Tocados y cautivados por la fuerza de la palabra divina, tanto Isaías como Pedro, desde su fragilidad humana se convierten en testigos de la acción liberadora de Dios
(José Cervantes).- El principal texto paulino sobre el Resucitado (1 Cor 15,1-5) presenta el contenido originario del evangelio cristiano, que anuncia a Cristo muerto y resucitado en una de las confesiones de fe más antiguas de la Iglesia, y que en los años cincuenta de la era cristiana ya estaba acuñada y forjada como una pieza tradicional de la fe.
Según dicha fórmula, a modo de credo primitivísimo, el evangelio recoge el misterio de la pascua cristiana, que proclama a Cristo muerto y sepultado, resucitado y manifestado a los apóstoles, como fundamento de la gran esperanza cristiana. En medio de toda noche oscura, en medio de las tribulaciones del mundo presente, como aquella mañana de Pascua y como toda mañana de sufrimiento, el Resucitado sale al encuentro de todo ser humano, para tocar a cada persona y trastocar el rumbo de la vida haciendo nuevas propuestas de testimonio en el mundo.
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