"Un nuevo compromiso social y político, del Concilio Vaticano II a la Nueva Evangelización", lema del Católicos y Vida Pública
Rafael Ortega es el responsable del Congreso «Católicos y Vida Pública», que organiza la Fundación San Pablo-CEU. Periodista de profesión, critica que «antes los periodistas éramos los dueños de la información, y ahora los dueños de la información son los empresarios».
Opina que en estos momentos «hacer un partido político demócrata cristiano sería un fracaso«, y apuesta más bien, para una mayor visibilidad de los cristianos en la sociedad, por «bajar al mundo real de lo que está sucediendo». «Tenemos que dejar de ser la élite que muchas veces nos creemos«, afirma.
¿Cómo va el congreso?
Va bien- estamos ya finalizando los preparativos y esperando a que dentro de un mes, el día 16 de noviembre, eche a andar definitivamente.
¿Es ya un congreso consolidado? ¿Tiene imagen y marca propias?
Sí. Este año se titula «Un nuevo compromiso social y político, del Concilio Vaticano II a la Nueva Evangelización», y hemos intentado cambiar un poco, desde el cartel anunciador (donde hemos colocado una mano dibujando el mundo, con la idea de esa nueva lucha), hasta el fondo de algunas cuestiones.
¿O sea que late por detrás la idea del atrio de los gentiles?
Sí, y todo lo que ha venido recogiendo la doctrina de la Iglesia, desde el beato Juan Pablo II a este gran Papa que tenemos en estos momentos, que es Benedicto XVI, que yo creo que también ha dado un impulso muy grande en el 50 aniversario del Concilio Vaticano II con este Año de la Fe que ha comenzado.
¿Las inscripciones van a buen ritmo?
Sí, estamos teniendo muchas. Y lo curioso es que este año está habiendo muchos jóvenes que se acercan, que es uno de los temas que a mí más me preocupaba cuando llegué a la dirección del Congreso. Yo no quiero que sea un congreso de mayores. Hay que agradecer a las personas que han asistido a todos los congresos anteriores, pero también queremos que sea un congreso de jóvenes, de gente que quiere estar en ese impulso que queremos dar, en ese nuevo compromiso social y político. Siempre ha habido una Noche Joven en el Congreso, pero se ha circunscrito a la hora santa. Este año van a tener su propia mesa, van a recordar lo que fue la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), va a haber ponencias de jóvenes, y también del periodistas Arturo San Agustín, que escribió ese libro tan bonito que es «Un perro verde en la JMJ». También va a haber música, teatro, actuaciones de grupos del Colegio Mayor San Pablo, humoristas… Los jóvenes van a tener un punto de encuentro para desarrollarse, y también para comentar lo que está sucediendo en estos momentos en España y en el mundo. Incluso, podemos tener la sorpresa de que aparezca «el Juli», que está muy interesado en este mundo.
¿El torero?
Sí. De hecho, quiere fomentar entre los jóvenes la afición al mundo taurino. Entonces, quiere explicarles a los jóvenes que es un hombre normal, que está en la sociedad actual. Nosotros no queremos que sea un congreso cerrado, y no queremos olvidar tampoco la figura de los niños, que son el futuro. Por eso tenemos un congreso infantil, este año con la participación de los dos colegios emblemáticos de la Fundación CEU: el de Montepríncipe y el de San Chinarro.
¿Uno tradicional y otro nuevo?
Eso es. Montepríncipe es de toda la vida, y San Chinarro es el más moderno que tenemos en España. Yo lo que no quería es que los padres llegaran al congreso y dejaran a los niños como si fuera una guardería. Los niños van a participar también, por ejemplo con la edición de un disco, en el que van a cantar 10 canciones los niños y niñas de los colegios. O sea que es un congreso abierto a todas las generaciones.
¿En qué van a consistir el homenaje a Juan XXIII y el concierto de la Escolanía del Valle de los Caídos?
El beato Juan XXIII es un santo. Al tratarse del 50 aniversario del Concilio Vaticano II, nos preguntamos qué podíamos hacer, y un compañero del CEU recordó que todavía el secretario de Juan XXIII vive. Entonces, conseguimos que nos recibiera, y estuvimos hablando con él tres horas. Puedo asegurarles a todos que este arzobispo, que en este mes cumple 97 años, tiene una vitalidad que me dejó sorprendido. Físicamente parece que tiene 60. El día 8, que va a ser la presentación del congreso en Madrid, y que va a venir Monseñor Octavio Díaz, vamos a poner un adelanto de 5 minutos de grabación de un gran reportaje que hemos hecho en Soto del Monte sobre la figura de Juan XXIII, con esta entrevista y con otras cosas. Después, el homenaje se va a concretar en la segunda jornada por la tarde, dedicada en las mesas a lo que pasó o sucedió en el Concilio Vaticano II y lo que ha dado de sí. A continuación veremos la proyección del documental, que ha hecho CEU Media, y yo creo que va a ser interesante. Se merece el homenaje.
