El documento pone de relieve el «talante muy autoritario» de Munilla, «instrumentalizador de personas y obras. Sin capacidad para dialogar con quienes no se identifican con él
El colectivo de sacerdotes, religiosos y laicos de Gipuzkoa, Eutsi Berrituz, ha realizado una valoración muy crítica del ministerio episcopal del obispo José Ignacio Munilla. Por medio de un documento de cinco folios, Eutsi Berrituz efectúa un balance de los tres años transcurridos desde la llegada de Munilla a la diócesis. Lo cuenta el Diario Vasco.
Eutsi Berrituz «confirma» en el citado documento la valoración que «junto a otros cristianos de la diócesis» realizaron hace tres años: «Munilla no es el obispo que la diócesis de Donostia necesita».
El colectivo denuncia que «no ha considerado suficientemente la marcha ni el estilo de la diócesis los últimos 30 años y ha pretendido introducir en su vida pastoral unas líneas de funcionamiento que no han tenido en cuenta lo propuesto por el Concilio Vaticano II».
Eutsi Berrituz señala que este hecho se puede comprobar «en la poca o nula valoración del funcionamiento de los Consejos Diocesanos, tanto en los métodos para su constitución, como en las formas de funcionamiento, muy alejados de los mínimos democráticos».
El colectivo afirma que la falta de valoración de la corresponsabilidad de los laicos (exceptuados los identificados con el obispo por «una obediencia incondicional»), ha desembocado en una «frustración importante de una buena parte del laicado más responsable y crítico».
El documento pone de relieve el «talante muy autoritario» de Munilla, «instrumentalizador de personas y obras. Sin capacidad para dialogar con quienes no se identifican con él, procediendo incluso a removerlos o eliminarlos. Este autoritarismo -añade el colectivo- se ha mostrado también en los procesos de elección de cargos diocesanos y en otras actuaciones».
«Escaso y superficial»
El magisterio episcopal también es objeto de una severa crítica. «Ha sido escaso y superficial, tanto en la predicación, poco preparada, como en sus documentos. Especialmente ha sido poco valiosa en lo que se refiere al ámbito económico, social y político, aunque reconocemos alguna intervención más valiosa en la denuncia de los contravalores del capitalismo financiero».
Como consecuencia de la situación descrita, Eutsi Berrituz afirma que se ha producido un «debilitamiento» de la vida pastoral, la «ausencia» del uso del euskera, así como una «desafección y rechazo de la persona y a las líneas pastorales promocionadas por el obispo y su equipo. Desafección que se ha manifestado tanto en aquellos que se han instalado en una cómoda indiferencia, como en la división que se ha generado entre quienes rechazan y apoyan la línea pastoral».
El colectivo insiste en la necesidad de un diálogo basado en un pluralismo legítimo, «en la onda del Vaticano II y del documento ‘Una Iglesia al servicio del Evangelio’».
Eutsi Berrituz pide que se potencien «la transparencia y la corresponsabilidad y se eliminen autoritarismos de forma y contenidos».
Y, como conclusión del documento: «Eutsi Berrituz confirma lo que junto con otros cristianos de la diócesis declaró hace tres años: Munilla no es el obispo que la diócesis de Gipuzkoa necesita».
El documento completo
Tres años de Ministerio Episcopal de Mons. Munilla
en la diócesis de Donostia.
1.Don José Ignacio Munilla fue nombrado Obispo de Donostia a pesar del criterio de muchos diocesanos, que conocido su nombramiento, manifestaron abiertamente su disconformidad con el mismo.
Hizo su entrada en la Catedral del Buen Pastor de Donostia el 9 de Enero de 2009, en una celebración en la que los participantes de fuera de la diócesis -obispos, sacerdotes,religiosos y laicos- formaban un número mucho mayor que los diocesanos. Aquellos expresaron, ante la Diócesis de Donostia,con su masiva presencia, su identificación con el pensamiento, actitudes, y trayectoria del Obispo Munilla. Tamaña manifestación tenía poco que ver con la «humildad» con que el Obispo, en su homilía, afirmaba que ejercería su ministerio.
