Cada mujer, como en cualquier ser humano, existen múltiples rostros que pueden hacerla protagonista de diversos roles, incluyendo también el de activista política
(Margarita Suárez, en Iglesia Viva).- Plantearse la cuestión de la incidencia política de mujeres cristianas conlleva superar un doble condicionamiento. En primer lugar, trascender el arquetipo que presenta al género femenino privilegiando únicamente los aspectos de pasividad, reposo, receptividad. En segundo lugar, mostrar que el cristianismo no es una forma de caridad complaciente con la injusticia.
Tenemos que asumir que en cada mujer, como en cualquier ser humano, existen múltiples rostros que pueden hacerla protagonista de diversos roles, incluyendo también el de activista política .
En este texto voy a presentar diversas acciones colectivas que hacen visible en nuestra sociedad un tipo de cristianismo que inspira luchas por la justicia económica y medioambiental y moviliza por la paz y la oposición al militarismo. Dentro de este modelo de cristianismo, veremos las distintas y muy interesantes formas en que muchas mujeres están desarrollando prácticas de incidencia política. Estas acciones son símbolos proféticos del mensaje cristiano.
Ellas se oponen al armamentismo y a las guerras, defienden la naturaleza y a quienes viven en determinados ecosistemas frente a la depredación ocasionada por las empresas transnacionales, presionan a éstas para que cambien sus prácticas, luchan contra las nuevas formas de precarización y defienden la justicia global. Su acción está acompañada de gestos y signos inspirados en la radicalidad del Evangelio. Me parece que practican lo que Rafael Díaz-Salazar denomina un «profetismo e insumiso». Este autor propone un profetismo cristiano para este tiempo del siguiente modo:
«Generar prácticas de profetismo e insumisión. Con este término quiero salir al paso de la crítica clásica de la izquierda al carácter de la profecía cristiana. La palabra no se refería a la dimensión no-violenta de la misma, sino a su incapacidad para incidir en la historia y crear verdaderas alternativas. Desde esta crítica, el cristianismo no es otra cosa que un conjunto de propuestas y de buena voluntad. Con la propuesta de un profetismo e quiero indicar la necesidad de buscar hoy día mediaciones que traduzcan la radicalidad del profetismo del Antiguo y del Nuevo Testamento – conservando su dimensión no-violenta – y actualicen el carácter conflictivo de la vida y del mensaje de Jesucristo. No se trata de buscar el conflicto por el conflicto, de jugar al radicalismo o de instalarse en una patología de la contestación, sino de ir al fondo de la injusticia internacional y de la cultura de la ceguera y del olvido […] un profetismo radical que vaya más allá de la emisión de documentos y declaraciones, se centre en la acción y traduzca la elocuencia de la vida de Jesucristo. Podemos hablar en este sentido de la creación de formas de vida y de acción que se conviertan en parábolas vivientes» .
A continuación voy a presentar diversas prácticas proféticas de incidencia política realizadas por mujeres cristianas en diferentes partes del mundo. Veremos que son un conjunto valioso y sorprendente de gestos proféticos.
Objetoras fiscales a los gastos militares y activistas por la paz en zonas de guerra
En los años ochenta nació en Italia Beati costruttori della pace. Si bien no es una organización exclusivamente femenina, destaca en ella la participación de mujeres. En su creación intervinieron religiosas y religiosos que se movilizaron por la objeción fiscal contra los gastos militares. En su lanzamiento fue decisivo un documento defensor de esta práctica suscrito en el otoño de 1985 por Lorenzo Belloni, obispo de Trieste y presidente de la Comisión Justicia y Paz, y por diez mil laicas y laicos y cinco mil religiosas, religiosos y sacerdotes. Todos ellos se comprometieron a practicar y difundir la objeción fiscal a los gastos militares. En el documento fundacional se dice: «la paz es central para la Iglesia si quiere permanecer fiel a Cristo Resucitado. La paz no puede ser delegada sino confiada a cada uno en la vida cotidiana».
Esta asociación, además de la objeción fiscal a los gastos militares, ha organizado marchas de interposición no violenta en zonas de guerra como Sarajevo, Kivu o Ramala. También promueve campañas contra la fabricación de minas terrestres, la energía nuclear y las bases militares en suelo italiano.
