Los medios de comunicación son la gran plaza pública de la Iglesia
(Jesús Bastante).- Juan Cantavella es catedrático de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU-San Pablo. Acaba de publicar un libro con la editorial Fragua titulado: «El informador religioso, una perspectiva histórica«, resultado de unas jornadas que tuvieron lugar el pasado mes de abril.
Achaca las reticencias de la Iglesia española respecto a los medio de comunicación a que «la Iglesia católica es jerárquica, y no ha tenido necesidad ni ganas de informar«, pero opina que debería invertir su tendencia, puesto que «los medios de comunicación son la gran plaza pública de la Iglesia».
A pesar de que «el hecho religioso es mucho más amplio que ir a misa o no ir», Cantavella afirma que los profesionales de información religiosa se enfrentan a una doble tarea: «conseguir vender la información en su propio medio para que se publique, además de conseguir que venda luego ante el público».
¿Fueron jornadas sobre información religiosa?
Todos los años celebramos unas jornadas que siempre tienen que ver con prensa e Iglesia. Otros años hemos estudiado el primer movimiento de la buena prensa, la editorial católica… El año pasado nuestro tema de investigación y difusión fue justo lo contrario: la prensa anticlerical.
¿Quedan reductos de anticlericalismo en la sociedad española?
Simplemente quedan reductos de radicalismo. Yo creo que lo religioso no es radical, pero la oposición violenta y visceral sí lo es. Parecía que era una cuestión del siglo XIX, pero se percibe todavía. Lo vimos el año pasado con la visita del Papa.
Como comunicador cristiano, ¿cómo observas la relación entre la Iglesia institución y los medios de comunicación?
Bueno, tiene un poco que ver con la forma de ser de la Iglesia: es una Iglesia jerárquica, que no ha tenido necesidad ni ganas de informar, que se ha mantenido siempre en una posición discreta… no ha querido ser pasto de los medios. Hay que tener en cuenta que los medios muchas veces jugamos al morbo, e indudablemente a una institución asentada como la Iglesia, esto no le gusta nada. Es normal. Por lo tanto, creo que seguirán produciéndose tensiones.
¿Es una lucha de poder, o una falta de entendimiento?
Creo que es simplemente una falta de costumbre. En la Iglesia lo que ocurre es que no están acostumbrados, muchos de los dirigentes, a dar una información abierta en el momento en que surge el conflicto. Pero también ocurre eso con muchas otras empresas. Hay muchas empresas del mundo de los negocios que son muy proclives a enviarte notas de prensa cuando todo va bien, y al silencio cuando todo va mal.
Juan Pablo II decía que los medios de comunicación son el gran areópago de nuestra época. ¿No está la Iglesia, en cierto modo, obligada al anuncio por su propia misión?
Sí, los medios son la gran plaza pública de la Iglesia. La Iglesia tiene que informar. Sus dirigentes se tienen que acostumbrar a estar cercanos a los informadores. Pero esto está costando mucho.
¿Cuál es la situación actual de la información religiosa en los medios de comunicación españoles?
La información religiosa ha pasado por muchas etapas. Esto viene del siglo XIX, cuando había cantidad de prensa católica apologista, una prensa de batalla, de divulgación de lo propio. Se infundía doctrina. Cuando llegamos a principios del siglo XX, hubo una gran masa de periódicos anticlericales que estuvo haciendo una burla feroz a todo lo que estuviera relacionado con la Iglesia. Entonces, surgió de nuevo una prensa católica contraria a esto, combativa; y luego una prensa más responsable, más consciente, que fue la editorial católica con su diario El Debate, que es un gran periódico. Lógicamente, es un periódico que quiere presentar batalla contra sus enemigos, y tener una presencia dentro del mundo político y social. Pero, al mismo tiempo, también quiere presentar batalla dentro de la misma Iglesia, porque había una división de facciones de gente que se decía muy seguidora de los Papas, pero después utilizaba los documentos pontificios como le convenía. Al llegar al tiempo del franquismo la información exaltaba lo religioso dentro de la épica franquista. Pero al llegar el Concilio, sí que hubo cambios en la información religiosa: el mismo hecho del Concilio requería que se diera una información seria y rigurosa, como en el resto de países europeos; y al mismo tiempo se produjo algo que nos iba a afecta mucho: el desenganche de la sociedad española respecto al Estado franquista. Esto sí produjo mucha información. Ahí fue cuando realmente surgió la información religiosa en España, con sus grandes maestros.
Hablas en el libro de uno de ellos: Martín Descalzo.
Sí, pero otros habla de Jesús Iribarren o de Lamberto Echeverría. Ellos son los grandes maestros de la información religiosa. Después las cosas no han ido igual. Hemos entrado en un momento en que lo religioso no tenía la misma presencia, y cuando la tenía era para mal.
¿No sucede que, al competir en una misma sección (de sociedad, pongamos por caso) con educación, ciencia, tecnología, medio ambiente, cultura… la información religiosa sólo entra en el papel si tiene algo que vender?
