Porque en Navidad los cristianos no celebramos simplemente que la esperanza haya entrado en la historia, sino que esta es esperanza en un crucificado
(Jorge Costadoat, sj).- Navidad otra vez. En ésta y tantas otras partes del mundo, muchas personas vuelven a creer en el amor. Lo hacen, a menudo, después de un año duro o frustrante.
En un año nos puede pasar de todo. A más de uno ha podido «morderlo» la desesperación. Volver a cantar noche de paz lo puede consolar o irritar.
Ha habido muchas navidades. Habrá otras más. ¿Cuántas? Cualquiera sea el número, lo que importa es que la humanidad crea de nuevo en sí misma, no obstante su vulnerabilidad. La Navidad tiene sentido cuando la vulnerabilidad de la humanidad, su precariedad y su mortalidad, en vez de constituir meros límites, se convierten en los accesos precisos al misterio definitivo de los seres humanos.
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