«Ciudadanas del equipo de intervención de armas de destrucción masiva»
Tres mujeres cristianas se han enfrentado con radicalidad al militarismo estadounidense. Las acciones de Carol Gilberth, Jackie Hudson y Ardeth Platte se sitúan dentro del sector cristiano de oposición al uso de las armas y de solidaridad con las víctimas de las guerras en Afganistán e Irak y en otros países en los que Estados Unidos está implicado de forma directa o indirectamente en conflictos bélicos. Estas mujeres pertenecen a la Orden de Hermanas Dominicas Internacionales. Carol, Jackie y Ardeth fueron condenadas en 2002 y cumplieron penas de prisión entre 30 y 41 meses por las acciones Sacred Earth y Space Plowshares II. En mayo de 2011 fueron nuevamente condenadas por una acción en Y12 Oak Ridge, Tennessee.
El sentido profético y simbólico caracteriza la acción de estas mujeres cristianas. Su acción en «una sola puesta en escena» ha servido para mostrar al mundo las contradicciones de nuestro actual sistema económico-político global militarizado que genera hambre, destrucción medioambiental, muerte y derroche de recursos económicos en armamento.
El 6 de octubre de 2002, Carol Gilbert, Jackie Hudson y Ardeth Plate se dirigieron al silo militar de misiles N-8, en Greeley, Condado de Weld, norte de Colorado, vestidas con monos blancos adornados con las frases: «Especialistas en desarme» y «Ciudadanas del equipo de intervención de armas». Una vez allí, cortaron la valla de tela metálica que rodea el silo de misiles, ingresaron al lugar en el que se encontraban depositados y golpearon con martillos las pistas del ferrocarril utilizado para transportarlos. Posteriormente, usaron su propia sangre y la depositaron en biberones para realizar seis cruces en la cúpula de hormigón del silo militar. Finalizaron su acción con cantos y una liturgia. Cuando los miembros de la fuerza aérea norteamericana llegaron al lugar para detenerlas, declararon que ellas pretendían practicar la promesa del presidente George W. Bush, formulada a principios de 2002, de terminar con las armas de destrucción masiva.
Carol, Jackie y Ardeth fueron arrestadas, permanecieron en la cárcel durante siete meses y tras el juicio fueron condenadas a prisión y a pagar una multa por obstruir la defensa nacional e irrumpir en una propiedad estatal militar. Se negaron a pagar la multa para ser coherentes con los supuestos de su acción: las armas nucleares son la raíz de un sistema social y económico injusto que desvía ingentes recursos económicos que podrían ser empleados en programas para paliar la pobreza y el hambre mundiales. Ofrecieron a cambio de dicha multa una restitución alternativa: una cantidad doscientas veces mayor que la impuesta, donada por cientos de personas en el mundo y destinada a los proyectos de LIFE-GIVING. Dicha restitución fue rechazada por las autoridades judiciales.
Las declaraciones posteriores a su acción, muchas de ellas plasmadas en la correspondencia que mantenían con sus seguidores desde la cárcel, son igualmente elocuentes: «actuamos para transformar las espadas en rejas de arado, nuestra violencia y codicia en cuidado de toda la comunidad de la tierra». Cumplidas sus condenas de prisión y los años de libertad vigilada, han regresado a sus comunidades de origen y han continuado con su activismo político en contra de las armas nucleares norteamericanas. Han vuelto a protagonizar acciones contra bases militares aunque sin igual repercusión mediática que aquella acción de 2002. Los principios que sirven de pilares a una de sus comunidades, la de Johan House, son la no violencia como estilo de vida y la resistencia civil como prácticas de oposición a las armas nucleares y la guerra. Estos principios muestran el trasfondo de su perfomance política. Ellas han optado por «mantener una posición firme en contra de la construcción de imperios, la violencia, las matanzas, los crímenes contra la humanidad y la tierra.» Se concentran «en las armas nucleares como la raíz principal de toda violencia ya que representan una amenaza de homicidio y ecocidio.» Subrayan, además, su creencia en la interconexión de todas las violencias: «la pobreza, los cambios climáticos, el envenenamiento y contaminación de la tierra, la guerra, el desperdicio de los recursos, la tortura, el uso de las armas, la violencia doméstica, los muros entre naciones, la falta de necesidades básicas humanas, los problemas de inmigración y desempleo, etc.»