El otro acto cultural importante que hay, y que será el sábado por la noche, se llama «La voz del silencio«, y que han realizado compañeros y compañeras del Aula de Fe y Cultura de la Fundación. Han hecho un recorrido por todos los monasterios españoles, entonces, mientras se estén proyectando las imágenes de los monasterios, va a hacer su actuación la Escolanía del Valle de los Caídos. Será un acto muy bonito y muy importante, porque juntar las voces de los niños de la Escolanía no sucede todos los días.
De entre los ponentes, ¿cuál destacarías?
Viene Viktor Orban, el primer ministro de Hungría, que va a ser presentado por Jaime Mayor. Creo que ése va a ser un momento muy importante, porque va a hablar de la esperanza cristiana como respuesta a la crisis. Que venga un primer ministro a un congreso de católicos creo que es muy importante, más cuando Víctor Orban creo que no es católico, sino protestante. Hay que agradecer a Jaime Mayor Oreja el esfuerzo que ha hecho él para invitarle y que viniera (porque es amigo personal).
Luego, otro acto que hemos introducido en el congreso es un debate entre católicos y no católicos, sobre «Fe, razón y cultura«. El debate lo va a moderar Ernesto Sáenz de Buruaga, que es un gran comunicador; y va a estar Gabriel Albiac (que nada más llamarle se prestó inmediatamente), como filósofo agnóstico; Javier María Prades, que es el rector de la Universidad San Dámaso; y Francisco Vázquez, que fue embajador de España ante la Santa Sede, y que es socialista pero católico ferviente.
¿Entonces es un 2 contra 1?
No sabemos. Pero Gabriel se defenderá, es un gran polemista. Creo que es muy importante que los católicos no nos cerremos a estar entre nosotros, sino abrirnos a los demás como el Papa en Asís. Aquel encuentro que el beato Juan Pablo II tuvo con el mundo de todas las religiones creo que es un ejemplo para todos los católicos.
¿Por qué pensáis que es necesario en estos momentos un «nuevo compromiso social y político» de los creyentes? ¿Cómo se articularía en España?
Yo creo que hay que dar una respuesta cristiana a la crisis. Tenemos que dejar de ser la élite que muchas veces nos creemos, y bajar al mundo real de lo que está sucediendo. Hay muchos católicos y cristianos en Europa que todavía siguen viviendo en la burbuja del bienestar, y que no se atreven a enfrentarse a los graves problemas sociales que tienen al lado. Por eso tenemos que dar un paso adelante, porque así nos lo exigió Jesucristo. Estamos aquí para ayudar y para tratar de solucionar los problemas. No podemos llegar a eso que se dice en España de «ande yo caliente, ríase la gente». Si nosotros, que tenemos la oportunidad de dar el primer paso, no lo hacemos, difícilmente lo van a hacer los demás.
¿Cómo se puede organizar ese paso adelante en la sociedad política española? ¿A través de un partido concreto, diluyéndose en todos los partidos…?
Yo creo que tenemos que estar presentes en la sociedad, en todos los sitios. En estos momentos, hacer un partido político demócrata cristiano creo que sería un fracaso. Tenemos que estar presentes en los medios de comunicación, en la política, en la economía… Yo creo que un economista que tenga detrás ese componente católico o cristiano, que tenga la referencia de las encíclicas, por ejemplo, actuaría de una forma diferente a lo que están haciendo muchos.
¿Hemos perdido capacidad de estar en la cultura? ¿Ya no hay intelectuales católicos, ni periodistas…? ¿Aparece poco la voz de los católicos en los medios de comunicación?
Sí, parece que tenemos vergüenza. Un periodista católico (que no tiene que ser un periodista de información religiosa, sino que puede ser periodista de información internacional, de sucesos, de economía…) tiene que saber muy bien lo que decir y hacer cuando se pone delante de un micrófono. Es necesaria nuestra presencia en la sociedad, que no nos coarten, que no nos avergoncemos de decir «yo soy periodista católico» o «yo soy empresario católico». Otro problema que hay en los medios de comunicación es que antes los periodistas éramos los dueños de la información, y ahora los dueños de la información son los empresarios. A lo mejor en empresas donde los dueños deberían tener como consignas el respeto a los Derechos Humanos, la defensa de la dignidad de la persona… a lo mejor en el ideario no lo respetan. Y en otros donde sucede lo contrario, tampoco lo hacen porque no lo hacen los demás. Entonces, imagínate que llega un periodista católico a una redacción con toda su buena voluntad, y llega el editor y le dice lo que tiene que escribir. Y si no, a la calle.
