Aunque decidan abortar, debes acompañar a las personas. Una vez que lo deciden y pasan un punto de no retorno, no hay que decirles que no lo hagan
El jesuita Juan Masiá Clavel defendió ayer en el Club FARO que «la pastoral es mucho más amplia que la moral», y que por ello los sacerdotes católicos deben estar con quienes toman una decisión tan grave como la de abortar. «Aunque decidan abortar, debes acompañar a las personas -señaló-. Una vez que lo deciden y pasan un punto de no retorno, no hay que decirles que no lo hagan, eso solo aumentaría su culpabilidad». Lo cuenta Rafa López en Faro de Vigo.
Masiá Clavel, que basó su alocución en ejemplos de la vida real, aludió a un caso conocido por él de una chica de 15 años que se había quedado embarazada de su hermano, de 16. La familia decidió en primera instancia que continuase el embarazo e inscribir al bebé como un hermano más, pero luego cambiaron de opinión y decidieron abortar. «Vas a estar con ellos ahora y después -explicó el jesuita-. Aunque les dijeras que se puede hacer ese aborto, no les arreglarías nada, porque nada les resuelve la angustia. Si estás convencido de que no tienes las soluciones, entonces sí acompañas y consuelas», indicó.
El teólogo nacido en Murcia, que habló sobre «Bioética, sexualidad y creencias en los nuevos tiempos», es catedrático de Bioética en la Universidad Católica de Santo Tomás de Osaka, en Japón. Fue presentado por José Manuel Vidal, director del portal de internet Religión Digital y coeditor de «Cuidar la vida» (RD/Herder), el último libro de Masiá Clavel. El teólogo Andrés Torres Queiruga no pudo presentar la conferencia, como se había anunciado, debido a un imprevisto, pero Vidal leyó el texto que había preparado para la presentación.
Masiá Clavel abogó por una «moral de brújula«: «te señala el norte, pero eres tú el que tienes que caminar y dar un rodeo si te encuentras con un obstáculo, no te evita pensar». Invitó a abandonar la «ética del semáforo», la que se limita a decir «esto sí y esto no». «Que la persona tome la decisión; la acompañas, y si toma la decisión que no te gusta, la sigues acompañando», defendió.
«Los menos indicados para tratar la sexualidad somos los religiosos célibes«, afirmó el conferenciante, que rehuyó el dogmatismo: «Mi papel en clase de Ética no es adoctrinar, sino ayudar a pensar; y en la consulta acompaño a las personas en procesos de toma de decisión -precisó-. De esos lugares han salido las reflexiones del libro. Hay necesidad de aclarar confusiones y evitar malentendidos».
El experto en Bioética, que lleva más de veinticinco años viviendo en Japón, recomendó una vía media entre los extremos, y puso como ejemplo un debate celebrado entre alumnos de intercambio norteamericano-japonés en Tokio sobre legislaciones relativas al comienzo de la vida. Los participantes, de diversas procedencias políticas y religiosas, lograron aprobar un decálogo con proposiciones asumibles por ambas partes, los que en principio se habían declarado «pro vida» («pro-life») y los que se definían como «pro elección» («pro-choice»), como afirmar que el aborto no es deseable ni aconsejable, unir fuerzas para desarraigar las causas sociales del aborto y rechazar las propias etiquetas de «pro vida» y «pro elección».
Eutanasia
Para hablar de la eutanasia citó el célebre caso de la joven italiana Eluana Englaro, que entró en estado vegetativo en 1992, tras un accidente de tráfico, y falleció en 2009 en medio de un arduo debate político y religioso. «El padre había pedido -explicó Masiá- que se dejaran de hacer cosas extraordinarias y dejar que llegase el final. El Vaticano y Berlusconi dijeron lo mismo al respecto», apuntó. El jesuita opinó que, en este caso, «se puede desconectar y se puede no desconectar. Ambas respuestas valen. Si desconectas porque no das valor a esa vida, entonces no. Pero el padre daba valor a esa vida y pensaba que esa era la forma de respetarla».
Aludió al documento «Dignitas personae», del papa Pío XII, contrario a la inseminación artificial, como un ejemplo de que «muchas veces estamos de acuerdo con las premisas y los criterios de los obispos, pero no con sus conclusiones».
Mujeres violadas
Otro de los casos expuestos por Juan Masiá Clavel fue el de las mujeres violadas durante la guerra en la antigua Yugoslavia. Al llegar a los campos de refugiados, tuvieron a su disposición píldoras del día siguiente, que el catedrático de Bioética encuadró en los métodos de «contracepción de urgencia».
«El responsable de Bioética del Vaticano dijo que le dolía mucho lo de las mujeres, pero que la vida es sagrada -recordó-«. Dos periódicos españoles de línea opuesta expresaron su opinión, contraria o favorable al Vaticano. «¿Qué datos había? ¿Quién había dicho que eso era aborto? -se preguntó Masiá- Hablamos de contracepción, no de aborto».
Masiá Clavel subrayó que existe un «problema de biología y de filosofía», y que los seres vivos «no nacen y crecen de forma mecánica, no es un interruptor que se enciende, ni el seno materno es un mero recipiente de una semilla». Atribuyó a ese desconocimiento de la biología que se confunda la llamada píldora del día después con la píldora abortiva RU-486, y «que se piense, erróneamente, que el DIU es abortivo».
Torres Queiruga
La presentación del teólogo gallego Andrés Torres Queiruga, ausente por un imprevisto, elogió el «talante elegante y mesurado, tan necesario hoy«, de Masiá Clavel, quien -dejó escrito- «contribuye a la aproximación Oriente-Occidente», abandona «extremismos estériles» y «se expone a los tiros de ambos lados». «Aporta una lectura actual y absolutamente evangélica de los debates bioéticos», destacó.