2.Aquella promesa de «humildad» ha tenido escasísimos ecos en el ejercicio de su ministerio. Su eclesiología piramidal y autoritaria no le facilitan el cumplimento de esa promesa. Sus actitudes han mostrado en él muy poca capacidad de escucha y atención a las razones y motivaciones, expresadas por una gran parte de los diocesanos en temas y asuntos diversos. Ha tomado decisiones muy importantes sin tener en cuenta lo manifestado por los distintos Consejos y sin consideración alguna para la andadura de la Diócesis los últimos 30 años.
3.La promesa de que seguiría la trayectoria de la Diócesis, que manifestó en los comienzos, ha quedado truncada por un estilo totalmente diferente como puede observarse en las iniciativas que ha promocionado durante estos tres años, y que poco se parecen a las que habían estructurado la diócesis hasta su llegada:
3.1. Respecto a la forma de elaboración y contenidos de sus Programas Pastorales.
Cita alguna vez en su escritos y planes pastorales el documento básico «Una Iglesia al servicio del Evangelio», pero sin tomar en serio ni su estilo ni sus contenidos. Las lineas pastorales que ha expuesto en sus programas son muy diferentes a las que se aprobaron en su día en el documento «Una Iglesia al servicio del Evangelio» Explícitamente no dice en sus documentos pastorales cuáles son las razones de ese cambio ni el objetivo que se pretende alcanzar, pero queda patente que trata de introducir en la vida diocesana otra orientación, otro modo de ser y funcionar.
3.2. Respecto a la valoración de los Consejos Diocesanos.
El autoritarismo en el gobierno se acompaña de una inadecuada forma de actuación respecto a los Consejos Diocesanos. Por una parte no se les consulta con el tiempo suficiente como para preparar una respuesta conveniente, y cuando ésta se da, , no se dan los requisitos mínimos de transparencia, los resultados de las aportaciones se gestionan de forma absolutamente opaca sin ninguna posibilidad de verificación ni control por parte de los consejeros. No se les tiene en cuenta a la hora de decidir sobre temas importantes de la vida diocesana, a pesar de lo que se expresa en los cánones, 500 y 511 del Código de Derecho Canónico : «El Consejo Presbiteral tiene sólo voto consultivo; el Obispo diocesano debe oírlo en los asuntos de mayor importancia» ; o también, «…al Consejo Pastoral corresponde, bajo la autoridad del Obispo, estudiar y valorar lo que se refiere a las actividades pastorales de la diócesis, y sugerir conclusiones prácticas sobre ellas». Las sesiones de los Consejos se desarrollan más a modo de información dada y recibida, que de diálogo serio y discernimiento de los consejos que corresponde dar a quienes han sido elegidos para ello.
3.3. Respecto a la corresponsabilidad de los laicos.
En el estilo de gobierno que venimos describiendo se constata que la corresponsabilidad de los laicos no es suficientemente tenida en cuenta, ni a la hora de considerarlos como miembros del Pueblo de Dios, ni en una consideración positiva del ejercicio de sus funciones que les fueron 1
otorgadas por mandato de los obispos anteriores. Se manifiesta especialmente en la falta de interés sobre la actuación, animación, y formación de los que constituyen (constituían) parte de los equipos responsables de las unidades pastorales. (200 laicos y laicas con enconmienda pastoral no han sido convocados ni una sola vez a lo largo de estos tres años)
La experiencia de muchos laicos que forman parte del Consejo Pastoral Diocesano, ha sido frustrante. Cuando han querido expresar individual y comunitariamente su opinión y consejo se han visto relegados y menospreciados. Han experimentado que la solicitud de su presencia y actuación tiene por principal objetivo la aceptación incondicional de lo presentado desde las instancias del Obispado.
