Hace 20 años aún podíamos hablar de von Balthasar o Karl Rahner, pero hoy no encontramos nombres propios internacionales que se puedan comparar
(José Manuel Vidal).- Jacinto Núñez es el decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). Sobre las grandes figuras teológicas, opina que «actualmente es difícil encontrar nombres propios comparables a von Balthasar o Karl Rahner«, pero, por otra parte, afirma que en la arquitectura de la UPSA se puede sentir «la historia de siglos materializada en piedra».
En cuanto a Benedicto XVI, el Papa teólogo, dice que es necesario «un cierto nivel básico de formación teológica» para poder entenderlos; y por último asegura que el Concilio Vaticano II «no fue gracias a la Iglesia, sino que es una gracia para la Iglesia de estos tiempos«
¿Siente usted la historia viva de esta facultad, o ya está acostumbrado?
Bueno, yo siempre he dicho eso en relación a la facultad y a la Universidad de Salamanca. Uno tiene la sensación de que masca siglo XIV, siglo XV… a eso ayuda también el edificio, que es testigo de la historia. No es que nosotros le pongamos romanticismo a esto del tiempo, es que el tiempo histórico está materializado en la piedra y en la arquitectura del propio edificio.
¿Cuándo nació esta facultad?
Nació con la Universidad Pontificia, pero se siente heredera de toda la tradición teológica de Salamanca, que es anterior desde muchos puntos de vista: con relación a Trento, al Derecho de Gentes… Puede pensarse que todo eso queda muy atrás, porque es verdad que de forma inmediata la Facultad de Teología de la Pontificia quedó instituida más recientemente. Pero en el fondo somos herederos de una rica tradición que es un peso positivo para seguir caminando hacia delante. No somos dueños de ese bagaje, sino custodios. Y eso nos obliga mucho y nos compromete mucho.
¿Les obliga a estar en permanente aggiornamento?
Sí, justamente. Ése es el sentido que tienen los elementos históricos: como si fueran una alacena de donde uno va sacando permanentemente, pero siempre con la intención de que la mesa esté bien servida.
¿Cuál fue la época más floreciente de la Facultad de Teología? ¿El Concilio, el post-concilio…?
En su discurso con motivo de la apertura del curso, el cardenal Rouco distinguía entre «antes del Concilio» y «después del Concilio», lógicamente, porque él fue testigo directo de esa parte de la historia. Él fue decano de Derecho Canónico y vicerrector de la Universidad. Difícilmente hubiera adquirido esa resonancia la Universidad, si antes del Concilio no hubiera tenido ya un rigor y un nivel tan importante. De aquí han salido teólogos muy bien formados. Pero también es verdad que ese aggiornamento que supuso el Concilio aquí se vivió incluso de forma dramática. Pero fue posible porque el trabajo que se había hecho en la Universidad desde su fundación hacia la época preconciliar más inmediata, se había hecho muy bien.
¿Hubo una transición o una adecuación al espíritu conciliar? ¿Fuisteis uno de los motores del post-concilio en España?
Sí. La Universidad hizo la provisión de grandes figuras que han marcado durante casi 40 años una época muy gloriosa de la UPSA y de su Facultad de Teología en concreto, y en general también de la Iglesia española. Esa generación ya prácticamente va a desaparecer, pero son profesores que, aunque ya no estén vivos, pertenecen al patrimonio histórico inmediato que tiene la facultad.
¿Cómo estáis ahora?
Creo que nuestra situación responde a lo que suele ser normal. Reconociendo que en esta casa hay profesores muy bien formados y cualificados, también he de decir con toda sinceridad que no hay grandes figuras.
¿O sea que las grandes figuras se han terminado en todas partes?
Eso quiero decir, que si nos ponemos a buscar grandes figuras, no las tenemos hoy como las teníamos hace 20 años. Tengo la impresión de que es un poco la característica de nuestro tiempo. Encuentras nombres buenos para hacer trabajos, pero el «number one» es más difícil de determinar. Hace 20 años aún podíamos hablar de von Balthasar o Karl Rahner, o de otros con un nombre propio internacional que hoy no es fácil de encontrar. Pero, en fin, no quisiera que mi torpeza o mi ignorancia diera una visión que no es acertada. Ésta es la impresión que yo tengo. Dicho lo cual, la otra impresión que tengo es que se trabaja con serenidad, con rigor. En mi propia facultad soy testigo de la buena formación y de la proliferación de buenos profesores. Eso es un dato objetivo. También puedo dar testimonio de la dedicación a la enseñanza, y de la investigación en distintos campos de la Teología.
¿A nivel de estudios religiosos, seguís teniendo tres facultades?
Sí, las facultades eclesiásticas: Teología, Derecho Canónico y Filosofía.
¿Y también tenéis un máster de Doctrina Social de la Iglesia?
Sí. La oferta de másteres es muy plural. Tenemos otro, por ejemplo, de Lengua y Literatura Bíblica.
¿Con qué número de alumnos contáis?
En la Facultad de Teología el año pasado las matrículas llegaron a 125.
¿Es un buen número?
Bueno, hay que hacer muchas matizaciones: en nuestro deseo no es el mejor, a mí me gustaría tener más alumnos. Desde luego, en contra de lo que a veces se dice, no es catastrófico. En el ciclo institucional el número de alumnos es menos, porque nosotros nos abastecemos de los seminarios del entorno, y ya se sabe el problema real de vocaciones que hay. Sin embargo, en bienio sostenemos un número suficientemente bueno de alumnos, en las tres especialidades de Teología Dogmática, Teología Bíblica y Teología Práctica. También tenemos Teología Pastoral en Madrid, en el Instituto Superior de Pastoral. Ahora están escritas aproximadamente unas 50 tesis doctorales, y el año pasado iniciaron su doctorado entre 15 y 20 alumnos nuevos… Entonces, claro, en una facultad de teología en estas condiciones no se puede decir que esto sea escaso. El nivel de doctorado es un nivel muy especializado. Ahí yo creo que estamos ofreciendo un servicio de muy buena calidad.
