S. Flores: "En nuestros templos solamente pueden entrar los mormones comprometidos, con una recomendación de los obispos"
(Jesús Bastante)- Faustino López es el setenta del área de Europa de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (más conocida como Iglesia Mormona), y Sergio Flores es su director nacional de asuntos públicos.
«En ninguna parte se leerá que un mormón ha hecho algo malo«, asegura Faustino, líder de la Iglesia en España, que nos explica, a continuación, que «el cielo más grande de todos es un cielo de familias, los solteros van a otro cielo».
Sergio Flores, por su parte, cuenta que Thomas S. Monson, presidente mundial de los mormones, «ha sido elegido como una de las diez personas más admiradas en los Estados Unidos», y recuerda que el candidato Romney o la autora de la saga Crepúsculo son algunos de los personajes conocidos que se han declarado mormones.
Sin embargo, «nuestra Iglesia no bautiza a gente famosa, sino que convierte a las personas en famosas«, afirma Faustino, y concluye asegurando que la Iglesia Mormona «es la Iglesia que está preparando al mundo para la segunda venida de Jesucristo».
¿Qué significa «el setenta»?
F- El setenta es el que ayuda a los apóstoles a llevar el mensaje de la Iglesia por el mundo.
¿El líder de los mormones en Europa?
F- Bueno, uno de los dirigentes de la Iglesia. Hay 15 setentas en todo el área de Europa occidental. En el Nuevo Testamento Jesucristo nombró entre sus seguidores a «setentas». Así los llamaba. Y lo mandaba de dos en dos a llevar el mensaje que Él estaba compartiendo.
¿Cómo valorasteis los mormones el gesto de la renuncia de Benedicto XVI?
F- No tenemos ninguna declaración oficial de la Iglesia, pero yo puedo decir, personalmente, que si el Papa considera que no tiene la energía y la fuerza necesaria para cuidar de los católicos del mundo, al ceder su lugar a otro papa más joven está demostrando lealtad, valentía y honradez. A mí me parece un gesto a imitar. Si un dirigente no puede servir, por las razones que sean (en este caso, por salud y por edad), está demostrando una gran lealtad a la causa al pedir que se llame a otro papa más joven, porque la Iglesia necesita un papa que pueda viajar y que pueda cuidar de todos los católicos del mundo. Me pareció ejemplar.
¿Cuál es la relación entre los mormones y la Iglesia Católica?
F- La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene una buena relación con la Iglesia Católica. En Lago Salado, que es donde está el presidente de la Iglesia y donde están los apóstoles (que son la jerarquía máxima de la Iglesia de los mormones), hay una iglesia católica, que se llama «La Madeleine», y no hace mucho tiempo la Iglesia dio un millón de dólares para reformarla. El presidente de nuestra Iglesia es el presidente Thomas S. Monson, que mantiene una relación perfecta con el arzobispo de la catedral de al lado. Y esa relación se convierte en colaboración. En ese sentido, ya en la misma cabecera de la Iglesia existe esa relación de buena colaboración. Aquí en España nosotros nunca hemos tenido tampoco problemas con la Iglesia Católica, ni ellos con nosotros.
¿Cómo creéis que os ven los obispos y la jerarquía católica?
F- Habría que preguntarles a ellos, pero creo que desde luego han de vernos como buenos ciudadanos que nos esforzamos por cumplir con la ley y que no creamos problemas. Normalmente, en ninguna parte se leerá que un mormón ha hecho algo malo. Estos misioneros que van por ahí de dos en dos, con sus camisas blancas y demás, son jóvenes ejemplares que van por ahí dando un ejemplo de juventud limpia y sana, dispuesta a compartir sus principios de una manera voluntaria, incluso pagándose sus propios gastos. Yo creo que esa imagen de una Iglesia de voluntariado, dispuesta a servir en lo social y en lo espiritual a la comunidad, está contribuyendo a la mejora de la sociedad española, porque nosotros enseñamos, por ejemplo, que hay que eliminar las drogas, las bebidas alcohólicas, el tabaco… Y en ese sentido, una juventud que decide aceptar este mensaje se convierte en una juventud sana, que es una buena influencia en la comunidad. Esa imagen la tienen los católicos y aquellos que nos conocen un poquito de cerca.
¿Cómo y cuándo surgió la Iglesia mormona?