Las acciones que estas mujeres cristianas llevan a cabo tienen como consecuencia arrestos y detenciones. A raíz de la condena de su acción en Tennessee, Jackie tuvo que ser excarcelada pues había caído gravemente enferma, meses después murió. Sus compañeras manifiestan: «Jackie dio su vida hasta el último suspiro por la abolición de las armas nucleares y por el fin de toda guerra». Por su parte, Carol y Ardeth han escrito declaraciones que sirven de contrapunto a la última sentencia de condena del 16 de septiembre de 2011 y que pueden leerse en la página web de las Hermanas Dominicas Internacionales, bajo el título Nos negamos a ser silenciadas . En ellas explican el sentido de su resistencia civil y su acción política. Resulta muy interesante la forma en que relatan su compromiso y las razones del mismo.
En el juicio del 16 de Septiembre de 2011, Carol Gilbert realizó unas valientes declaraciones inspiradas en la radicalidad de su compromiso cristiano:
«Uno de los aspectos del Carisma de mi Orden religiosa dominicana es «dar a los otros los frutos de tu contemplación.» Durante los 131 días pasados, he estado pensando lo
que diría a esta Corte. Ante todo creo que es necesario hacer algunas aclaraciones: Nosotras no elegimos la prisión […] Nosotras sí elegimos la acción directa no violenta. Elegimos la resistencia civil bajo riesgo de ser arrestadas y encarceladas […] Esta Corte no entiende la diferencia entre desobediencia civil y resistencia civil. La desobediencia civil significa romper una ley específica. Un ejemplo de nuestra historia es la población afroamericana que rompió las ordenanzas racistas del presidente municipal Jim Crow al entrar y sentarse en los comedores, en los cuales estaba prohibido servirles. La resistencia civil es defender las leyes.[…] Quisiera concluir con una narración de nuestra hermana Jackie Hudson. Cuando Jackie hablaba ante el público siempre terminaba pidiendo a la gente «dar un paso fuera de su zona de confort». Venimos ante esta Corte como gotas de agua que con el paso del tiempo pueden erosionar la piedra».
Ardeth Platte declaró ante la misma Corte Penal lo siguiente:
«Magistrado, hemos sido educadas, hemos aprendido y creemos que en esta Corte debe rendir justicia. En esta Corte, las políticas sobre radioactividad causante de cáncer que envenenan la tierra, el agua, los animales y la vida humana deben ser perseguidas y castigadas. En esta Corte el asesinato y los intentos de homicidios deben ser juzgados. En esta Corte la «Disuasión», entendida como amenazas intencionales para matar masivamente dentro de países, debe ser incluida en el juicio como expediente penal.
Antes de ser sentenciada, quiero contarles mi historia. La violencia, la injusticia y la muerte son las que mueven mis acciones. Creo que las armas nucleares son la raíz principal de toda violencia y ésta debe ser abolida[…] Mi postura es la misma que la de mi comunidad religiosa de hermanas dominicas, mi comunidad de Jonah House y mi iglesia católica romana. Estoy influida por un Dios amoroso, por un Jesús no violento que da la vida más que quitársela a otro, por su mensaje: toda la gente está creada a imagen y semejanza de Dios, somos una familia de hermanas y hermanos en el mundo para llegar a ser gente santa, ama a Dios y a tu vecino como a ti mismo, haz el bien a aquellos que te persiguen, perdona setenta veces siete, envaina tu espada. Todos estos mensajes echaron raíces en mí. Me di cuenta que mi voz debía hablar, ¡debía hablar verdad!.
