Ambos son muy distintos, en el fondo y en las formas. Pero ambos están unidos por un bien mayor: la purificación de la Iglesia romana
(Jesús Bastante).- Benedicto XVI está de nuevo en el Vaticano. Como anunciamos, Francisco estaba allí, esperándole. «Bienvenido», le dijo, y ambos rezaron juntos. No será la última vez en la que se encuentren los dos pontífices, el actual y el emérito. Por primera vez en la historia, dos Papas cohabitarán en el Vaticano. Y, por primera vez, ninguno de ellos viviendo en el Palacio Apostólico. El emérito, en el monasterio Mater Ecclesiae. El actual, en la Casa Santa Marta. Todo un símbolo. Uno más.
Nadie duda, el primero el propio Francisco, que sin la histórica renuncia nada de lo que ha sucedido, ni de lo que puede suceder, sería posible. Y Bergoglio quiere tener cerca a Ratzinger, el tiempo que sea posible. Porque a nadie se le escapa que Benedicto XVI está enfermo. Pero aún así, será un gran apoyo para la reforma que auspicia Francisco, y que se basa en el ejemplo del Papa emérito y en la necesidad de que el auténtico poder sea el servicio.
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