Es verdad. Lo que pasa es que no sólo estamos hablando de hechos noticiosos, sino de una institución en la que muchos de nosotros creemos, y que tiene una manera de ser muy propia. Juntar información con creencias complica la cosa. Si además te encuentras con que los dirigentes no quieren entrar en esta pelea, o que los periodistas de información religiosa tienen que combatir con las mismas armas que los que hacen ecología o educación… todo se complica más todavía. El informador tiene serias dificultades, lo primero para hacer su trabajo, para venderlo en su propio medio para que se publique, y después que sea aceptado con normalidad ante un público que no es específicamente cristiano, y que por tanto requiere que haya un distanciamiento respecto al hecho religioso.
Ángel Herrera decía que un periodista católico ante todo tiene que ser un buen periodista, que el ser católico no te lo quitas como un abrigo cuando sales de casa y entras en el periódico. ¿Es esa profesionalidad posible a la hora de tratar con información que afecta a las creencias? ¿Se podría ser un buen profesional de la información religiosa sin tener fe, o perteneciendo a otra confesión religiosa?
Efectivamente, Ángel Herrera decía que, antes de ser un periódico católico, hay que ser periódico. Por tanto, él a lo que aludía es a que la profesionalidad tiene que estar por encima de todo. Que no se trataba de hacer un periódico en el que salieran muchas reuniones de Acción Católica. Un lector compra un periódico para que le informe en todos los aspectos de la vida nacional e internacional, económica, social, etc. En ese contexto, no se puede obviar lo religioso, pero tiene que estar bien tratado, bien hecho.
Respecto a lo otro, pienso que un buen profesional de la información religiosa no tiene por qué ser creyente. Simplemente tiene que ser una persona respetuosa y comprensiva del hecho religioso. Con que sea conocedor de su área, basta. Es más que suficiente. No tiene que ser católico.
¿Es como pedirle al que hace las crónicas del Real Madrid que sea madridista?
Claro, es inconcebible. O que vaya a hacer la Junta General de Accionista del Banco de Santander uno que tenga acciones allí. Eso ni se plantea en un periódico.
¿Y no estamos demasiado acostumbrados en este país a que las voces más importantes de la información religiosa hayan sido tradicionalmente sacerdotes o personas muy afines al catolicismo?
Sí, ahora se echa de menos la confesionalidad, y la tendencia concreta dentro de la confesionalidad. Pero bueno, habrá que acostumbrarse a que el hecho religioso sea tratado desde la perspectiva de la distancia, al margen de la confesionalidad. También hay que comprender las posturas actuales, porque alguna gente que ha hecho información religiosa lo ha hecho desastrosamente, para combatir. Lo ha usado como arma de guerra, y no tiene sentido. Es como si yo me pongo a hacer información económica para hundir al Banco Santander. La profesionalidad que se nos exige se tiene que aplicar a todas las ramas de la información.
¿Cuáles son las claves, desde tu punto de vista, para una buena información religiosa en medios generalistas?
A parte del conocimiento profundo del hecho religioso, de sus variantes más anecdóticas, de las formas de hablar y la cultura religiosa, creo que tiene que haber también mucha comprensión del hecho religioso. Conocimiento y comprensión. Creo que no se necesita ninguna cualidad más. Hay que buscar fuentes acudiendo a todos los sectores en disputa, trabajarlas… lo normal en la actividad de cualquier periodista.
¿Cuáles van a ser las próximas jornadas?
No lo sé. Como cada año, buscaremos un tema que pueda ser de interés para la gente que está trabajando en este campo. Esto no es un libro o una investigación para la gente de la calle, aunque al final todo cae en el mismo sitio. Es para profesores o periodistas que se están especializando en el tema religioso, que, sorprendentemente no es un campo muy demandado en la investigación académica. A mí me sorprende mucho, porque la prensa católica en nuestro país tiene un pasado riquísimo. Discutible, pero fuerte y relevante. Sin embargo, de todos los temas que se publican y se estudian, no se encuentra correspondencia entre el peso que esto ha tenido históricamente, y el caso que le hacemos en nuestros días.
¿Hay pocas tesis doctorales?
Pocas.
¿Y la cantera? ¿Hay personas que quieran dedicarse a la información religiosa?
Sí, eso sí. Nosotros tenemos un máster de información socio-religiosa, y hay estudiantes que optan por esta rama. No sé luego el mercado lo asume, pero interés sí hay.
¿Cuál es el futuro de la información religiosa?
El hecho religioso es algo presente en nuestra sociedad, y continuará presente gracias a Dios. Naturalmente, harán falta profesionales en consonancia con lo que la sociedad necesita, y por lo tanto, esto no se agota en sí mismo. El hecho religioso es mucho más amplio que ir a misa o no ir. Es una preocupación humana, y mal iríamos si esta preocupación no existiera, porque eso querría decir que hemos entrado en una sociedad materialista que no ve más allá de sus narices. Y eso sería terrible.
TITULARES:
Lo religioso no es radical, pero la oposición violenta y visceral a lo religioso
La Iglesia católica es jerárquica, y no ha tenido necesidad ni ganas de informar
Los medios de comunicación son la gran plaza pública de la Iglesia
El periodista religioso tiene que conseguir vender la información en su propio medio para que se publique, además de conseguir que venda luego ante el público
El hecho religioso es mucho más amplio que ir a misa o no ir