De no haber sido por este hombre, carismático y realista, sencillo y tenaz al mismo tiempo, no se habría celebrado
(Jesús Espeja).- El concilio ecuménico Vaticano II (1962-1965) fue convocado por el papa que Juan XXIII que, animado por el Espíritu, escuchó y se dejó impactar por el evangelio y por los anhelos profundos de la humanidad sedienta. De no haber sido por este hombre, carismático y realista, sencillo y tenaz al mismo tiempo, no se habría celebrado.
Para leer el artículo completo, pinche aquí