La paz viene siempre por dos raíles y, la responsabilidad personal por los derechos humanos violados, los anuda en una sola vía
(José Ignacio Calleja).- No me emociona esa paz que aparca tantas «cosas» cuando a ETA le conviene; parece una ética política de goma; de goma de estirar y de borrar; de goma de mascar, para tragar silencios sin ahogarse; no estoy de acuerdo en ir a la manifestación de Bilbao; no puedo ir. No he ido.
Sin embargo digo «sí»; digo que la ley común y justa sea ley para todos los presos de cualquier condición; y si no es justa, – y parece que no lo es -, que lo sea, que lo sea ya y para todos; de aquí y de allá; para todos.
Son dos cuestiones bien distintas. Habría que reconocerlas por separado. La una no es condición de la otra; menos aún se determinan entre sí; habría que reconocerlas a la vez y por separado.
La paz no viene de «Bilbao» por un solo raíl; la manifestación de Bilbao ha sido como el tren por un solo raíl; pero la paz viene por dos raíles; como siempre, por dos raíles. La paz no viene callando sobre el pasado, dejando aparcado lo peor, hasta que el polvo lo haga irreconocible. La paz viene siempre por dos raíles y, la responsabilidad personal por los derechos humanos violados, los anuda en una sola vía. Del reconocimiento público de esa responsabilidad, personal y social, también se debió tratar en Bilbao.
Las víctimas no admiten comparaciones ni se compensan entre sí; sean las que sean, nunca se comparan ni se compensan; lo son por sí mismas, y de una en una; en esto no hay momentos oportunos e inoportunos; en Bilbao, las víctimas de ETA eran inoportunas. Es digno y justo decirlo ya y en todos los momentos. Todas las víctimas, de una en una, y sin compensaciones. La paz llega por dos raíles, el de la justicia para todos y el de la verdad. No es bueno juntarse por millares y millares para estirar de la justicia solo «un poco». Tras la justicia y la verdad, incluso acompañándolas en su humanización, ya pensamos en el perdón. Libre, personal, intransferible. Humano y cristiano. Eso sí está en manos de la libertad de cada uno, pero de la justicia hay que tirar más en serio que en Bilbao.