F- La Iglesia surgió cuando un joven llamado José Smith, en 1820 en el estado de Nueva York, en plena vorágine del despertar religioso de los diferentes grupos protestantes, quería saber, junto a su familia, a qué iglesia unirse. Porque en la época había muchas iglesias cristianas. Algunos en su familia se sentían atraídos por la Iglesia Evangélica, él por los metodistas… Pero no estaba completamente seguro. Era un muchacho de 14 años y no tenía la experiencia suficiente, y como cada una de las iglesias hablaba de sí misma como «La Iglesia», estaba confuso. Entonces, leyendo la Biblia, leyó un versículo que está en Santiago 1,5: «Aquél que tenga falta de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente». Y decidió preguntarle a Dios dónde estaba la Iglesia a la cual debía unirse. Entonces fue a una arboleda que había cerca de su casa, se puso de rodillas, oró, y ahí comenzó todo. Es lo que nosotros conocemos como «la primera visión»: Dios Padre y Jesucristo su hijo se le aparecieron, y le dijeron que ninguna de las iglesias de la época era la Iglesia de Jesucristo, que todas se habían perdido por la apostasía, la confusión doctrinal y demás. Así que le dijeron que no se uniera a ninguna, que por medio de él iban a restaurar la Iglesia primitiva de Jesucristo. A partir de ahí, una serie de visiones, apariciones y revelaciones dieron lugar a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que es la iglesia que ha restaurado los mismos principios que Jesucristo explicó en su época, con su ministerio en la tierra; y que durante años se fue perdiendo poco a poco, en lo que se conoce como la apostasía.
¿Y cómo llegó la Iglesia a España?
S- La Iglesia en España tiene una presencia histórica ilegal. Habría que remontarse al año 1968, que fue cuando se estableció la primera rama en Madrid. Una congregación pequeña de mormones militares estadounidenses, junto a unos cuantos simpatizantes con sus esposas. Eso se hizo con arreglo a la ley de libertad religiosa española del año 1967. El primer español mormón fue un extremeño, que ayudó a traducir el libro de Mormón al castellano, y ayudó también a la obra misional en México. Luego, con el correr de los años, se han ido abriendo unidades por toda la geografía española, y en la actualidad hay 135 congregaciones por toda España.
¿Cuántos sois?
S- Aproximadamente 50 mil. En Madrid hay un templo muy conocido, en Moratalaz. Templos en funcionamiento hay sólo 140 en la actualidad, en todo el mundo, aunque hay más en construcción. El templo es el símbolo más sagrado de nuestra teología. Es donde hacemos convenios por la eternidad, donde las familias se sellan para siempre, donde se realizan bautismos por los muertos, y también las investiduras. La diferencia entre un templo y una capilla es que en un templo solamente pueden entrar los «mormones comprometidos» (por llamarlos de alguna manera), aquellos que han mostrado una fidelidad. Hacemos reuniones por toda España, que todo el mundo está invitado a visitar, sin ningún compromiso (reuniones dominicales, y reuniones culturales, sociales o recreativas también entre semana). Durante los domingos se celebra la reunión sacramental, que es la más importante que tenemos, similar a una misa, en la cual se toma la Santa Cena, los miembros ofrecen discursos, cantamos himnos y tenemos reacciones espontáneas. Es decir, que en una capilla pueden entrar todos los miembros, simpatizantes y todo el mundo que lo desee. En un templo, en cambio, hay que tener una recomendación (que emiten los obispos) para poder entrar.
¿Una especie de certificado de buena conducta?
S- Así es, efectivamente.
¿A qué se debe tanto el nombre como el pseudónimo (o la abreviatura) de la Iglesia?
F- La Iglesia ha tenido diferentes nombres, hasta que finalmente José Smith, el profeta que empezó la restauración y la organización de la Iglesia, preguntó a Dios. Y Dios le dijo que el nombre de la Iglesia tenía que ser el siguiente: la Iglesia de Jesucristo (porque si no fuera la de Jesucristo, no sería la Iglesia que nosotros estamos buscando), de los Santos (que es el término que se utilizaba en un principio como sinónimo de miembro de la Iglesia, como referencia de la meta personal de los creyentes), y de los Últimos Días, porque nosotros creemos que Jesucristo está a punto de volver. Esperamos la segunda venida, que se ha anunciado durante mucho tiempo en la Biblia. Con «últimos días» queremos decir que Jesucristo vendrá a la tierra, y que vendrá ya.
¿Hay algún gesto, dato o hecho en la historia reciente que os hacen pensar esto?
