Muchas personas terminan por huir de esa confusa floresta que les aprisiona y confunde.
(Jairo del Agua).-Alguien, hambriento de testimonios reales, me ha preguntado: ¿Y tú, ínfimo y efímero predicador, te sientes redimido? Y he tenido que retratarme: ¡Me siento en camino! ¡Por la gratuidad de Dios y mi total adhesión a ella!
Porque la Redención consistió y consiste en la revelación de un Rostro (la meta) y un Camino (los medios para llegar). Solo quien busca ese Rostro y anda ese Camino -consciente o inconscientemente- se redime y se salva, es decir, se realiza como ser humano y encuentra el sentido de su vida. Así de simple.
Toda la compleja doctrina eclesial, los sacramentos, las liturgias, las oraciones y las celebraciones… o son exactamente para eso o se convierten en árboles que no dejan ver el bosque. Muchas personas terminan por huir de esa confusa floresta que les aprisiona y confunde. Otras van decayendo lentamente ante una religión que somete y no alimenta.
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