Benedicto XVI ya ha dado un pequeño paso poniendo a El Vaticano en la red
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(José Manuel Vidal).- Carlos Alemany acaba de publicar «La comunicación humana: una ventana abierta» (Desclée), una reflexión sobre los procesos comunicativos y su impacto en la sociedad. También en la Iglesia, que «adolece de transparencia comunicativa a muy diversos niveles«. Cincuenta años después del Vaticano II, admite, «la mayoría de las homilías, con escasas excepciones, suelen ser soporiferas».
-:¿Qué pretende con ‘La comunicación humana: una ventana abierta? ¿El título explica ya la esencia del libro?
Pretendo escribir un ensayo sobre la comunicación, que nos haga reflexionar sobre lo que llevamos entre manos y sobre nuestros propios deficits en esta área. Los expertos distinguen en la comunicación lo que podía ser un proceso cerrado, controlado, y otro abierto en el que las consecuencias de la comunicación nos impactan de forma no controlada. Podiamos decir que cada uno de los capítulos que forman el libro representan un abordaje abierto al tema. Nos hacemos más preguntas de las que podemos responder.
El libro está publicado en una coleccion especial llamada Serenpidity ¿Qué es y en qué consiste la serenpidity?
El termino serendipity se puso de moda en la contracultura californiana de los años setenta. Ahí lo aprendi yo. El diccionario de Oxford lo define como «la facultad de hacer, por casualidad, descubrimientos afortunados e inesperados«. Muchos descubrimientos en las ciencias y en las artes han sido indirectos, han aparecido a través de algo que no buscábamos. Pero siempre tienen la cualidad de lo gozoso y lo inesperado. Horace Walpole, novelista del siglo XVII ya alude a ello y lo situa como unas de las cualidades de los principes de Serenpity (Sri LanKa, Ceylan)
¿Cuál fue el más afortunado e inesperado descubrimiento en su vida?
Creo que sin duda cuando en 1995 la editorial Desclée se dirigió a mi para ofrecerme crear y dirigir una colección de libros de divulgación de la psicología. Desde que volví de EE.UU. le iba dando vueltas al tema pero a las puertas que llamé no se sintieron tocadas por el tema.Al mes siguiente me presentaba yo en Bilbao con una propuesta muy concreta: sería una colección de crecimiento personal (el nombre de auto-ayuda no me gustaba demasiado. El título sería Colección Serendipity, que al principio causó extrañeza en el equipo pero cuando se lo expliqué les sonó «musicalmente interesente». Y como logotipo, en de una mecedora. Serían libros no para estudiarse, sino para mecerse, para cerrar de vez en cuando sus páginas y trabajar su poder de evocación. Tengo que agradecer a mis editores la gran libertad que me dieron para la contratación de los nuevos títulos. En 10 años conseguimos publicar más de 150 títulos y bastantes de ellos con numerosas reediciones. Yo siempre decía que quería sacar a cada autor su mejor título. Fue un descubrimiento, un proceso, gozoso, creativo y gratificante.
«Ser es comunicarse»
Efectivamente, este es uno de los axiomas más ricos de la comunicación humana. No somos más en la medida en que tenemos más medios de comunicación social, o un lenguaje más amplio para expresarnos. Todo eso servirá de ayuda. Pero básicamente nos comunicamos más en la medida en que lo hacemos desde nuestro ser. Y para ello tenemos que tener acceso a nuestro yo interior
¿Las conductas no verbales nos delatan y nos pueden ayudar?
En los últimos 30 años lo que ha merecido más atención de los expertos ha sido precisamente la comunicación no verbal. Por dos razones: en primer lugar por las investigaciones realizadas dan pie a decir que el observador de conductas comunicativas trata de procesar mejor los mensajes no verbales que los verbales. Y por otra parte porque la no verbalizad nos hace entrar en el mundo intercultural donde los mismos gestos y signos son procesados de forma diferente por el observador.
