Sólo una cosa hace posible ese don capaz de devolvernos una nueva ingenuidad y de transformar la realidad en armonía. Ese requisito es la humildad
(José Ignacio González Faus).- A Anna, a quien la sola pregunta: «¿y si fuese verdad que Dios se ha hecho hombre?«…, le cambió la vida. Más allá del ser cristiano o no, los días de Navidad siguen conservando un atractivo extraño que perdura incluso falsificado por un consumo irracional.
Creo que es posible identificar ese atractivo si comprendemos que la Navidad (desde su origen como celebración del hacerse hombre de Dios) no es más que la fiesta de lo humano.
Todos intuimos más o menos vagamente que lo humano es una maravilla pero que necesita ser curada y potenciada. La Navidad es el anuncio de que la puerta hacia esa sanación y esa potenciación está abierta, aunque no lo parezca en este mundo inhumano.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: