Benedicto XVI, no por casualidad, ha vinculado ambas celebraciones: la del Año de la Fe con la de la inauguración del gran Concilio
(Jorge Costadoat, sj, en RyL).- La Iglesia Católica celebra el Año de la Fe. Invita a los católicos a que cada uno, de acuerdo a su realidad y a su nivel, crezca en conciencia de la importancia de Jesucristo para ellos y para el mundo. Cabe entonces preguntarse; ¿cómo pueden las universidades católicas contribuir con lo suyo? Ellas son sujetos colectivos de fe; ¿tienen algo específico que aportar? ¿Pueden ser «creíbles» en una sociedad secular como la nuestra?
A nuestro juicio, es el Concilio Vaticano (1962-1965) el que da a las universidades católicas las orientaciones necesarias que facilitar a la Iglesia creer a esta altura de la historia y de la cultura. ¿Qué ocurriría si las universidades católicas celebraran el Año de la Fe como un evento que solo atañe a la piedad de sus integrantes? Dejarían de cumplir su misión. Por de pronto, no ayudarían a superar la brecha entre «fe y cultura» detectada por Pablo VI como el drama de nuestro tiempo (1975). Benedicto XVI, no por casualidad, ha vinculado ambas celebraciones: la del Año de la Fe con la de la inauguración del gran Concilio (2012).
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