También ha habido traslados y cambios de puestos y responsabilidades, que en buena parte, son percibidos, como realizados no tanto por la capacidad y responsabilidad ejercidas, sino por la participación mayor o menor en la «obediencia incondicional» a las instancias diocesanas, y a la adhesión a sus presupuestos ideológicos. Se ha pretendido justificar algunos de estos cambios bajo pretexto de redimensión económica diocesana.
3.4. La acción pastoral episcopal restringida al ámbito de la capital
Considerando tanto los proyectos pastorales como la actuación propia y personal del Obispo, descubrimos que tienen por objetivo casi principal la ciudad de Donostia. Las mayoría de las actividades pastorales están pensadas, dirigidas y ejecutadas para quienes viven en el entorno de la ciudad y para los grupos sociales urbanos que pertenecen a las posiciones tradicionales de la Iglesia. Las acciones dirigidas al resto de las zonas de la diócesis y a sus grupos sociales son prácticamente inexistentes.
3.5. Actitudes personales del Obispo ante la pastoral.
Manifiesta reiteradamente un talante autoritario en la forma de guiar y gobernar a la Iglesia diocesana. Talante autoritario que se transmite a sus colaboradores más directos. El obispo ocupa prácticamente todo el espacio eclesial público en los medios de comunicación. Da la impresión de que realiza una instrumentalización de algunas instituciones para favorecer su imagen pública. No acepta el diálogo con personas y grupos que puedan tener un pensamiento crítico, e incluso procede a eliminarlos de los puestos o responsabilidades que han ocupado anteriormente, si no se someten a sus exclusivos criterios, proyectos y actuaciones.
3.6 Nombramiento en puestos de responsabilidad a quienes manifiestan una obediencia ciega a su persona.
Los nombramientos para los puestos de responsabilidad diocesana se hacen con criterios de adhesión y obediencia ciega al obispo. Eliminando prácticamente a aquellos que manifiestan criterios pastorales diferentes, a quienes no se les concede ni la oportunidad de manifestar y menos trabajar dentro de un pluralismo legítimo. No es ésta una práctica ocasional, sino estratégica. Los procesos que se han ofrecido para la elección de los cargos de responsabilidad diocesana no han sido suficientemente transparentes. (Vicarios generales, arciprestes)
3.7 En los proyectos pastorales el devocionismo y las prácticas cultuales adquieren una dimensión desmesurada.
El Obispo promueve un estilo devocional pietista que no facilita la formación de una fe y una espiritualidad adultas, en detrimento de una formación basada en la Escritura y la Liturgia como fuentes fundamentales de la vida espiritual. Ese estilo espiritual pietista conduce a una fe y un estilo de ser cristiano infantilizado, que no es el adecuado para «dar razón de la esperanza» en nuestro contexto social. Por otra parte, ese mismo estilo «infantilizado» se proyecta en las relaciones personales y pastorales de no pocos seglares y algunos sacerdotes con el Obispo. Una relación de excesiva dependencia personal y pastoral que impide un diálogo adulto y serio.
3.8 Una gestión cuando menos precipitada de asuntos importantes de la diócesis, cuyo resultado parece negativo.
Nos referimos en primer lugar a la manifestación que hizo a los medios sobre una pretendida nota pastoral conjunta, en torno a la pacificación, de los obispos de las tres diócesis de la Comunidad Autónoma Vasca, que fue inmediatamente negada en los mismos medios por el Sr. Obispo de Bilbao.
La instalación en el monasterio de la Santísima Trinidad de Bergara de las «religiosas» pertenecientes a la Asociación de Fieles, «Hermanas de San Juan y Santo Domingo». Estas «religiosas» fueron recibidas por el Sr. Obispo en una celebración pública en la Parroquia de Santa Marina de Bergara, y recomendadas a la comunidad cristiana de Bergara por él mismo. Meses después en rescripto de la Santa Sede firmado por el Cardenal Bertone ordenaba la disolución de esta asociación. A día de hoy, dicha disolución no se ha llevado a cabo pues las «religiosas» continúan haciendo vida de comunidad en dicho monasterio, aunque han sustituído sus hábitos por ropa de seglar.