En los años 60 y 70, durante los años de mi educación, el racismo prevalecía, por tanto era correcto y bueno ser parte del movimiento de derechos civiles por la no violencia. Los trabajadores agrícolas eran oprimidos, así que muchas de nosotras nos unimos a César Chávez y a los trabajadores para los boicots y marchas. El sexismo y el clasismo reflejaban la subyugación de la mujer y de los más pobres. Mi corazón y mis ojos se abrieron a la necesidad de la educación, al empoderamiento de las mujeres y a sus luchas organizadas. En cada uno de estos movimientos por la justicia vi la democracia en acción y me uní a ella. Era la manera de lograr un cambio sistémico a través de la acción. Al mismo tiempo la guerra crecía en Vietnam […] Cientos de miles de nosotras fuimos parte de las manifestaciones y la guerra de Vietnam terminó. Pero se siguen construyendo armas nucleares. Cada presidente, excepto Ford, amenazó con utilizarlas, desde Truman hasta hoy. Como armas de destrucción masiva se han vuelto más y más poderosas.
Como acotación interesante, todos mis arrestos en las bases militares fueron por allanamiento […] cada vez que entrábamos a un sitio nuclear era para salvar vidas y detener la toma de rehenes de otras naciones. Durante los años 1980 y 1990 bajo la tutela de abogados, aprendimos las leyes de los Estados Unidos aplicables a armas nucleares, guerra y a nuestras acciones de no violencia […] Las armas nucleares provocan indiscriminada e incontrolablemente la destrucción masiva, violan normas y principios fundamentales de la ley humanitaria y amenazan la existencia de la vida misma. Por lo tanto ahora pregunto: ¿ Es o no un deber detener los crímenes?. ¿Es legal desafiar los tratados?. ¿Es legal matar ciudadanos?. ¿ Es legal bombardear países?. ¿Es legal torturar?. ¿Es legal amenazar con armas nucleares?. ¿Es legal ocupar países y países y establecer 1.000 bases militares en tres cuartas partes de los países del mundo?
¿Es legal para los Estados Unidos dividir al mundo en centros de comando, controlando
De manera independiente los continentes?. ¿Es legal permitir o causar el hambre en las personas y que estén malnutridas aquí y fuera de aquí?. ¿Es legal firmar tratados
¿Es legal firmar tratados sobre un desarme nuclear total y no cumplirlos? Si es legal, ciertamente no es moral. Mi compromiso ha sido y es poner mi mente, mi cuerpo, mi espíritu y mi voz en las líneas para detener la guerra, las armas y las matanzas. Me opongo a todo asesinato a través de las armas de fuego convencionales o de las armas nucleares. Me niego a ser silenciada y no poder denunciar los asesinatos de personas, sociedades, estados y naciones. Rechazo ser silenciada, pues soy consciente de las mentiras que se propagan, de los recursos robados, de los crímenes contra la paz, de los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra. El universo, la Tierra, la creación son sagrados, demasiado maravillosos para ser destruidos.
Se preguntarán por qué estoy tomando tiempo para agregar esta declaración a mi expediente y a mi hoja de antecedentes penales. No me queda la menor duda de que probablemente ya hayan decidido mi sentencia antes de que haya terminado de hablar. Quier invitarles a que sean agentes de cambio. Les pregunto : ¿qué hacen las Cortes penales y los jueces?. ¿Alguno de ustedes será agente de cambio como lo fueron otras Cortes al abolir la esclavitud y el trabajo laboral infantil, dar cobertura jurídica a los derechos civiles y aprobar que fuera posible el voto de las mujeres?. Es un periodo de emergencia, un momento de kairós, un momento clave en la historia. La ley debe abolir las armas nucleares. ¡Vayamos todos nosotros a casa a alimentar al pobre y a servir al pueblo de Dios!. Nunca más lleven a los tribunales a personas de la resistencia civil no violenta… ¡Únanse al movimiento para detener las armas, la guerra y las matanzas!. Fiscales saquen a la luz los casos de contaminación y radiación. Detengan las armas nucleares y procesen a aquellos que infringen la ley. Como diría mi hermana Jackie: «Demos todos otro paso fuera de nuestra zona de confort.» Confío y espero que ustedes sean las personas que algún día lo hagan».
«La muerte de la selva es el fin de nuestra vida». Acción ecologista por la integridad de la Amazonia.
La vida de Dorothy Mae Stang es un testimonio elocuente de incidencia política en el ámbito de la conservación de la naturaleza, el desarrollo sustentable y la lucha por los derechos de las poblaciones autóctonas. Es un caso, que puede incluirse, dentro de otros cientos, en los que mujeres cristianas están comprometidas en luchas ecofeministas, especialmente en Asía, África y América Latina . Dorothy fue asesinada el 12 de febrero de 2005 por dos sicarios en el Estado amazónico brasileño de Pará. Tenía 74 años de edad y pertenecía a la congregación de las Hermanas de Notre Dame de Namur. Esta estadounidense, tras 40 años de trabajo en la región, se había nacionalizado brasileña y se había convertido en una líder de los campesinos por su promoción del desarrollo comunitario y la defensa de la selva amazónica. Había sido distinguida en 2004 con la declaración de Ciudadana de Honor de Pará por la Asamblea Legislativa de dicho Estado y con el Premio de Derechos Humanos, concedido por el Colegio de Abogados del Brasil.
Días antes de su asesinato, había declarado ante la Comisión de Investigación del Congreso del Brasil sobre la destrucción del Amazonas y había realizado una denuncia pública en la que manifestaba que más de ciento cuarenta mil hectáreas estaban siendo escrituradas ilegalmente por terratenientes y madereros para su tala, con la consecuente expulsión violenta de la población civil. Eran pequeños productores rurales de la Amazonía y sus familias, cuyos hogares eran incendiados para forzar su salida de la región.
Dorothy Stang se convierte así, como Chico Mendes, en un símbolo más de la lucha ecológica por la selva amazónica frente a los intereses de grandes terratenientes y empresas madereras, instalados en un sistema económico y de enriquecimiento personal que no entiende de intereses comunes, de solidaridad, sostenibilidad o de derechos de las generaciones futuras y que se ampara en una tradicional impunidad. Luiz Carlos Susin, secretario ejecutivo del Foro Mundial de Teología y Liberación y profesor de la Pontificia Universidade Católica de Rio Grande del Sur/Porto Alegre, se vale de las reflexiones del Procurador Felicio Montes para explicar que la muerte de Dorothy es consecuencia de dos proyectos económicos enfrentados: el tradicional, extractivo y a pequeña escala, llevado a cabo por los pueblos que habitan la selva amazónica y el modelo económico del agronegocio, basado en los extensos monocultivos y la exportación en una economía globalizada, que permite una mayor y más eficaz, a la vez que injusta concentración de la riqueza .
Dorothy Stang sufrió física y emocionalmente las manifestaciones en su contra y las amenazas. Aún así actúo con valor, impulsada por su fe cristiana, y movida por la ilusión de su Proyecto de Desarrollo Sostenible «La Esperanza» que emprendió en 1999, por el que 600 familias campesinas -más de cinco mil personas- se beneficiarían de la reforma agraria de 130.000 hectáreas de tierra y por el que se desarrollaría una comunidad agraria armónica con el hábitat amazónico del que dependían. Las condiciones, circunstancias y razones de su muerte por oponerse a los terratenientes madereros constituyen un revulsivo profético para continuar con la defensa del medio ambiente y de las comunidades indígenas que en muchos países son expoliadas por empresas exportadoras.
El activismo en el mundo de las grandes empresas y la lucha por el control ciudadano de la responsabilidad social corporativa.
En este mundo de desigualdad planetaria, en el que el capitalismo financiero y las grandes corporaciones son factores claves para el enriquecimiento de miles de personas y el empobrecimiento de millones de seres humanos, resulta especialmente significativa la acción de mujeres cristianas en el control social del mercado financiero y de las empresas transnacionales. Representantes de varias religiones y mujeres cristianas de diversas iglesias crearon en 1973 el Centro Ecuménico sobre Responsabilidad Corporativa.