Ciertamente que las conductas no verbales unas veces nos ayudarán a lograr un significado más intimo de lo verbal, y otras veces, como no las controlamos como quisiéramos, nos sirve de nuestro propio delator.
¿Por qué nos cuesta tanto expresar sentimientos, especialmente en el universo clerical?
En general podríamos decir que todos aspiramos a tener un proceso de comunicación lo más controlado posible. Los sentimientos son un arma de dos filos.Como indicamos en el capítulo correspondiente para muchos de nosotros es una especie de caja de Pandora, que tememos se abra sin nuestro permiso… Pero también como indicamos antes. El no saber uno relacionarse con su mundo afectivo le va a llevar a no intentar pasos en avance y en profundidad, como son aquellos que más alla de la comunicación interpersonal nos abre el camino hacia la intimidad.
Aprender a expresar sentimientos se hace dependiendo de los modelos culturales que hemos tenido: padres, profesores, compañeros etc. Y en esto se puede dar una sana evolución.
El universo clerical ha tenido un plus de dificultad, cuando los modelos eran más disciplinarios que afectivos.Pero creo que hoy se ha dado un paso liberador.Sobre todo si la vida se hace en comunidades pequeñas, acompañadas por un formador.
¿La comunicación integral es una asignatura pendiente en la Iglesia?
Yo creo que la Iglesia adolece de transparencia comunicativa a muy diversos niveles. Cuando alguna autoridad eclesiástica lo hace bien, con naturalidad, como por ejemplo el obispo Romero o el obispo Casaldáliga, cuando logran transmitir su mensaje a través de su propia autenticidad, todo el mundo se lo reconoce. La comunicación integral implica todo un mundo de valores, vehiculado hacia los otros.
¿Y la informativa?
Lo mismo.Pero para ello debe darse una motivación, de que estamos en la Iglesia para ayudar a los demás.
¿Los obispos tendrían que ser grandes comunicadores y dominar las técnicas de la comunicación en la sociedad de la información?
A mi me llama la atención que en el Concilio Vaticano II, cuyo cincuentenario hemos celebrado en estos meses, a la hora de hablar de la formación de los presbíteros se insistió por una parte en todo lo que potenciara la formación para la homilética, y por otra el formarse en medios de comunicación social: prensa, radio, TV. A muy pocos planes de estudio de integraron estas propuestas. La realidad es que 50 años después la mayoría de las homilías, con escasas excepciones, suelen ser soporiferas. Las que se salvan son sacerdotes que preparan tanto el contenido del mensaje, como la forma de transmitirlo.
Respecto a los obispos claro que tendrían que ser buenos comunicadores. Pero los periodistas ponen de manifiesto la dificultad de encontrar un obispo preparado para un debate televisivo. En la sociedad de la información tendriamos que coger la delantera en todos estos campos.
¿El próximo Papa tendría que ser un buen comunicador?
Por supuesto que sí. Hoy el mundo corre a gran velocidad entre los twitters, los móviles etc… Benedicto XVI ya ha dado un pequeño paso poniendo a El Vaticano en la red. Recordemos que Juan Pablo II fue el Papa de la comunicación con las grandes masas. Y que su predecesor, Juan Pablo I en la distancia corta fue muy buen comunicador. Recordemos aquellas entrevistas catequéticas que hacía a los niños delante de la audiencia general.
En los perfiles que salen en estos días sobre el próximo Papa, con frecuencia aparece el que sea un buen comunicador
¿Con Internet se ha terminado, también para la Iglesia, la época del encubrimiento, del silencio o de la callada por respuesta?
Los escándalos por falta de transparencia, Legionarios de Cristo, IOR, pederastria, mayordomo etc… Han sido demasiados y demasiado intensos como para que no se quiera cerrar la época del encubrimiento o del silencio como norma habitual de reaccionar ante ellos. Creo que Internet será beneficioso para la transparencia de la Iglesia y que los nuevos administradores del Vaticano lo tendrán muy en cuenta.