Abordan el papel que los cristianos debemos llevar a cabo desde la caridad y la solidaridad, desde nuestra responsabilidad de anunciar el Evangelio de la vida y la esperanza
(Jesús Bastante).- Echábamos de menos una voz unitaria de la Casa de la Iglesia sobre la crisis. El último texto se remontaba a 2009, cuando todavía no habíamos tomado conciencia de la misma, hablábamos de «desaceleración» y otras mandangas.
Era un clamor unánime -por mucho que el siempre suspicaz e irritante Juan Antonio Martínez Camino– porfiara en que sólo se trataba de «ciertos sectores» sociales. El portavoz episcopal, con esa perenne tendencia a manipular la verdad y hacerla suya e inmutable, atacó a aquellos que pedían a los obispos que no estuvieran callados, aduciendo que muchos obispos e instituciones han hablado y hecho cosas durante este tiempo. Algo que es cierto y que hemos contado, pero que no puede obviar que, desde 2009 (¡tres años!) la Conferencia Episcopal ha estado muda ante el particular. El resto es, simplemente, mentir. Pero no demos más importancia al personaje y vayamos a lo fundamental.
La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, al fin, ha publicado un documento, rico en matices, titulado «Ante la crisis, solidaridad«. En el mismo, nuestros obispos recuerdan la difícil situación por la que pasan millones de personas en nuestro país, desde trabajadores a empresarios, amas de casa, inmigrantes, parados, familias enteras…. Abordan el papel que los cristianos debemos llevar a cabo desde la caridad y la solidaridad, desde nuestra responsabilidad de anunciar el Evangelio de la vida y la esperanza, y apuntan a la responsabilidad de los que se han enriquecido con la pobreza de otros, y de los responsables políticos que primero miraron hacia un lado y después no supieron, o no quisieron, hacer lo necesario para sacarnos de esta situación.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: