Una Iglesia rural, samaritana y misionera, al ocuparse de los gemidos de quienes habitan esta tierra, en ocasiones “tierras de penumbra”
(Andrés Borrallo).- No sé cómo ni de qué manera, pero algo tan cotidiano como una reunión de diversos representantes de Caritas, de una zona rural de Extremadura, hizo que me sintiera gozoso. Y la cosa no era para menos. Fueron 26 personas, venidas de pequeños pueblos en las Vegas Altas del Guadiana: Valdehornillo, Vivares, Casar de Miajadas, Puebla de Alcollarín, Pizarro, Campo Lugar, Alonso de Ojeda y Miajadas, pertenecientes a las diversas Caritas de sus respectivas parroquias, queriendo acometer, en estos tiempos de crisis, no dar el pescado, sino buscar la promoción de poner en manos de los parados la caña.
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