Esta acción por la justicia económica está siendo realizada con especial intensidad por las hermanas de San Francisco de Filadelfia y Nora Nash, la directora de su Comité de Responsabilidad Corporativa, cuya actividad ha tenido gran repercusión mediática, hasta el punto que el The New York Times ha informado sobre sus luchas . Estas franciscanas crearon en 1980 dentro de su congregación un Comité de Responsabilidad Corporativa cuyo propósito era analizar «el buen hacer de las empresas en las que tenían invertido el dinero para su jubilación» y en 1981 coordinaron sus acciones con la Coalición por una Inversión Responsable en Filadelfia. A partir de estas acciones, empezaron a desarrollar un activismo que funciona de la siguiente manera. Eligen grandes corporaciones empresariales cuya actividad ha sido socialmente cuestionada, compran la cantidad mínima de acciones que les permiten presentar «resoluciones» en la junta anual de accionistas de la compañía. Tales «resoluciones» constituyen propuestas que incorporan políticas empresariales que atienden a las preocupaciones de la gente: mayor justicia económica, sostenibilidad medioambiental, oposición al desarrollo de la energía nuclear, etc. Ellas actúan para conseguir que sus propuestas sean votadas en la Junta de accionistas. A través de estas acciones, Nora Nash, ha logrado, según The New York Times, «convertirse en la conciencia de Wall Street mediante sus contundentes denuncias».
Cuando falleció Francis Bachman, fundadora de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia, dejó grabada en la orden su máxima: «Quien no arriesga, no gana». Esta orden mantiene, por su carisma fundacional, una gran valentía evangélica y un compromiso comunitario con los derechos humanos y el medio ambiente. El activismo de Nora Nash y sus compañeras franciscanas y de otras congregaciones religiosas e iglesias es valiente e incisivo. En el distrito financiero de Nueva York recuerdan a los directivos del poderoso banco de inversión Goldman Sachs que deben proteger a los consumidores, moderar el sueldo de sus altos ejecutivos, aumentar su transparencia y pensar en los pobres. DuPont ha sido forzada a realizar memorias de sostenibilidad ecológica gracias a su presión. Chevron ha sido presionada para implementar un programa industrial con el fin de monitorear sus emisiones de gas a la atmósfera y reducirlas. En empresas como McDonalds, Wal-Mart, Macy’s o Procter & Gamble han conseguido que se examine la cadena de suministro para evitar «la compra de productos derivados del trabajo infantil, la explotación o el tráfico de personas.» En corporaciones empresariales dedicadas a la alimentación, tales como Campbell’s Soup, Coca-Cola o Heinz, han logrado que incluyan en su actividad programas de agricultura ecológica y de herramientas de control de su uso del agua. Se han opuesto al fomento del desarrollo de armas nucleares de General Electric y últimamente se han sumado a la causa anti-fracking, controvertida técnica de recolección de gas natural por su impacto químico en el medio ambiente.
A pesar de estos logros, muchas veces sus propuestas no son apoyadas con el voto de los accionistas, pero alienta saber que algunos de estos directivos, a cuyas políticas se oponen, llegan a afirmar que, más allá de la efectividad de sus «resoluciones», ellas llaman la atención sobre temas que los propios accionistas desconocen (McCormick, Glass, Lewis & Company). Pero, además, su activismo tiene otro componente importante: su Comité de Responsabilidad Corporativa cuenta con un con un Fondo de Justicia Social para otorgar préstamos a bajo interés a organizaciones sociales diversas.
Nora Nash y sus compañeras franciscanas no actúan solas, incluso el movimiento Occupy Wall Street ha apoyado sus acciones. Además, trabajan en alianza con diversas congregaciones religiosas e iglesias dentro del Centro Interreligioso de Responsabilidad Corporativa (ICCR, Interfaith Center on Corporate Responsability). Se trata de una entidad ecuménica, cuyo objetivo inmediato pretende la transformación del mundo empresarial para la consecución de una comunidad global justa y sostenible. Aunque el ICCR inicia actividades de manera previa al Comité de Responsabilidad Corporativa de las Hermanas Franciscanas de Filadelfia, su actividad se ha visto potenciada por las intervenciones de la franciscana Nora Nash, al interior de las distintas corporaciones en las que ésta participa en calidad de accionista.
