Hemos valorado de modo especial las palabras dirigidas a la vida consagrada
Continúan las reacciones a la renuncia de Benedicto XVI. En esta ocasión, reproducimos las palabras de los superiores de las Hijas de María Auxiliadora (salesianas), los Agustinos y los Carmelitas.
Sor Yvonne Reungoat, Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas), ha dirigido una carta a Benedicto XVI agradeciendo, en nombre de toda la Congregación, los años de servicio a la Iglesia. Reproducimos el texto completo:
Carta de gratitud de la Madre General de las Salesianas al Papa Benedicto XVI
Roma, 11 de febrero de 2013
Beatísimo Padre, hemos conocido la noticia de su dimisión como Obispo de Roma y como Sucesor de Pedro como Guía de la Iglesia universal, a partir del 28 de febrero próximo. Acogemos esta comunicación, que nos ha sorprendido, con gran respeto, meditando las palabras con que Usted mismo lo ha anunciado: «Después de haber examinado repetidamente mi conciencia delante de Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, por la edad avanzada, no son ya las necesarias para ejercer de modo adecuado el ministerio petrino».
Conmoción y gratitud son sentimientos que conviven en nosotras y se convierten en petición de bendiciones y de gracias para Usted.
Gracias, Santidad, para haber conducido la Iglesia en fidelidad a Cristo y con gran atención a los signos de los tiempos. Usted ha llevado la barca de Pedro hacia rutas seguras, confirmándola en la esperanza, que tiene sus raíces en el misterio pascual de Cristo.
Su dimisión tiene lugar en el año de la fe, y a la luz de la fe queremos leer este acontecimiento que nos ha dejado sorprendidas y admiradas: por lo inesperado y por la serenidad y la inteligencia con las que nos lo ha dado a conocer.
Gracias, Santidad por el regalo precioso de su Magisterio ordinario y extraordinario, que nos seguirá guiando en los años futuros y en el que nos hemos inspirado constantemente como Instituto.
Su primera carta encíclica Deus caritas est enseguida fue para nosotras motivo de entusiasmo y de gratitud. Nos confirmó en el camino trazado por nuestro Fundador con el Sistema preventivo para la educación de la juventud, basado en el amor que lleva hacia la plenitud de la felicidad en Cristo. Su rico Magisterio ha sido para nosotras una escuela de vida, una invitación a la esperanza, a la solidaridad, a la paz y, sobre todo, a orientar nuestra existencia hacia Aquel que es el único que puede darle sentido y dirección.
Usted nos ha indicado constantemente el camino de la santidad, se ha hecho peregrino de la paz por los caminos del mundo, orientando a la humanidad hacia una convivencia pacífica y solidaria basada en valores universales. Hemos valorado de modo especial las palabras dirigidas a la vida consagrada. Durante la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización hemos escuchado con amor y gratitud su palabra y sus orientaciones, plenamente dispuestas a hacerlas vida en nuestra misión de educadoras.
Queremos asegurarle nuestra oración, llena de gratitud y de amor. Que el Señor Jesús acompañe a su Iglesia con el regalo de un Pastor que siga llevando el anuncio de su evangelio con el valor de la verdad, la humildad, la libertad y el testimonio que hemos admirado en Usted.
Siéntanos filialmente cercanas.
Sor Yvonne Reungoat fma
Por todas las Hijas de Maria Auxiliadora
Por su parte, Miguel Miró, prior general de los Agustinos Recoletos, escribió otra nota en la que da las «gracias a Benedicto XVI por tener a san Agustín como compañero de viaje«.
Nos ha sorprendido la noticia de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado. El Papa ha confesado que después de examinar ante Dios reiteradamente su conciencia, ha llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tiene fuerzas para ejercer adecuadamente su ministerio de dirigir la Iglesia. Un gesto admirable de humildad y sinceridad que revelan su profunda vida espiritual y su alta calidad humana.
La Familia agustino-recoleta agradece de corazón a Benedicto XVI su magisterio y servicio de caridad a la Iglesia universal. De modo particular, le agradecemos que a través del estudio y de la oración haya conocido de cerca a san Agustín y lo haya tenido como «buen compañero de viaje en su vida y en su ministerio», como ha manifestado en varias ocasiones (Audiencia, 25.9.2010).
