El uso cada vez más extendido de las Tecnologías de Información y Comunicación transforma el entorno en el que vivimos y la propia percepción de nuestra interacción con él
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«Ciencia y ateísmo» es el título de las jornadas que todos los martes de noviembre, de 19 a 21 horas, se celebrarán en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería – ICAI de Comillas, organizadas por su Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión. El primer invitado será Fernando Sols, quien se preguntará si «¿Ofrece la ciencia una explicación última de la realidad?«.
La actividad científica tiene una enorme influencia en nuestro modo de entender el mundo, hasta el punto de que en algunos ámbitos se entiende que la ciencia puede bastarnos como explicación última de la realidad.
En este ciclo de conferencias queremos plantearnos a fondo el estado de esta cuestión en nuestro momento concreto. El ateísmo se encuentra claramente en la raíz de algunas posturas actuales, de modo que un recorrido por las diversas formas de ateísmo clásico nos ayudará a comprender mejor la situación que estudiamos.
Tendremos en cuenta especialmente cómo el nuevo ateísmo rechaza las creencias religiosas desde una apuesta incondicional por la ciencia, ensalzándola como el modo más eminente de conocimiento. Pero es precisamente el cientificismo, muy presente en nuestra cultura durante el siglo XX, la postura que defiende la capacidad de las ciencias experimentales para proporcionar todas las respuestas necesarias para el hombre.
Ya el gran pensador español D. Miguel de Unamuno criticó acertadamente tan estrechas miras para abrirse a una captación más global de la existencia. Nuestra forma de percibir la ciencia ha evolucionado desde entonces, por lo que hoy nos encontramos con diversas perspectivas encontradas entre sí, frente el reto de discernir el papel que corresponde verdaderamente a la ciencia. En este marco, queremos también reflexionar sobre un fenómeno reciente de enorme importancia.
El uso cada vez más extendido de las Tecnologías de Información y Comunicación transforma el entorno en el que vivimos y la propia percepción de nuestra interacción con él. Este profundo cambio, mucho más radical de lo que parece a simple vista, conlleva también nuevos desafíos para nuestra manera de creer hoy.