A raíz de este asunto se le pidió al Sr. Obispo en el Consejo de Arciprestes una explicación de la aceptación de aquellas en la diócesis, y él no se hizo responsable de la misma. A casi ninguno de los presentes convencieron las evasivas episcopales en torno a ello. Y hoy día nos preguntamos: Siendo el Sr. Obispo tan fiel a las directrices romanas, ¿cómo es que las «religiosas» continúan en Bergara? ¿Es ésta su forma personal de hacer las cosas?
4. Un magisterio episcopal escaso y superficial.
Prueba de ello son la mayoría de las homilías e intervenciones públicas; poco o nada preparadas, más dadas a las anécdotas y ejemplos morales que a la profundización exegética, teológica y pastoral. Recordamos a este propósito la intervención radiofónica de 2010 sobre el terremoto de Haití, y la homilía de Arantzazu del 9 de Setiembre de 2012.
Incluso si miramos y analizamos su carta pastoral más importante, «Dejarnos conducir por El», comprobaremos la verdad y pertinencia de lo que afirmamos respecto de su magisterio episcopal. («Eutsi Berrituz» hizo público su análisis crítico de este documento en Febrero de 2012)
Especialmente grave resulta esta debilidad magisterial en lo referente a la situación social, económica y política de nuestro pueblo. En la lectura que realiza de las realidades más conflictivas -proceso de paz, víctimas, presos, consecuencias de la crisis económica etc.- mantiene una perspectiva negativa y cercana a planteamientos socio-políticos conservadores, sin atender a la complejidad del conjunto de las dimensiones de esos problemas. Como consecuencia de este planteamiento los criterios morales que desarrolla son más moralistas y voluntaristas que fortalecedores de un proceso ético complejo en que el juicio evangélico debe alcanzar la densidad que le corresponde.
Ha manifestado esta perspectiva que afirmamos en la calificación de víctimas, sólo a las que pertenecían a una de las partes de conflicto, olvidando u obviando a las de la otra parte.
No obstante, en alguna de sus intervenciones públicas ha tenido palabras proféticas frente a la corrupción política y a la avidez capitalista. Recordamos la homilía del 20 de enero de 2013, en la iglesia de Santa María de Donostia.
A pesar de esto último que afirmamos, hemos de constatar, que el Magisterio Episcopal del Obispo de Donostia, ha perdido peso y proyección social en nuestra sociedad.
5. La vida pastoral de la Diócesis en proceso de desgaste y debilitamiento
El Seminario Diocesano, que en cierta medida estaba ya desmantelado, fue trasladado por el Obispo a Pamplona, contra el parecer casi unánime de los miembros del Consejo Presbiteral.
A pesar de que en el Proyecto Pastoral «Dejarnos conducir por Él» se hace una referencia a las Unidades Pastorales, comprobamos que apenas existe interés por revitalizar su andadura. Aun siendo como era un proyecto importante de reestructuración de la Diócesis, se ha marginado casi totalmente. No han sido convocados los equipos de las unidades pastorales.
La Pastoral Juvenil se reduce al entorno de la ciudad de Donostia, en la que se trabaja en aspectos sobre todo folclóricos y cultuales: JMJ, peregrinaciones, excursiones, encuentros de oración, cine-forum y -al parecer- un futuro crucero a Río de Janeiro. Pero para el resto de la diócesis y desde el equipo diocesano apenas existen proyectos, propuestas ni actividades que puedan crear y animar una posible pastoral con los jóvenes adecuada y aplicada a la pluralidad de la diócesis.
Otro tanto puede afirmarse de la Pastoral Vocacional.
El equipo diocesano de la Pastoral Familiar no ha presentado todavía un proyecto de Pastoral Familiar que pueda aplicarse en los arciprestazgos, unidades pastorales o parroquias. Se han limitado convocar algunos encuentros de familias y a informar de algunos movimientos familiares. Tampoco se ha hecho público ningún proyecto respecto de la remodelación que se está llevando a cabo en el COF.