F- Bueno, la Biblia dice que nadie sabe ni el día ni la hora, eso solamente lo sabe el Padre. Pero lo que el profeta nos dijo es que esta Iglesia terminará con la segunda venida. El mensaje de Dios y la Iglesia de Jesús se han ido perdiendo en diferentes épocas, desde el Diluvio. Pero se supone que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es la Iglesia que está preparando al mundo para la segunda venida. No es que creamos que el mundo va a ser destruido, sino al contrario: la Tierra se convertirá en un lugar paradisíaco donde Jesucristo vendrá, y reinará mil años. Es un milenarismo.
Por otro lado, nos llamaron mormones porque José Smith recibió una revelación del conocimiento de unas planchas de oro que contienen el registro religioso del mundo precolombino. Tradujo las planchas con el poder de Dios (porque estaban escritas en un lenguaje desconocido), y de ahí salió El Libro de Mormón, que es la Biblia del mundo precolombino. Para nosotros este libro es el compañero de la Biblia del mundo viejo (la misma Biblia de todos los cristianos, que nosotros también la usamos). Así, con la Biblia y la Biblia del Nuevo Mundo (el Libro de Mormón) ya tenemos a Jesucristo como salvador del nuevo y del viejo mundo. Porque el libro de Mormón dice que Jesucristo, después de resucitar, visitó el continente americano. Y lo que hizo en tres años en Palestina, lo hizo en tres días en el Nuevo Mundo. Así resumió su ministerio y su enseñanza. Es un libro complementario de la Biblia. Y como se llama «El Libro de Mormón», nos llaman los mormones.
En una Iglesia así, del Advenimiento, ¿existe salvación para todos, existe cielo o infierno, o sólo se salvarán los que pertenezcan a una iglesia determinada?
F- Habría que definir el término salvación. Si significa ir a algún cielo, todo el mundo se salvará. El infierno no existe, porque la misericordia y el amor de Dios lo hacen incompatible. Existe el purgatorio, de manera que las personas que no han cumplido los mandamientos, no se han arrepentido, marchan al otro mundo con una vida indigna y tienen que purificarse. No hay nadie que no tenga derecho al cielo, aunque sea en diferente grado. Jesucristo decía «en la casa de mi padre muchas moradas hay». Es decir, que hay muchos cielos. Por lo tanto, si salvarse significa ir a uno de estos cielos, sí, todo el mundo acabará en uno de ellos. Los que hayan sido buenos irán directamente, y durante el milenio (los mil años que Jesucristo gobernará la tierra) las personas buenas, mormones y no mormones, estarán con Jesucristo.
¿Es decir, que la salvación en el rincón más cercano a Jesús, no es privativa para los mormones?
F- No, en absoluto. El cielo es para los buenos. Para las personas buenas, que hay muchas en este mundo. Es más, a aquellos que murieron sin tener la oportunidad de conocer el Evangelio se les darán en el templo los sacramentos o las ordenanzas (ceremonias como el bautismo, la confirmación, el matrimonio…). En el templo se hacen por ellos, por las personas que no lo conocieron.
Algo muy importante para nosotros es la genealogía. Yo he ido a todos los pueblos de donde provenía mi familia, para sacar información de mis abuelos, de mis bisabuelos y de mis tatarabuelos (con sus líneas paralelas correspondientes), y he ido al templo a hacer por ellos todas las ordenanzas, todos los sacramentos y ceremoniales que ellos se perdieron, como he explicado antes. Así, nadie tendrá el problema de no salvarse porque no tuviera la oportunidad de conocer el Evangelio o de recibir los sacramentos necesarios.
¿No contradice eso la libertad de cada uno para elegir adoptar o no adoptar un sacramento?
F- Esto lo hacemos para aquellos que han vivido en épocas de apostasía, durante las que el Evangelio ha desaparecido, dejando un Evangelio contaminado, corrompido o incompleto.
¿Pero hasta qué punto consideran ustedes que tienen derecho a imponer un sacramento sobre sus antepasados?
F- Lo que pasa es que ellos van a aceptarlo o a rechazarlo. Nosotros lo que hacemos es que les damos aquello que no tuvieron, porque si lo están echando de menos, lo recibirán. Ahora, si mi abuelo no quiere saber nada de lo que le he hecho, perfecto. Yo lo he intentado.
Pero estamos hablando de personas fallecidas.
