Creo que el europeo, o el hombre blanco en general, no está preparado aún mentalmente para recibir el mensaje evangélico de manos de la raza negra
(Jesús Bastante).- Cyprien Melibi es un sacerdote y teólogo camerunés. Viene a presentarnos las Jornadas de Celebración de los Santos Mártires de Uganda organizadas para el día 1 de junio, que se realizarán en la casa de los misioneros combonianos (la sede de Mundo Negro: Arturo Soria, 101).
Cyprien tiene una extensa experiencia pastoral, y además está haciendo su tesis sobre el teólogo de la liberación africano Jean Marc Elá. Sin embargo, confiesa que se ha sentido dolido porque «a los sacerdotes extranjeros en España nos tratan como inferiores y nos menosprecian. A pesar de que muchas veces tenemos más experiencia que ellos, cuando nos mandan a una parroquia el párroco nos recibe como a un monaguillo», cuenta.
Dice que al Papa Francisco le haría la misma pregunta que Juan el Bautista le mandó hacer a Jesús: «¿Eres aquél que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?«; y opina que «la crisis de vocaciones de Europa no se va a solucionar trayendo sacerdotes de África o Asia».
Por último, explica por qué rechaza esta idea de que los religiosos africanos puedan ser la salvación de la vieja Europa: «Creo que el europeo, o el hombre blanco en general, no está preparado aún mentalmente para recibir el mensaje evangélico de manos de la raza negra, que históricamente ha sido considerada inferior».
¿Hace cuánto te ordenaste sacerdote?
Hace 13 años. Me ordené el día de la Inmaculada Concepción del año 2000.
¿Quiénes fueron esos mártires?
La idea de celebrar una jornada por los santos mártires de Uganda surgió en el ámbito de los estudiantes para sacerdote, o para religioso y religiosa aquí en Madrid. Viviendo aquí en España una de las cosas que llama la atención es la devoción de los españoles hacia las figuras de los santos de la Iglesia. Entonces, nosotros queremos hacer presente nuestra vida eclesial a través de la figura de unos muchachos que sufrieron el martirio al final del siglo XIX.
Eran unos indígenas que habían recibido la catequesis de los padres blancos, los misioneros de África, y que vivían en la zona este bajo tutela de un rey tradicional, al que no le gustaba el tema del cristianismo. Entonces prohibió que los muchachos de catequizaran. Pero los chicos iban siempre a ver a los padres porque querían recibir la primera comunión y el bautismo, hasta que llegó el momento en que el monarca se enfadó y les quemó. Quemó su pueblo, sus casas… El Papa Pablo VI los canonizó en 1964 (en pleno Concilio). El año que viene va a hacer 50 desde este evento. Son en total 22 mártires.
¿Qué le sugiere a África el Papa Francisco?
Bueno, éste es uno de los temas principales que se van a debatir en las jornadas: la nueva primavera, si podemos llamarla así. Como teólogo y como cristiano africano, la preocupación que tengo ahora sobre todo lo que se habla sobre el nuevo Papa y sobre los primeros signos que está haciendo lo puedo expresar con una alegoría sobre Juan Bautista: Juan Bautista estaba en la cárcel y escuchó hablar de Jesús. Entonces mandó a sus discípulos a preguntarle a Jesús «¿Eres aquél que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?». Ésa es la pregunta que yo le haría al Papa Francisco. Estaremos atentos.
Si hay un continente que ha sufrido en la historia, es África. Sólo en los últimos cinco siglos hemos vivido el drama de la esclavitud negra, luego el drama de la colonización, y ahora el drama de la poscolonización.
En África siempre miramos a la Iglesia Católica como algo que nos puede dar liberación, porque es lo que llevamos esperando mucho tiempo.
¿Deben la Iglesia y la vieja Europa dejar de entender su diálogo con África como una conversación de padre a niño, o de hermano mayor a hermano menor? ¿Debemos dejar de tratar a África como un granero, para empezar a tratarla como un igual?
Bueno, yo he dejado de creer en una vieja Europa que pueda cambiar de un día para otro su forma de pensar respecto a África. Europa nos ha explotado y sigue explotándonos. Por eso no creo en eso. Para mí son fábulas. Lo que creo es que nosotros los africanos podemos luchar, no a nivel de guerras, sino de competitividad: estudiando carreras, consiguiendo nuestra libertad… Eso pasó con las independencias políticas. Nos hemos creído que fueron las potencias europeas las que dijeron: «Bueno, ahora vamos a darle la independencia a África». Pero eso no ocurrió. Por eso creo que el cristianismo puede ser una herramienta para ayudar al africano a sentirse persona con la energía interna de Cristo, para seguir luchando por su liberación en todos los niveles de la vida humana.
¿Qué puede aportar África a la Iglesia?
Un recuerdo que guardo del Papa Benedicto XVI es que cuando viajó a Benín contempló a África como el nuevo pulmón de la Iglesia. Sabemos el papel que juega el pulmón en un organismo humano. Podemos decir que el catolicismo del siglo XXI puede y va a respirar por medio de África. Por eso hay que evitar que este pulmón esté enfermo. La Iglesia Católica en África tiene que trabajar en esta dirección. Sabemos que ahora el dinamismo y la vitalidad de la Iglesia están en su mayor parte en África, porque es una Iglesia todavía joven en la que la gente cree de manera sencilla. El hombre y la mujer africanos viven su fe a flor de piel.
Llegaste a España en 2009. ¿Cómo es la vida de un sacerdote africano en un país como éste?
