Feliz la gente que no inclina su frente al poderoso, ni traiciona al compañero de trabajo, ni renuncia a la lucha del presente
(Juan A. Espinosa).- Ante esta gran crisis de valores que padecemos, en este salmo, con un ritmo profundo y penetrante, se nos proponen caminos inesperados para ser felices. En nuestra sociedad se imponen otros caminos: Escalar, aun sobre la mentira y la corrupción, los puestos más altos; instalarnos convenientemente, aunque para ello tengamos que renunciar a toda justa inquietud, arrastrarnos por el suelo buscando una mirada complaciente de los de arriba.
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