F- Nosotros damos por supuesto que ellos lo van a aceptar. Y luego ellos, en la otra vida, decidirán si quieren o no quieren, si les interesa o no. Pero mi obligación es ponerlo a su disposición. Sería muy penoso y muy triste que alguien no haya tenido la oportunidad, y nosotros ni siquiera nos preocupemos de dársela en la más allá. Porque en la otra vida siguen vivos, siguen escuchando mensajes del Evangelio, y siguen decidiendo. Entonces, si una persona no lo aceptó en su vida, pero lo acepta en el más allá, si no está bautizado, casado, etc., se queda como esperando a ver qué pasa. Por eso nosotros hacemos esos sacramentos en el templo, que están a su disposición libremente.
Ha hablado usted del cielo y del purgatorio, en relación a esa segunda venida. Pero, antes de que se produzca la segunda venida, ¿dónde van las personas cuando fallecen?
F- Al mundo de los espíritus. Las personas, cuando mueren, van a un lugar donde viven los espíritus, a esperar la resurrección. Si han sido buenos, van a un lugar de descanso. Pero si han sido malos irán a un lugar que llamamos «la prisión». Cuando Jesús estaba en la cruz y le dijo a uno de los ladrones «esta noche estarás conmigo en el Paraíso», no se refería al cielo. Hay mucha confusión teológica entre el cielo y el paraíso. El Paraíso es el lugar donde van las personas que se han esforzado por cumplir adecuadamente con su conciencia. El Paraíso es un lugar de descanso donde las personas buenas esperan la resurrección. Pero los que han sido malos y no se han arrepentido, van a otro lugar distinto, que no es precisamente un lugar agradable. Allí también esperan la resurrección, el juicio, y la asignación correspondiente a los cielos que cada cual merezca, después de haber pasado por el purgatorio correspondiente, si hace falta.
¿Se puede pasar de un cielo a otro, dentro de esa escala?
F- Los cielos se distribuyen de tal manera que nosotros llamamos la Gloria «telestial», de las estrellas, a la parte del cielo donde están las estrellas pequeñitas, que por lo tanto es también un cielo muy pequeñito. Luego está la «Gloria Terrestre», que es una semejanza de la luna, es decir, mucho más luminosa. Y luego está la «Gloria Celestial», que es la del sol. Eso se lo dijo el apóstol Pablo a los corintios. Entonces, los malos, que pasan por el purgatorio, se quedan en la Gloria Telestial eternamente. Lo que pasa que la Gloria Telestial tiene mucho grados, hay un progreso dentro de ellos. Los que van a la Gloria Terrestre también se quedan eternamente allí, en sus grados. Y los que van a la Celestial tienen el camino más abierto. Y luego, la Gloria más importante de todas es lo que se llama la Exaltación o la Vida Eterna, que es donde está el padre celestial. Allí van los que han cumplido con todas las ordenanzas, con todos los sacramentos y con todos los mandamientos. Los que se han casado en el templo y han tomado una familia digna de ser familia eterna. Porque ese cielo, el más grande de todos, es un cielo de familias. Si una persona no se quiere casar o no quiere formar parte de un matrimonio, tendrá que ir a otro cielo. Al cielo de los solteros.
Yo me he casado con mi esposa en el templo de Suiza, y tenemos cinco hijos que han nacido dentro de ese convenio matrimonial. De manera que, si somos buenos, de una manera muy sencilla mi esposa seguirá siendo mi esposa en la otra vida, yo seguiré siendo su esposo, y lo seremos para siempre.
Intuyo que, si uno de los dos falleciera, no creéis que la persona viuda pueda volver a casarse.
F- En el caso de que el hombre se quede viudo sí puede darse el caso de que se case con otra mujer en el templo, y sería un caso de matrimonio plural. Pero eso depende mucho de las circunstancias de la esposa primera, etc. En el caso de que el hombre se quede viudo sí puede darse el caso de que se case con otra mujer en el templo, y sería un caso de matrimonio plural. Pero la idea es que, si mi esposa se muere, ella me esperará, y si yo me muero, yo la esperaré. Y yo sé que no la perderé nunca. No es que en el cielo seamos todos angelitos, como siempre nos enseñaron. Eso es una cosa aberrante, después de toda una vida con tu esposa. En el cielo mis hijos seguirán siendo mis hijos, y mi esposa seguirá siendo mi esposa. En la otra vida, si realmente somos dignos y somos buenos, viviremos eternamente como matrimonios y como familias. Ése es el cielo más amplio, el tercer cielo. Y es al que aspiramos nosotros. El templo se ha construido para ser la puerta a ese cielo tan grande.