También tenemos que constatar, con gran dolor, el debilitamento y en ocasiones la ausencia del uso del euskara en la Diócesis, especialemente, en la Curia Diocesana, Gentza, parroquias de la ciudad -donde se han nombrados responsables que desconocen el euskara- así como en la propia iglesia Catedral, en la que el uso del euskara en las celebraciones y homilías es muy escaso.
6. Algunas consecuencias graves de esta situación
Desafección por parte de muchos sacerdotes y laicos a las lineas pastorales marcadas por el Obispo y su equipo; ya que ausente de las mismas el pluralismo real de la diócesis, aquellos que quisieran introducir cambios en los proyectos, se ven una y otra vez relegados, con lo que se produce un «sálvese quien pueda» por una parte y, por la otra, cada vez un mayor desinterés e indiferencia hacia aquello que venga guiado y patrocinado por el Obispo y su equipo. Se va instalando una desilusión importante que va desgastando las personas y la vida pastoral en general. Prueba de ello es la resistencia de un buen número de sacerdotes y laicos a participar en las propuestas diocesanas, así como las ausencias de los representantes en los Consejos o la falta de asistencia a los encuentros cuaresmales de los sacerdotes (a pesar de la intensa propaganda) o a las conferencias impartidas por obispos y programadas con motivo del 50º aniversario del Concilio Vaticano II.
División entre los miembros del presbiterio diocesano. La persona del Obispo, su manera autoritaria de ejercer el ministerio episcopal, sus proyectos y realizaciones crean en una parte del clero una adhesión fuerte y grupal, que se enfrenta en ocasiones de forma explícita y las más de las veces de forma ímplícita a otro grupo del clero -creemos que más amplio-que no secunda la acción de aquél. Como decimos, esta división se manifiesta más en la falta de diálogo serio entre ambos grupos, que en forma de enfrentamientos abiertos. Se ignoran mutuamente. Lo que trae como consecuencia, además de una ausencia de comunión, una erosión importante de la vida pastoral. Esta división se da también entre los laicos que más participan de la vida pastoral diocesana.
La falta de posibilidades reales de diálogo con los responsables pastorales, ha llevado a muchos sacerdotes y laicos a «tirar la toalla» y refugiarse en un individualismo pastoral fuerte, en ocasiones cómodo, que desgasta y paraliza las energías necesarias para la evangelización que necesita nuestro pueblo, y de la que los cristianos de la diócesis somos corresponsables.
7. Conclusión:
Ante la situación diocesana brevemente descrita y analizada, «Eutsi Berrituz» insiste como ya lo ha hecho en otras ocasiones, en solicitar del Obispo y los responsables diocesanos un diálogo serio, sereno y auténtico, que tenga muy en cuenta el pluralismo legítimo de los cristianos que conforman la iglesia diocesana.
Que este diálogo esté basado en la dinámica introducida en la Iglesia por el Concilio Vaticano II, una de cuyas interpretaciones importantes fue en nuestra diócesis, el contenido del proyecto «Una iglesia al servicio del Evangelio», de forma que pueda constituirse una comunión en la pluralidad que sea responsable del anuncio y la vitalidad del Evangelio en nuestra diócesis.
Para lo cual «Eutsi berrituz» cree que deben darse cambios importantes en las personas y en las estructuras de la vida diocesana. Deben potenciarse, sin miedo, la transparencia y la corresponsabilidad e ir eliminando autoritarismos de formas y contenidos, tanto al interior de la organización diocesana como en las relaciones exteriores de la misma.
Como conclusión de este análisis confirmamos aquello que manifestábamos hace tres años, a la llegada a la diócesis de Mons. Munilla: Que Don José Ignacio Munilla no es el Obispo que la diócesis de Donostia necesita».
Eutsi Berrituz kristau taldea
Donostiako elizbarrutia/Diócesis de San Sebastián
Gipuzkoa, Marzo de 2013.