Presión política en Naciones Unidas y en la Unión Europea
Mujeres cristianas han creado la Asociación para la Justicia Global que trabaja para que la sociedad civil sea escuchada en Naciones Unidas. Se trata de una red de órdenes religiosas y grupos de laicas y laicos que trabajan activamente en el ámbito de Naciones Unidas para que las personas conozcan este organismo y aprendan a plantear a la ONU asuntos relacionados con la situación de los empobrecidos del mundo. Esta Asociación ejerce presión para que los problemas de estas personas sean tenidos en cuenta en las esferas de decisión política internacional. Su funcionamiento como «red» aprovecha el conocimiento cercano que religiosas y religiosos tienen al trabajar con poblaciones vulnerables en todo el mundo. Lucienne Siers, religiosa dominica, es la directora de esta red.
En la web de las Hermanas Dominicas Internacionales se caracteriza este trabajo de presión política como un «ministerio de predicación en las Naciones Unidas». Su tarea es «encontrar una manera de exponer las acciones injustas y darlas a conocer a los líderes, ministerios o representantes de los países que estén dispuestos a actuar.»
Un trabajo similar desempeña la Red África-Europa Fe y Justicia (AEFJN). En el nº 243 (2010) de esta revista, Begoña Ibarra publicó un texto muy completo sobre su identidad y acción. Se trata de un proyecto misionero inter-congregacional que, partiendo de su experiencia de vida en África y del análisis de las causas de la injusticia estructural que sufre la región, pretende hacerse presente en los centros de decisión política de la Unión Europea. Surgió siguiendo la estela de Africa Faith and Justice Network que se creó en 1986 y se estableció en Washington para influir en la política económica norteamericana hacia África. AEFJN se creó en 1987 y al año siguiente establece su Secretaria en Bruselas, centro de decisiones de la Unión Europea. Por cuestiones de espacio, remitimos al texto citado para quien desee tener más información sobre esta organización.
Las luchas contras los planes de ajuste que reducen el gasto social
La lucha de mujeres cristianas por la justicia social ha tenido recientemente una nueva forma de manifestación en Estados Unidos. Se trata de la campaña Nuns on the Bus: Nuns drive for Faith, Family and Fairness (Monjas en el bus por la Fe, la Familia y la Equidad). Está organizada por la LCWR- Conferencia de Mujeres Líderes Religiosas para manifestarse en contra del plan de ajuste presupuestario propuesto por los republicanos. Las promotoras de la campaña se suman con esta original acción a las manifestaciones hechas por la Conferencia de Obispos Católicos en una carta enviada al Congreso norteamericano para oponerse a dicho plan por considerarlo «moralmente indefendible y una traición al principio católico de la solidaridad». El controvertido plan pretende privatizar parcialmente el sistema Medicare que ofrece cobertura sanitaria a las personas de tercera edad y jubilados, así como reducir otras partidas sociales.
La campaña se está apoyando, además, en grupos de presión afincados en Washington que desde allí inciden políticamente en los debates del Congreso. El recorrido del bus comenzó en Iowa el 18 de junio de este año (2012) y terminó en Virginia el pasado 2 de julio, después de recorrer los estados de Wisconsin, Illinois, Indiana, Michigan, Ohio, Pennsylvania y Maryland. Una de sus primeras paradas fue para entregar a Paul Ryan – padre del Plan de Ajuste del Partido Republicano y candidato a la Vicepresidencia del país por este partido- un proyecto alternativo en el que, a diferencia del suyo, se prime el gasto en los centros de acogida para los «sin techo», los comedores sociales y las prestaciones sanitarias y, a la vez, se reduzca el gasto militar. Se da la paradoja que estas religiosas se han opuesto públicamente a Ryan que es un católico neoconservador. Además, han visitado refugios para la gente sin vivienda, comedores caritativos, escuelas y centros sanitarios para acentuar su compromiso con los más empobrecidos por la actual crisis capitalista.
La LCWR ha tenido diferencias importantes con el Vaticano por algunos de sus planteamientos en temas como el sacerdocio femenino, el aborto o el matrimonio homosexual. De hecho, consideran que el Vaticano prefiere que den prioridad a estos temas antes que a los relacionados con la injusticia económica y social. En 2010 estas mujeres cristianas realizaron públicamente una acción de incidencia política cuando firmaron una declaración a favor de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama. Este gesto tuvo impacto en la opinión pública y favoreció su aprobación final.
