Sobre todo, la impresionante "procesión de las antorchas", que todas las noches congrega a miles de personas, que rezan el Rosario en silencio y alumbrando la noche pirenaica
(Jesús Bastante).- Arranca el mes de mayo, el mes de María. El de las comuniones y las peregrinaciones. Entre ellas, una de las más conocidas, al santuario de Lourdes, enclavado en el Pirineo francés y que cada año recibe 6 millones de visitas. La gruta descubierta por Bernardette es hoy uno de los epicentros de la fe, y un lugar al que se puede llegar de muchas maneras. La más original, sin duda, es la propuesta «AVE María«.
¿Por qué AVE María? Por varias razones. La más obvia, el camino hacia la Virgen, que realizan enfermos y devotos de todo el mundo. Pero la que radica esta propuesta, cercana, familiar y muy asequible (por 285 euros, un fin de semana con todo incluido) es la unión de tres grandes empresas: RENFE y Alosa (en la parte de transporte), VIAJES EL CORTE INGLES/TRAVELPLAN/IBERRAIL (entre los touroperadores) y MUCHO VIAJE. ¿El nombre? «AVE-María» viene del modo de viajar. En el tren de alta velocidad, desde Madrid (con extensiones en Sevilla, Córdoba, Barcelona o Zaragoza) hasta Huesca, y en autobús de lujo, los buses «MARÍA», recorriendo el Pirineo aragonés hasta cruzar la frontera. En apenas cinco horas, llegada al destino soñado.
Llegar a Lourdes es adentrarse en las fuentes de la fe. Con tres basílicas -la originaria gruta y la basílica de la Inmaculada Concepción, donde se ofrecen misas a todas horas, en distintos idiomas y ritos, incluido el utilizado por los lefebvrianos; la basílica del Rosario, bajo la cripta; y la Basílica de San Pío X o subterránea, un magnífico complejo con capacidad para 25.000 personas y rodeada de un Via Crucis con 15 etapas, incluida la Resurrección, y con padrenuestros en todos los idiomas del mundo-, Lourdes ofrece varios espectáculos impagables: la oración ante la gruta donde la Virgen se apareció a Bernardette; los chorros de agua que manan constantemente; y, sobre todo, la impresionante «procesión de las antorchas», que todas las noches congrega a miles de personas, que rezan el Rosario en silencio y alumbrando la noche pirenaica.
Pero Lourdes es mucho más que el santuario. Una ciudad pequeña, con numerosos complejos hoteleros, un maravilloso chateaux medieval donde podemos encontrar buena parte de la historia de Francia, y rutas para amantes de la naturaleza y el treeeking.
Historia del santuario
En el año 1858, la localidad de Lourdes era una muy pequeña aldea con casas humildes, como así también sus habitantes, que en un ochenta por ciento eran analfabetos.
Esta comarca, apenas conocida en Francia en ese momento, se encuentra en el inicio del sistema montañoso de los Pirineos y tiene hacia el oeste un promontorio rocoso conocido con el nombre de Massabielle (Rocas Viejas). Al pie de éste corre el río Gave que se forma con las aguas que descienden de las montañas. A un lado de los muros de rocas seminegruzcas la naturaleza abrió una pronunciada gruta de 3 metros y medio de ancha por 3 metro y medio de alta.
Esta gruta era un lugar solitario con un suelo árido y seco en el cual crecían rosales silvestres, que eran las flores de la zona. Aquí fue donde, según el testimonio de Bernadette Soubirous, se produjo una de las apariciones marianas más conocidas de la Historia, en el año 1858. Hoy junto a esa Gruta de las Revelaciones se alza un santuario y un lugar de peregrinación. La Gruta y la Basílica de la Inmaculada Concepción (construida por Monseñor Laurence, obispo que acogió las revelaciones privadas a santa Bernadette Soubirous), constituyen el santuario original. Posteriormente, todo el conjunto de templos y edificios que tienen como centro la Gruta mencionada recibieron el nombre de Santuario de Nuestra Señora de Lourdes.
El santuario de Lourdes junto con los santuarios de Torreciudad, Montserrat y El Pilar conforman la Ruta mariana (itinerario guiado por la espiritualidad y devoción mariana, poseedor de una gran riqueza turística, patrimonial, rural, gastronómica y natural.