Detrás de todo, un hombre cansado y bueno, Que un día pensó que podría con la tarea
(Francisco Tostón).- Helicóptero sobrevolando el coliseo romano,
El verde oscuro de los pinos de Respighi,
Un anciano un poco encorvado y vestido de blanco.
Saludos, besos, despedidas, clamores,
Vítores, aplausos, discursos y bendiciones.
Detrás de todo, un hombre cansado y bueno,
Que un día pensó que podría con la tarea,
Que sus muchos años de teología,
Discusiones, congresos, libros, conferencias y debates
Bastarían para tener firme el timón de la barca.
Hoy ve, siente, recuerda, sabe que no,
Que la misión superaba, superaría un día
Sus fuerzas, su ánimo, su valentía,
Su coraje de guerrero germano;
Que no basta la fe para mover las montañas
De la maldad, la astucia, la ambición y la codicia
Que germinan entre mármoles y luces,
Sonrisas, púrpuras y amatistas,
Bellos panegíricos y sentidos adioses.
Ahora, ya bajado el telón de la gloria
(«sic transit gloria mundi»),
A solas con las bóvedas de silencio,
Los frescos del ingenio y las tenues lámparas,
Mira el papa que ya no lo es,
La candelilla vacilante del sagrario
Y se siente bien, está tranquilo.
Ha luchado un buen combate,
Aunque viene tocado y adolorido,
Un poco triste y muy solo,
Pero en paz. Apenas esboza una sonrisa,
Reza en silencio, da gracias
Y escucha detrás de sí una voz familiar:
«Santidad, es hora de descansar».