Como presidente de la UCIP (la organización que aglutina a los periodistas católicos españoles), ¿cómo ve actualmente la información religiosa? ¿Piensa que a Dios se le relega de los medios de comunicación?
Yo echo en falta comunicadores de información religiosa como sois vosotros. En otros medios hay acreditados, pero muy pocos. Cuando un periodista llega a un medio de comunicación generalista y le ponen a hacer información religiosa, es como antiguamente cuando te mandaban hacer sucesos. En la última visita de Benedicto XVI antes de irme yo de Radio Televisión Española, tenía que irme con los redactores, que no tenían ni idea, y explicarles cosas tan sencillas como «si van de morado, obispos; si van de rojo, cardenales». No sabemos si es que la religión no interesa a la gente, o si no interesa que interese a los que tienen los medios. En los grandes medios el público se diluye, y eso a mí me genera mucha tristeza. Además, interesa sólo cuando hay escándalos. El misionero que está machacándose en tal sitio, o el sacerdote que está llevando a cabo una gran acción social en los barrios pobres de las grandes ciudades… no son noticia. La pederastia y el morbo, sí.
Por parte de la institución, ¿cree que se facilita esa información, o que hay realidades preciosas de la Iglesia que no llegan a la opinión pública porque no funcionan sus mecanismos de publicidad?
Creo que hay una falta de confianza por parte de algunos medios de la jerarquía, y también por parte de algunos periodistas, para llegar a un entendimiento. Es mi modesta opinión. Nadie debe vernos a los periodistas como enemigos. También creo que hacen falta grandes comunicadores en la Iglesia. Juan Pablo II fue un ejemplo en este sentido. Los obispos no deben tener miedo a enfrentarse a una televisión o a una radio. Yo echo de menos en España lo que sucede en Italia, donde los cardenales van a cualquier telediario, a cualquier programa de por la mañana, a cualquier magazine. Es verdad que aquí, si va un obispo o un sacerdote a un medio de comunicación, en seguida le van a atacar. Por eso tienen miedo, pero hay muchos que estamos dispuestos a ayudarles en todo lo que nos soliciten. Pero hay que dar el paso.
Las facultades de comunicación de la Iglesia, que se crearon específicamente para eso, ¿están dando resultado?
El problema es que los chavales se preguntan «si yo me dedico a la información religiosa, ¿voy a tener alguna salida laboral?». Y piensan que no. Cuando yo estudiaba periodismo y nos hacían la típica encuesta de «qué quieres ser de mayor», yo siempre contestaba que corresponsal. Para mí era lo más bonito. Pero ahora la mayoría quiere trabajar en un magazine, ser tertulianos… Quieren lo fácil. Y la información religiosa es una especialidad muy dura, para la que hay que estudiar muchos y hay que leer muchos documentos, y eso hay que empezar a hacerlo desde la escuela. Cuando yo estudié nos enseñaban Doctrina Social de la Iglesia en condiciones, con las encíclicas y con todo. Hay que estar preparado.
Usted que ha sido corresponsal en Roma, ¿cómo ve el caso Vatileaks? ¿Cree que ha hecho mucho daño a la imagen de la Iglesia?
Si me hubiera tocado siendo yo corresponsal en Roma, hubiera sido un chollo, porque, claro, es una información escandalosa. Pero yo creo que se va a superar, aunque ha hecho daño a la institución. Creo que Benedicto XVI ha sufrido mucho con este asunto, porque tener una persona de confianza que de pronto está haciendo desaparecer documentos… Eso hace daño, como también las personas del entorno que han sido interesadas, en mi opinión. Hablo de vaticanistas, funcionarios del Vaticano, cardenales, obispos y sacerdotes. Los intereses en el Vaticano son muchos, y se mueven de diferentes maneras.
¿Cómo van los propagandistas del CEU?
Vamos muy bien. Tenemos un ángel protector, que es Ángel Herrera Oria, cuyo proceso de beatificación va hacia delante. Yo veo sus milagros diarios. Nosotros, por nuestra parte, estamos para propagar, como dice nuestro nombre. Para difundir, a través de las universidades, de las obras, los colegios, las instituciones… Yo creo que el CEU fue una gran idea que tuvo don Ángel, y todos los que le han seguido en la presidencia han hecho una gran labor. Creo que somos un referente importante en algunos ámbitos de la sociedad española.
¿Quiere hacer una invitación para el congreso del 16, 17 y 18 de noviembre?
Sí, les invito a todos a que vengan, vean, oigan, y que se comprometan con nosotros. Les agradecería de corazón que difundieran las ideas que plasmo en esta entrevista, y que desarrollaran las mismas. Les espero en la Fundación Universitaria CEU-San Pablo, en Madrid.
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