A pesar de que el nuevo líder ha ordenado que sus soldados estén confinados en los cuarteles, nadie le hace caso
(José C. Rodríguez).- Conocí a René el año pasado en una parroquia de Bangui. Este centroafricano simpático de 60 años cursó, en los años de su juventud, los estudios completos de Teología en un seminario y cuando le quedaba poco para ordenarse decidió no hacerlo y casarse. Hoy tiene dos mujeres, le encanta hablar del Derecho Canónico y comunica simpatía por los cuatro costados a pesar de que hace tres años perdió cuatro dedos de su mano derecha en un accidente laboral de la imprenta donde trabajó más de 30 años. Desde entonces se pasa todas las semanas por la oficina correspondiente para informarse de cuándo le van a pagar una indemnización que no llega nunca. Siempre le han respondido que «hay que tener paciencia». Me sorprende cuando le oido decir que tiene esperanza en cobrar un día u otro.
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