Es muy interesante constatar el profetismo de estas mujeres cristianas y la firmeza de sus convicciones y prácticas. En la Asamblea Nacional de la LCWR, celebrada en agosto de este año, han manifestado estar preparadas para entablar un «diálogo franco y honesto» con el Vaticano, pero manteniéndose firmes en sus principios . La LCWR agrupa al 80% de las religiosas católicas de Estados Unidos.
Superación del patriarcado y cristianismo feminista. Los significados de la insumisión y las luchas socio-políticas de mujeres creyentes
Una vez presentadas este conjunto de acciones de incidencia política, quisiera concluir volviendo al inicio de este artículo. Nuestra cultura fuertemente imbuida en el patriarcado también ha estado marcada por ciertas dicotomías: materia/espíritu, bondad/maldad, actividad/pasividad, hombre/mujer. Nuestra sociedad postmoderna, al romper los grandes metarrelatos que daban cuenta de la realidad, ha conseguido mostrarnos que la realidad es mucho más compleja, variada, rica, sutil y audaz y no se corresponde plenamente con nuestros necesarios pero frágiles esquemas iniciales de aproximación a la realidad.
Nuestras presencias femeninas muchas veces han tenido que limitarse a responder a los roles construidos y asignados bajo el patriarcado. Joan Chisttister, en sus memorias espirituales, se refería a una de estas dicotomías:
«La vida espiritual puede ser una gran trampa, una larga incursión en la irrealidad. La ilusión de la paz perfecta nos persigue a todos, y la alimentamos en la oración, el rito y la contemplación destinados a sustraernos del estrés y las tensiones del mundo que nos rodea. No oramos con el fin de obtener fuerzas para afrontar la vida tal como es; oramos para ignorar la vida tal como es. (…) Creamos un falso dilema y le llamamos «santidad»: lo sagrado versus lo secular; Dios versus el mundo; la espiritualidad versus la mundanidad. Buscamos a Jesús en el templo, pero nunca entre la multitud.»
Los casos que he presentado nos muestran a mujeres cristianas conscientes del mundo en que viven, cómplices de los movimientos sociales de «su» tiempo, activas e involucradas en las luchas más acuciantes del ser humano en nuestro siglo. Mujeres que con gestos que rayan en lo estético, lo sutil, lo heroico, consiguen ser como flechas que apuntan contra la opresión, la injusticia, la desigualdad. Mujeres que se constituyen en «parábolas vivientes», usando nuevamente la expresión de Rafael Díaz-Salazar citada al inicio de este texto, y encarnan con sus propias vidas el revulsivo mensaje cristiano.
Son mujeres que han activado el rol de la autonomía, la independencia, la resistencia para hacerse parte de una corriente más amplia que apuesta por lo frágil, lo pequeño y necesitado, pero con una fuerte voluntad de incidencia política.
Mujeres contundentes, pero suaves; capaces de trastocar las imágenes de ciertos imperios y que no se perdonan -parafraseando a Joan Chittister- su desinterés por los problemas de su tiempo. Son mujeres que se han hecho conscientes del poder profético de lo espiritual y que se han dado cuenta, como afirma Chittister en el libro citado, que «es la relación entre el poder y la justicia la que marca la diferencia entre la búsqueda del reino de Dios y la búsqueda de la autosatisfacción espiritual» (pg. 130-131) .
Sus vidas son un testimonio del Dios del amor. Por eso, sus acciones de incidencia política son presentadas por algunas como «predicación» de las mujeres. Predicar no es formular una retórica para conseguir la fe de otros a toda costa. Más bien, es una forma de transmitir el amor de Dios al mundo. Simone Weil lo expresó muy acertadamente en El conocimiento sobrenatural : «Dios está ausente del mundo, salvo en la existencia en este mundo de aquellos en quienes está vivo su amor. Por ello tienen que estar presentes en el mundo por la misericordia. Su misericordia es la presencia visible de Dios en este mundo» . Me parece que este texto muestra muy bien el significado de las luchas de estas activistas cristianas.