Benedicto XVI nos ha recordado que san Agustín «sigue realmente vivo en sus escritos, está presente en nosotros y de este modo vemos también la permanente vitalidad de la fe por la que dio toda su vida» (Audiencia, 20.2.2008). Sus referencias constantes al Obispo de Hipona nos han hecho sentirnos más unidos al Santo y a él.
Os invito a todos a invocar con fe al Espíritu Santo para que ilumine a los cardenales que elegirán al nuevo Papa y conforte con la paz a Benedicto XVI en su vida de retiro, estudio y oración al servicio de la Iglesia.
Finalmente, P. Saverio Cannistrà ocd, general de los carmelitas, ha publicado otra misiva en la que señala cómo «en estos años de servicio de su parte a la Iglesia desde la sede de Pedro, hemos visto en usted una puerta abierta que cruzar para creer en Jesús«. Ésta es la carta:
A Su Santidad
Papa Benedicto XVI
¡Gracias de corazón, Santidad!
Es esto lo que sentimos la necesidad de decirle después de que la noticia de su renuncia al ministerio pontificio haya alcanzado a nuestra familia de carmelitas descalzos y descalzas con la velocidad de un rayo, de norte a sur, de este a oeste. Sus palabras nos han conmovido profundamente.
Entre los sentimientos que nos inundan, prevalece en nosotros sobre todos la gratitud. Como tantos millones de fieles en todas las partes del mundo, también nosotros, miembros del Carmelo teresiano, monjas, frailes y laicos, queremos expresarle nuestro grande y sentido reconocimiento.
En estos años de servicio de su parte a la Iglesia desde la sede de Pedro, hemos visto en usted una puerta abierta que cruzar para creer en Jesús y de esto no podremos nunca agradecérselo suficientemente, con todo el calor y la pasión heredados de nuestra Santa Madre Teresa. Nuestro corazón, al cual llegaba día tras día con delicadeza y profundidad su anuncio del Evangelio, se ha dejado plasmar de sus palabras de Padre y Maestro. Con alegría y fe hemos recorrido el camino al que ellas invitaban, gustando cada día más la belleza de la fe. Y permítanos hoy, Santo Padre, que contemplemos su vida y su ejemplo a la luz de los versos de San Juan de la Cruz: «Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya solo en amar es mi ejercicio».
En su mensaje nos ha dicho que ahora su servicio a la Iglesia se expresará sobre todo en la oración ¡Qué bien entendemos el valor y la grandeza de este servicio en el Carmelo teresiano! Permítanos acompañarle en este nuevo viaje en busca del Amado.
Querríamos decirle con simplicidad que todavía tenemos necesidad de usted y que, si no podremos gozar más de sus palabras, contamos con su amor silencioso, con su oración escondida y con su intercesión fraterna. La debilidad que hoy experimenta la cambiará Dios para nosotros en fuerza capaz de animar nuestro empeño de cristianos y de religiosos.
Dios es quien marca los caminos y, ciertamente, sus caminos no son nuestros caminos. Santidad, querríamos tenerle siempre con nosotros, para continuar escuchando su voz de Pastor que nos aseguraba y nos animaba a atravesar las cañadas oscuras de la vida. Sepa que estamos viviendo con dolor su decisión de retirarse, pero en sus palabras sentimos resonar aquellas de Jesús a sus discípulos: «Si me amarais, os alegraríais porque voy al Padre». Estamos seguros de que, como Jesús, también usted, Santidad, al retirarse, nos comunica el Espíritu que le ha acompañado desde las frescas mañanas de su infancia hasta el atardecer de estos últimos años.
Cuente con nuestra pobre oración. Es el único modo en el que podemos expresarle nuestro gracias por la misión que ha realizado con valor, con dignidad, con firmeza y, sobre todo, con verdadera humildad. Su testimonio nos anima a dar la vida en un momento de una necesidad tan grande para la Iglesia. Como decía Santa Teresa: «¡Dichosas vidas que en esto se acabaren!»
Encomendamos sus intenciones a María, Reina y Madre del Carmelo, que siempre nos conduce a Jesús, en cuyo obsequio queremos vivir.
Roma, 12 de febrero de 2013