Porque no está todo hecho: porque Él necesita de mis manos, de tus manos, de sus manos
(J. Bastante).- Dios puede con todo. Está con nosotros. La prueba es que manda a su hijo a la Tierra, y éste muere por todos nosotros. ¡Y resucita! Y sigue vivo, pese a que continuamente, día a día, seguimos matándolos con nuestro egoísmo, nuestra falta de amor, nuestro individualismo. ¡Cristo vive, ha resucitado! Lo hemos cantado en las vigilias de anoche, a voz en grito, abrazados, felices. ¿Y tú? ¿Te atreves a resucitar?
A resucitar, no a cantar una noche y sentirse bien con los tuyos, con los que creen lo mismo que tú, con aquellos que no te van a discutir sobre la veracidad histórica de la Resurrección, el poder de la Iglesia o las lluvias que ajan las procesiones de Semana Santa. A resucitar de verdad. A volver a la vida. A esa vida donde sufren, aman, rezan, lloran, muerten millones de personas cada día. A esa vida donde seguimos matando a Jesús.
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