En general venimos aquí porque nos manda nuestro obispo para hacer una especialización en carreras eclesiásticas: teología, derecho canónico, filosofía, ciencias religiosas… Entonces, venimos con un objetivo preciso: un proyecto de estudios, y a veces también un proyecto pastoral que nos encarga la diócesis. Aquí solemos colaborar en la pastoral de las diócesis. Pero en general los sacerdotes africanos no quieren quedarse aquí en España. Queremos volver, porque muchos somos conscientes de que hay que volver a trabajar.
¿Crees que continúa la dinámica de «importación» de vocaciones africanas o asiáticas, ahora que en Europa hay cada vez menos?
Sí. El modelo consiste en traer vocaciones de fuera para que echen una mano aquí, pero la crisis de vocaciones de Europa no se va a solucionar así. Hay que repensar muchas cosas en este continente. Yo no soy partidario de esa idea de que, como vosotros nos habéis evangelizado, ahora nosotros tenemos que venir aquí, etc. Creo que el europeo, o el hombre blanco en general, no está preparado aún mentalmente para recibir el mensaje evangélico de manos de la raza negra, una raza que históricamente se ha considerado inferior. Entonces, no veo esa solución como positiva, y he llegado a la conclusión de que hay que buscar otras formas de Iglesia.
Lo que a nosotros nos gustaría es poder acercarnos a la Iglesia europea como Iglesia hermana, y no desde una posición inferior. Eso dificulta la relación.
¿Has experimentado durante estos años esa sensación?
Sí, por supuesto. Soy un sacerdote que ha venido de África a integrarse aquí, pero siempre he recibido las miradas que se le hacen a un extranjero, como si yo no entendiera nada de lo vuestro. Lo que duele es que te traten como inferior, aunque tengas experiencia pastoral. A veces colaboro con párrocos que no tienen experiencia, mientras que yo he sido párroco de una catedral durante 9 años. Pero al llegar te sientes menospreciado. Nos tratan como si viniéramos aquí a formarnos como sacerdotes. Pero sacerdotes ya somos, lo que venimos es a especializarnos en una disciplina, para luego volver a trabajar allí. Pero muchos compañeros de aquí no lo entienden. Nos mandan a colaborar en una parroquia, y el párroco nos recibe como a un monaguillo. Eso molesta.
La figura del sacerdote todavía es una figura socialmente relevante en África. En un pueblo el alcalde o el gobernador hacen caso a lo que dice el sacerdote.
¿Son abiertas las jornadas que vais a celebrar?
Sí. Los africanos nos sentimos muy a gusto en la casa de los padres combonianos, y todos los que quieran escuchar lo que los africanos pensamos del Papa, o rezar al Papa con nosotros, pueden venir a rendir honor a nuestros santos mártires. Será de 10 de la mañana a 6 de la tarde, hablarán misioneros de Chad, Angola, Burkina Faso… Y también habrá un cine-fórum sobre la vida de los mártires. La presentaremos para debatir.
Estás haciendo tu tesis doctoral sobre uno de los mártires, que es de los pocos teólogos de la liberación reconocidos en África
Sí. Estoy trabajando en mi proyecto doctoral de teología social sobre la figura de Jean Marc Elá, que era un sacerdote diocesano que se vinculó mucho a la Teología de la Liberación «versión africana». Tiene muchos títulos llamativos, como «El grito del hombre africano», «Repensar la teología africano», o «Fe y liberación en África». Ése es el proyecto de estudios que quiero llevar a cabo, y que en buena medida está todavía arrancando. Tengo previsto un viaje a Canadá a finales de junio, para investigar en Vancouver, el lugar donde murió. Murió allí en el exilio político, porque sus denuncias no les gustaban a las autoridades de nuestro país. Así que allí trabajaré con la gente que le conoció en sus últimos años de vida.
Él hablaba mucho de la «teología del árbol», o la «teología de abajo». Siempre tenía la preocupación de que el pensamiento sagrado, que es el pensamiento teológico, no tiene que venir de arriba sino de abajo. En África los grandes árboles son los lugares donde se cuentan cosas, bajo su sombra, porque nuestra tradición es oral. Así se transmite la historia y la sabiduría. Cuando llegas a un pueblo no hay ningún escrito, pero todo el mundo sabe cuáles son los límites del terreno, quién es el hijo de quién… Todo esto se transmite bajo los árboles. Por eso Jean Marc Elá inventó el concepto de teología bajo el árbol.
Otros titulares
-«¿Eres aquél que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?». Ésa es la pregunta que yo le haría al Papa Francisco
-Si hay un continente que ha sufrido en la historia, es África
-He dejado de creer en una vieja Europa que pueda cambiar de un día para otro su forma de pensar respecto a África
-Nos hemos creído que fueron las potencias europeas las que dijeron: «Bueno, ahora vamos a darle la independencia a África». Pero eso no ocurrió
-El catolicismo del siglo XXI puede y va a respirar por medio de África
-Muchos de los africanos que estamos en España queremos volver, porque muchos somos conscientes de que hay que trabajar en nuestros países
-La crisis de vocaciones de Europa no se va a solucionar trayendo sacerdotes de África o Asia
-Creo que el europeo, o el hombre blanco en general, no está preparado aún mentalmente para recibir el mensaje evangélico de manos de la raza negra
-Aunque tenemos mucha experiencia pastoral, a los sacerdotes extranjeros en España nos tratan como inferiores y nos menosprecian
-A pesar de nuestra experiencia pastoral, cuando mandan a un sacerdote africano a una parroquia española, el párroco nos recibe como a un monaguillo