Si la Iglesia no toma otro giro, pronto se verá completamente desahuciada. Por más que cuente con el apoyo de los políticos. El apoyo que Jesús nunca quiso
(José María Castillo).- El ministro Wert ha dicho que la religión se va a enseñar en las escuelas «por motivos políticos». Y la Conferencia Episcopal, ante semejante afirmación, no ha dicho ni pío.
Los obispos dan muestras de estar de acuerdo con el ministro. Lo cual, por lo demás, resulta comprensible. A una notable mayoría de la población, ya no le interesa la religión «por motivos religiosos». Pues, al menos, que «por motivos políticos», la religión se siga enseñando. Así, nuestros obispos seguirán teniendo motivos para justificar los cargos que ocupan, las leyes que les favorecen y el dinero que reciben del Estado.
Por supuesto, yo sé muy bien que los obispos tienen otros motivos, más serios y más profundos, para justificar su razón de ser y su presencia en la sociedad. Pero aquí es donde yo quería venir. El argumento, que explica por qué hay obispos, radica en que ellos son los «sucesores de los apóstoles». Es decir, la misión de los obispos consiste en ser testigos de lo que fue la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Pero resulta que todo eso interesa cada día menos a la mayoría de la población. Lo estamos viendo: las iglesias vacías, los conventos vacíos, los seminarios otro tanto. Y así sucesivamente. ¿Qué le pasa a la religión católica?
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