Ojalá que, contemplando el ejemplo del mártir ajusticiado, muchos aprendan que la hoguera sólo sirve para quemar los cuerpos, pero no las ideas. Y que el auténtico fuego debe venir del Espíritu
(J. Bastante, enviado especial al Vaticano).- El restaurante La Carbonara es conocido en toda Roma como uno de los mejores lugares donde tomar la mejor pasta italiana. En pleno Campo di Fiore, sus ventanas apuntan directamente -o tal vez sea al contrario- a los ojos de la imponente estatua de Giordano Bruno, el dominico que en 1600 fue quemado en la hoguera en esta plaza por defender ideas tan peregrinas como que el sol es una estrella, que los planetas giran y que el Universo se expande y es infinito.
El 17 de febrero de 1600, Clemente VIII se cubrió de gloria y ordenó que lo quemaran vivo. Se cuenta que las últimas palabras de Bruno fueron: «Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla.».
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