¿A todo eso hay que añadir los centros agregados?
Sí, los llamados Institutos Teológicos. Son casas de formación clerical, sacerdotal, que tienen la fórmula de afiliados. Y luego están también los Institutos de Ciencias Religiosas, para la formación fundamentalmente de laicos, laicas, religiosos y religiosas, que tienen la fórmula de patrocinados. Son centros vinculados, que dependen de alguna manera de la UPSA, y los títulos que dan van encabezados por la UPSA. Así tenemos 27 centros. Hace unos meses hicimos el mapa, y queda prácticamente señalada toda la Península Ibérica con presencia de la UPSA. Calculo un total de 700 alumnos matriculados. Y lo que sé con datos precisos es que este año la prueba de bachiller en Teología (de aspirantes al sacerdocio) la han superado 50 alumnos. También es un número que no es deleznable.
O sea que tenéis un magnífico pasado, un presente consolidado… ¿Y el futuro? ¿Se va a aguantar la crisis vocacional? ¿Cree usted que se va a remontar?
Yo soy mal profeta, no sabría decirlo. Perdóname el argumento negativo, pero creo que a peor es difícil que vayamos. Un dato a favor es la internacionalización que tiene la facultad, que es muy significativa. Es verdad que ahora nuestras fuentes tradicionales, que son los seminarios de Castilla y León, o de ciertas congregaciones religiosas que están afincadas en Salamanca, han dejado de darnos alumnos; pero tenemos muchísimos alumnos extranjeros: africanos, chinos, latinoamericanos… Entonces, si la perspectiva fuera sólo la de las diócesis españolas más cercanas, sería más difícil. Pero con esta comunión de las iglesias, y con este fenómeno de la globalización, me parece que el futuro no se tiene que ver negro.
¿O sea que la UPSA aspira a ser una universidad de referencia en Latinoamérica, África…?
Claro, la UPSA tiene mucho nombre, y no sólo la UPSA, sino en general los estudios en Salamanca. Tiene muchísimo nombre, y ganado a pulso. Si eres de la UPSA te cargan toda la herencia de los siglos. Desde ese punto de vista global de la geografía mundial, las perspectivas son buenas.
¿El hecho de que actualmente haya un Papa teólogo, ayuda a que la teología no pase de moda?
Realmente no recuerdo ningún otro Papa teólogo, y yo noto en mis compañeros de Teología la simpatía que se tiene hacia el Papa Ratzinger, por su condición de teólogo. Se nota que lo que dice está muy bien sustentado teológicamente, y también se aprecia la claridad con la que habla y el toque de belleza que aporta. Es un buen modelo: saber lo que se dice, y decirlo bella y claramente. Ése debería ser el compromiso de todos para la vida en la Iglesia.
¿Qué expectativas se oyen en cuanto a su tercer libro sobre Jesús de Nazaret?
Yo creo que ya ha demostrado en los dos tomos anteriores que tiene una perspectiva original, en algún caso no convencional, y creo que esto no va a faltar en el tercer tomo. Él hace muy bien la lectura teológica de los textos, y supongo que seguirá en esa tónica, pero sin repetir. Recogerá muy bien la información en el campo de los estudios bíblicos, pero no le va a faltar la perspectiva personal de apuntar horizontes teológicos.
¿Se espera que sea un libro teórico de alta teología, o más popular, divulgativo?
Nunca se sabe, pero él tiene el don, como decía, de hablar con claridad y a la vez con altura. Yo tengo una tía que es inteligente, buena, piadosa… Sus sobrinos le regalaron un libro del Papa y ella, con mucha sensatez, se lo devolvió al mes diciendo «yo esto no lo entiendo». El Papa no escribe libros para que los entienda la gente que no tiene un cierto nivel básico de formación teológica.
Preparan ustedes un magno congreso por el 50 aniversario del Concilio Vaticano II.
Sí, está organizado por las Facultades de Teología de España y Portugal, y sólo eso ya tiene un gran valor: que la memoria del Concilio nos aúne.
¿Será un hecho histórico?
Me parece que es el segundo congreso que se hace en conjunto, y que organiza la Junta de Decanos de Facultades de Teología. Es muy significativo que el Concilio nos aúne con su vigencia y actualización. Tendrá lugar en Salamanca los días 15, 16 y 17 de noviembre, y será cerrado por el cardenal Walter Kasper. Se hará un repaso de las grandes cuestiones del Concilio con excelentes teólogos y profesores de nuestra Facultad. En el programa están presentes profesores de mucho prestigio de toda España. Es un contenido muy denso de conferencias.
¿Puede el Concilio caer en el olvido?
No. Significa una gracia especial del Espíritu para la Iglesia. Es verdad que necesita ser permanentemente actualizado, pero cada uno desde nuestro campo (por ejemplo desde la Teología) tenemos que acudir a él como fuente.
Cada uno entendemos los matices a nuestra manera, pero el Concilio no fue gracias a la Iglesia, sino que es una gracia para la Iglesia de estos tiempos. Y todavía tiene muchísimo que decir.
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La historia está materializada en la piedra y en la arquitectura de la UPSA
Hace 20 años aún podíamos hablar de von Balthasar o Karl Rahner, pero hoy no encontramos nombres propios internacionales que se puedan comparar
El Papa no escribe libros para que los entienda la gente que no tiene un cierto nivel básico de formación teológica.
El Concilio no fue gracias a la Iglesia, sino que es una gracia para la Iglesia de estos tiempos