"Sirve como estadio el mundo entero; entre los espectadores, por medio de la radio y la tv, estaremos todos nosotros"
(L’Osservatore romano).- «Cuando hay un partido de fútbol -escribía monseñor Albino Luciani en abril de 1962 para explicar a los fieles de su diócesis el significado del inminente concilio Vaticano II- no todos los expectadores comprenden y gustan del mismo modo. Uno conoce las reglas del juego, las funciones precisas del portero, de los laterales, los defensores, los centrocampistas; conoce los trucos y los movimientos: apreciará las jugadas logradas, la técnica y la habilidad de las maniobras y de los tiros, se entusiasmará con inteligencia. En cambio, quien no conoce, gustará muy poco. El concilio ecuménico, que se abrirá dentro de seis meses en Roma en la Basílica Vaticana, es una especie de partido extraordinario. Los jugadores son más de dos mil obispos; árbitro, en cierto modo, es el Papa, sirve como estadio el mundo entero; entre los espectadores, por medio de la radio y la tv, estaremos todos nosotros».
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