Buenafuente es ante todo uno de esos espacios privilegiados, «epifánicos» llaman los expertos, que necesitamos los hombres para reavivar y difundir el encuentro con Dios
(El Digital).- El cardenal Antonio Cañizares, exarzobispo primado de Toledo y en la actualidad prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, ha escrito un artículo en el diario La Razón en el que se refiere a un extraordinario y apartado sitio de Castilla-La Mancha como uno de los lugares más apropiados para encontrarse con Dios, el monasterio cisterciense de Santa María de Buanafuente del Sistal, en el término municipal de Olmeda de Cobeta, en la comarca alcarreña del Señorío de Molina.
El de Buenafuente es un antiguo monasterio de la Común Observancia, femenino, que mantiene en activo con una comunidad poco numerosa de monjas que alcanzan edades muy avanzadas. Tras muchos años de letargo revivió a partir del año 1971 gracias al impulso y entusiasmo del nuevo capellán Ángel Moreno y gracias a algunas ayudas que vinieron del exterior. Es un centro renovado de espiritualidad. La arquitectura del edificio es cisterciense, muy sobria. El conjunto está rodeado de árboles y vegetación, un paisaje propio del Alto Tajo. En su entorno se han ido construyendo una serie de casas de espiritualidad y recogimiento y de ayuda al necesitado.
El cardenal Cañizares recuerda lo que escribía hace unos años: «Corría el mes de septiembre de 1978. Con un grupo de la parroquia donde trabajaba en Madrid, vine por primera vez a este lugar. Y quedé prendido, porque es un lugar santo, un lugar de encuentro con Dios, un lugar de soledad sonora, un lugar donde uno se recrea en la presencia de Dios, que todo lo llena». Y continuaba más adelante: «Contemplar ese Cristo románico de Buenafuente, Cristo glorioso, Cristo llagado, Cristo cercano. Aquí sólo Él. Todo es pobreza. Pobreza en paisajes. Pobreza en número de gentes, pero riqueza de la presencia de Dios en todo, riqueza de la austeridad de Él, sólo Dios».
Cañizares vuelve a la actualidad escribiendo que «hoy, en este Año de la Fe, año de Dios del 2013, sigo afirmando lo mismo que acabo de expresar, pero, si cabe, con mayor intensidad aún. Buenafuente es ante todo uno de esos espacios privilegiados, «epifánicos» llaman los expertos, que necesitamos los hombres para reavivar y difundir el encuentro con Dios, para contemplar su rostro en el rostro humano de Cristo, desfigurado y ultrajado, en su cuerpo muy llagado, unidos con la Iglesia -su cuerpo vivo hoy- y postrarnos en adoración ante Él, en una oración sosegada, en un trato de amistad con quien sabemos que nos ama y de cuyo amor nada ni nadie nos puede separar». Buenafuente es, a su juicio, uno de esos lugares que necesitamos «para hablar a Dios, conocerle, conocer su don, y, así, hablar de Dios a un mundo que muere sin Él, y sin hablarle a Él, que es, sin embargo, el Amigo del hombre y lo quiere de verdad».
Y concluye, tras diversas y profundas reflexiones espirituales, exhortando a sus lectores: «Acercaos, pues, venid a este lugarejo de Buenafuente, y veréis la dulzura del encuentro con Dios, nuestro Señor. Como Andrés y Juan, no olvidaréis los detalles, ni siquiera la hora en que comenzó el inolvidable encuentro, que llena de luz y esperanza, como a aquellos otros caminantes, en retirada, de Emaús». Amén.