Misionero: "No queremos que la población local nos vea como una especie de 'reyes magos'"
Los niños españoles recaudaron el año pasado cerca de 2,4 millones de euros para financiar proyectos que buscan ayudar a la infancia en distintos países, dinero que ha permitido que 130 jóvenes de una pequeña escuela de Gokwe (Zimbabue) hayan podido estrenar pupitres este curso.
Desde hace 170 años, a través de la Obra Pontificia Misionera, niños de todo el mundo realizan anualmente pequeñas aportaciones económicas que depositan en las tradicionales huchas de cartón para el Domund o en las parroquias y gracias a las cuales se llevan a cabo en todo el mundo más de 2.700 proyectos educativos, sanitarios, sociales, catequéticos y asistenciales.
Bajo el lema «Con los niños de Europa… acogemos a todos como Jesús» se celebra mañana, 27 de enero, la Jornada de la Infancia Misionera, que busca promover la ayuda recíproca entre los niños del mundo siguiendo la filosofía de esta organización «los niños ayudan a los niños».
Ejemplo de esto es la experiencia que relata el sacerdote diocesano y misionero Carmelo Pérez-Aradros, que trabaja desde hace 25 años con 622 jóvenes de entre 6 y 14 años en la escuela primaria de Mapfumo, en Gokwe (Zimbabue).
Infancia Misionera ha colaborado este último año con 4.500 euros para comprar mobiliario en esta escuela. Gracias a esta aportación, 130 niños y niñas cuentan desde ahora con 65 pupitres dobles. «Estamos profundamente agradecidos», señala Pérez-Aradros.
Todo esto forma parte de un proyecto más amplio que consiste en la construcción de dos edificios que albergarán cuatro aulas y la renovación de otras cuatro instalaciones más, además de la compra de mobiliario escolar y material para los estudiantes.
El centro educativo de Mapfumo es una escuela rural que se encuentra a 15 kilómetros de Gokwe, capital del distrito de Gokwe South, una zona densamente poblada y en la que son escasos los lugares destinados a la enseñanza de los menores: «no hay otra escuela primaria a diez kilómetros a la redonda».
«Es un proyecto que no nace de mi iniciativa, sino de la de ellos, que lo necesitan desesperadamente. Me lo han pedido reiteradamente», asegura.
Este misionero subraya que la educación «es el pilar del desarrollo de un pueblo». «La mitad de los alumnos no tiene aulas, y recibe su formación debajo de los árboles«, lamenta.
Sin embargo, señala que el mayor problema al que se enfrentan es cómo implicar verdaderamente a los beneficiarios de este proyecto. «Que no nos vean como una especie de ‘reyes magos’, sino que haya aportación local, en forma de trabajo y también con pequeñas contribuciones en dinero».
«Lo importante es sensibilizar y educar a los alumnos y padres, contagiarles la ilusión y el esfuerzo por este proyecto y concienciarles de que ellos deben ser los protagonistas y artífices de su propio desarrollo«, subraya.
El lema de Infancia Misionera «Los niños ayudan a los niños» se hace realidad en esta pequeña comunidad. «La aportación en comparación es más generosa aquí que en cualquier país desarrollado, ya que los pobres saben ser generosos desde su pobreza», explica Pérez-Aradros.
La aportación principal llega de los adultos, y una pequeña contribución viene de los niños, «de lo poquito que tienen».
«Le he hecho saber a toda la parroquia que a través de la escuela de Mapfumo hemos sido beneficiados con 4.500 euros, y están muy agradecidos a los niños y niñas de todo el mundo que les han ayudado», concluye. (RD/Agencias)