirada hacia fuera siempre nos va a dar un poco de brisa para ver cómo podemos organizar las cosas de otra manera.
¿Uno de esos problemas estructurales es el hecho de que el sistema educativo es lo primero que se cambia cuando hay un cambio de gobierno?
Ciertamente, esto es inaguantable a nivel de sociedad. Creo que poco a poco se va entendiendo que esto no puede seguir así, y yo creo que tendríamos que llegar a algún tipo de acuerdo para establecer unas bases sobre las que trabajar. Que la legislación tenga vocación de permanencia, con los ajustes que deban realizarse; y que el discurso y el debate sean sobre realidades contrastadas, no sobre prejuicios e ideas preconcebidas. La educación se utiliza como un arma arrojadiza en sentido ideológico, y no debe ser gestionada así sino desde la perspectiva de los datos, los números y las realidades contrastadas. Con nuestros medios, nuestras capacidades y nuestra idiosincrasia.
Lo que está claro es que, a medio plazo, esto no es sostenible.
¿Qué es la revista «Padres y maestros»?
A partir de la unificación de las provincias de la Compañía de Jesús ha recaído en nosotros la responsabilidad de seguir con esta revista, que antes hacían los jesuitas de Coruña. Tiene un bagaje de casi 45 años, es trimestral, y pretende ser un servicio de información rigurosa para el mundo educativo. Queremos dar información de calidad tanto a los colegios, como a los profesores, como a las familias. Tanto pistas prácticas como espacios de reflexión. No queremos que se vaya ni por una línea muy académica ni muy activista. Es un producto del que estamos muy orgullosos, y que nos supone una presencia en el sector también muy importante. Es una manera de hacer extensión universitaria, de conseguir que el debate pedagógico se desarrolle en una línea seria y constructiva en la que todos podamos aportar.
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