¿Creéis que se han superado ya los prejuicios de otro tiempo hacia los mormones, en la sociedad española?
S- Histórica y legalmente ya estamos establecidos en España, y creo que estamos totalmente arraigados en la sociedad española. De hecho, el Gobierno nos aprobó el reconocimiento de arraigo por nuestro número de fieles, nuestro grado de implantación y por nuestro impacto y presión social. Además de eso, creo que los mormones ahora somos más visibles, más cercanos y más familiares. De hecho, hay un efecto llamado «el momento mormón» como lo han calificado los medios de comunicación y la opinión pública debido al auge de los mormones. En los últimos años hemos tenido noticia de personalidades que son santos de los Últimos Días, y algunos de ellos han sido candidatos a las presidenciales de Estados Unidos.
¿Romney ha contribuido a que se os conozca más?
S- Sí, al igual que otro precandidato de las primarias. Por otra parte, nuestro presidente mundial, Thomas S. Monson (a quien consideramos nuestro profeta) ha sido elegido como una de las diez personas más admiradas en los Estados Unidos. Y por último el Libro de Mormón, que para nosotros es muy sagrado (es un testamento de Jesucristo, que testifica su divinidad) ha sido objeto de un espectáculo en Broadway. También Stephenie Meyer, que es la autora de la saga Crepúsculo, ha confesado ser mormona, como otros atletas y deportistas. Y en España creo que estamos siendo también cada vez más visibles.
¿Hay algún personaje conocido español que haya declarado ser mormón?
S- El año pasado hubo dos mormones que fueron galardonados por su contribución positiva a la sociedad: uno de ellos es Patricio López, un nonagenario que ha sido condecorado con la Medalla de la Cruz Roja, que le fue entregada por el Príncipe Felipe, por sus 67 años de servicio voluntario en Cruz Roja (y todavía sigue en activo, a sus casi 90 años). Y luego, María Jose Loly de Cooman fue reconocida como mejor ciudadana europea del año 2012. Ella es una mujer emprendedora, de iniciativa, que puso en marcha una idea que ya existía en EEUU, y que se llama «almohadas con corazón». Son unos cojines con forma de corazón que dan alivio en el postoperatorio a las personas que han sido intervenidas quirúrgicamente de cáncer de mama. Hay más de 100 grupos en España que distribuyen estas almohadas, y esta iniciativa se ha extendido también por Iberoamérica y Europa.
Ellos son dos miembros de nuestra Iglesia que han sido reconocidos, pero hay miles de héroes anónimos que día a día están aportando su granito de arena a la comunidad. De hecho, hace un año el plenario del Ayuntamiento de Granada declaró de forma unánime a la Iglesia un bien de utilidad pública y una actividad de interés social, por su trabajo a favor de la comunidad.
F- Famosos que sean mormones en España no hay, porque la Iglesia es nueva. La Iglesia no bautiza a gente famosa, sino que convierte a las personas en famosas. En EEUU sí hay muchísimos, pero porque en EEUU lleva mucho tiempo. Pero la Iglesia crea famosos porque fomenta el estudio y el desarrollo. Nuestros hijos serán los famosos, la gente de éxito. Demos tiempo a nuestros hijos y a nuestros nietos, y entonces veremos cómo el ambiente que la Iglesia crea, de estudio y de desarrollo personal, irá creando personas metidas en el mundo de la cultura, de la política, de la ciencia, etc.
S- La Iglesia ha sido también galardonada dos veces por la Federación Española de Donantes de Sangre, por los esfuerzo que hacemos anualmente los mormones por donar sangre. Este galardón se entregó el año pasado, por parta de una institución con la que venimos colaborando desde hace 15 años, como con la Cruz Roja. Según la Federación, cada minuto se realizan 4 transfusiones de sangre en España, y cada día se salvan 75 personas gracias a las donaciones de sangre. Por cada donación de sangre se pueden salvar 3 vidas, y eso también es una forma de darse a los demás.
Otro de los programas que tenemos es el de «Manos mormonas que ayudan», un programa de servicio a la comunidad que se instituyó en el año 98 a nivel mundial, pero que en España se lleva celebrando desde el 2005. Se dice que cada semana, en algún lugar del mundo, hay miembros de la Iglesia participando en proyectos de servicio a la comunidad, ya sea en tiempos de desastre o en épocas de paz.