Benedicto XVI, desde el inicio de su pontificado, comenzó las sanciones, suspendiendo a los sacerdotes de los casos más vergonzosos
(Guillermo Gazanini).- Desde 2002, cuando se destapó el escándalo de abusos sexuales en Boston, la Iglesia católica ha padecido el viacrucis de los ministros que han abusado de la confianza y de la inocencia de miles de jóvenes y niños.
La jerarquía comenzó a entender que los casos de pederastas y abusos no podían seguir cubriéndose y, por el bien de las víctimas y acabar con la impunidad, comenzó a dar pasos legales y canónicos para formular normas contundentes y castigar a los responsables.
Benedicto XVI, desde el inicio de su pontificado, comenzó las sanciones, suspendiendo a los sacerdotes de los casos más vergonzosos, lamentablemente para México, el caso Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, ahora en proceso de reestructuración y de sanación de las heridas, después de haber fincado un culto y confianza desmedidas en su fundador quien resultó ser un delincuente y traidor a la confianza de sus fieles, a la Iglesia y a Dios mismo.
Para leer el artículo completo, pincha aquí:
Comentar desde Facebook