Los que no vivimos el "antes" tal vez no sepamos valorar qué supuso ese "después". Porque nos lo arrebataron
(Jesús Bastante).- Nací en 1976. No tengo, pues, experiencia directa del Concilio Vaticano II. Como, por otro lado, la gran mayoría de los fieles católicos del mundo. No sentí la emoción por la procesión de las antorchas, el discurso de la Luna o el «pacto de las Catacumbas», aunque mucho he leído, y escuchado, de boca de algunos de sus protagonistas, y de mis padres, que vivieron con ilusión y esperanza lo que muchos denominaron «primavera de la Iglesia».
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