"Los indígenas ya hemos sido reconocidos en la Constitución de 2008. Ecuador es una república intercultural"
(Irene López Alonso, Ecuador).- En Ecuador los volcanes tienen sexo. Taita Cotopaxi o Mama Quilotoa, Mama Tungurahua o Taita Chimborazo les llaman, los pueblos nativos de lengua quichua, según sean hembra o macho, mamá o papá.
Ese mismo sobrenombre le dan las comunidades indígenas de Guamote a Monseñor Leónidas Proaño, obispo ecuatoriano célebre por impulsar la reforma agraria en los años 60. El reparto de la tierra o, más bien, su devolución.
«Taita Leónidas Proaño defendió al sector indígena del Ecuador cuando el resto de la sociedad lo discriminaba», narra Aurelio Roldán, dirigente indígena de la comunidad de Palmira-Dávalos.
Allí, en medio del puro páramo andino, Manos Unidas ha construido un sistema de riego para abastecer a las comunidades de la región.
Aurelio cuenta que Leónidas Proaño creó escuelas radiofónicas en los cerros de la provincia de Chimborazo, donde a día de hoy tan sólo un 20% de los niños están escolarizados. También promovió el trabajo comunitario, lo que los indígenas llaman «minga»: jornadas de trabajo participativo e integral en las que toda la comunidad colabora arando la tierra o sembrando papas.
Y los indígenas de Palmira están muy agradecidos por el proyecto de Manos Unidas. Piensan que con esas obras para la captación de agua lograrán la soberanía alimentaria, y ya no será necesario que los hombres de sus comunidades se vean obligados a emigrar.
«A mí no me gusta la palabra pobre», dice Aurelio, «pero así nos consideran».
Por la tarde Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas, es recibida por el Prefecto Provincial de Chimborazo, Mariano Curicama Guamán. Originario de una de las comunidades nativas de la sierra central, el prefecto forma parte del partido indígena PACHAK KUTIK, y también habla de Taita Leónidas Proaño
«Los indígenas ya hemos sido reconocidos en la Constitución de 2008. Ecuador es una república intercultural. Somos 8 pueblos distintos y 21 nacionalidades, a los que el economista Rafael Correa concedió gobiernos autónomos descentralizados», explica. Y da a entender que ya pasaron los tiempos en que el obispo del poncho tomaba la iglesia de Palmira para protestar contra los terratenientes que explotaban a los indios: «Ahora tenemos que pasar de la protesta a la propuesta».
Por último, la presidenta de Manos Unidas se traslada a la comunidad indígena de Tixán, cuyos miembros se encuentran reunidos en asamblea. Allí les explica a las mujeres que Manos Unidas también es una organización femenina (mayoritariamente), y se muestra satisfecha de poder «tocar y palpar» los proyectos y reservorios de agua que Manos Unidas tiene en la zona.
Una de las mujeres de la comunidad contesta con un discurso en quichua, en el que las únicas palabras que de vez en cuando repite en español son «Dios se lo pague».