José era un judío de pura cepa: como tal detestaría la ocupación romana de Palestina con toda su alma y tributar de grado a los que le chupaban la sangre
(Ramón Baltar).- Los autores sagrados que cuentan el nacimiento de Jesús de Nazaret no se cuidaron de que la figura humana de su padre saliera bien parada. El que menos Mateo (1,8-2,12), que retrata de marido inconsciente y galileo sumiso al poder de Roma. Esto no se le hace al carpintero que labró la cuna y los juguetes del Niño.
Los acostumbrados a cribar lo que leen encuentran inverosímil la decisión de José de subir a Belén de Judea con María a punto de parir. Lo es porque separando Nazaret de la ciudad de David obra de 120 quilómetros, camino para recorrer en unos cuatro días; como marido discreto y amantísimo que demostró ser no expondría a su mujer a los peligros de un viaje de esa naturaleza. De que no tuvo dudas, es prueba bastante que Yahweh no lo aconsejara en sueños (modo de comunicación que hoy llamaríamos fax interior).
Tampoco convence el motivo del viaje: apuntarse en el censo decretado por Augusto sobre todo el Imperio para fijar el número de contribuyentes, obligación de la que estaban dispensados los residentes en Galilea. Darlo por bueno es olvidar que José era un judío de pura cepa: como tal detestaría la ocupación romana de Palestina con toda su alma y tributar de grado a los que le chupaban la sangre. Por lo cuyo, estamos autorizados para suponer que no claudicaría e imaginar su turbación cuando años después Jesús mandó hacerlo.
Pero estas incongruencias no impedían a sus audiencias captar el mensaje que portaba el relato del imaginativo evangelista (lo de la estrella haciendo de GPS a los camellos de los Reyes Magos es una genialidad): el retoño que les nació a José y María estaba señalado por el Innombrable para armar una muy gorda aquí abajo. Esto equivale a ofrecerlo como el Mesías que esperaban los judíos.
La verdad histórica es que el Hijo del Hombre no reunía las requisitos para serlo: no los necesitaba el soñador y heraldo de un Reino fundado en la compasión y la fraternidad. Aunque nos empeñamos en retrasarlo, llegará.