El Evangelio que transmiten los gestos de Francisco lo percibimos todos, y aunque seamos pocos, estamos convencidos
(Irene López Alonso, Roma).- «Juan XXIII abrió las ventanas, y Francisco está abriendo las puertas de la Iglesia«, dijo ayer por la tarde José Manuel Vidal, que presentaba su libro, «Francisco, el nuevo Juan XXIII» (RD-Desclée), coescrito con Jesús Bastante en la Curia General de los Jesuitas en Roma.
Apenas a un paseo de la Plaza de San Pedro del Vaticano, el director de Religión Digital estaba acompañado por el Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, que contaba a los presentes sus viajes en autobús por Buenos Aires con el entonces cardenal Bergoglio, que siempre cortésmente le pagaba el pasaje. «Sus gestos son una encíclica«, afirmaba el Padre Ángel García, acompañado de una anciana argentina que hoy saludará al Papa en su audiencia general.
Amalia, que pertenece a uno de los hogares que Mensajeros de la Paz tiene en Buenos Aires, expresaba su emoción por un Papa al que muchos porteños han visto pasear por los barrios de la capital argentina: «Saludar al Papa para mí es como tocar de cerca a Dios«, confesaba, mientras otra de las representantes de Mensajeros de la Paz- Argentina, Paula Lemos, aseguraba que en su país lo sienten cercano, «como uno de los nuestros».
Vidal explicaba la apuesta que supuso para sus autores titular al libro «Papa Francisco, el nuevo Juan XXIII»: «Ahora es muy fácil compararle con el Papa Roncalli, pero a escasos días de su elección, no estaba tan clara su capacidad de renovación y si iba a ser cierto el cambio de aires que intuíamos». Sin embargo, ahora sus gestos le avalan, así como la voz de la calle y de los medios de comunicación. «Es muy difícil que coincidan la opinión pública y la opinión publicada«, opinaba Vidal, «pero es que a este Papa se les hace difícil atacarle incluso a los medios tradicionalmente reacios a la Iglesia».
El prior general de los agustinos, Miguel Miró, también presente en la sala, confesó que para su congregación el Papa Francisco es un ejemplo de liderazgo: «A veces hacemos discursos muy elevados y no llegamos al corazón, pero la Iglesia que estaba cansada y malparada está saliendo ahora a flote a través de un hombre bueno y sencillo».
También oyente de la ponencia, el hermano José Luis, que fue enfermero de Juan Pablo II y lleva 16 años a cargo de la ambulancia que atiende durante las audiencias generales, valoró las «claves de presente y de futuro» que aporta el libro de Vidal y Bastante: «Ya era hora de que se escribiera la realidad del Vaticano, y no sólo fantasías«.
El sacerdote Julio Millán, presidente de Mensajeros de la Paz-Edad Dorada de Andalucía, opinó que «hasta ahora hemos tenido muchos gerentes y ejecutivos pero pocos pastores», y confesó que las palabras del Papa Francisco le han devuelto la ilusión: «En la Iglesia deberíamos acostumbrarnos a esto». Y aunque la posible decepción tras tantas expectativas es una posibilidad que todavía está presente como horizonte, predomina el optimismo: «Esperamos que las esperanzas sean confirmadas«, dijo Antonio Pelayo, consejero religioso de la Embajada de España ante la Santa Sede.
Y Vidal confesó que, dentro de toda la esperanza generada por el nuevo Papa, se conformaría con lo mínimo: que desaparezca el miedo de la Iglesia. «No podemos seguir temiendo ni a nuestros pastores, ni a nuestros hermanos, ni a nuestros superiores ni a nuestros inferiores«, afirmó. «El Evangelio que transmiten los gestos de Francisco lo percibimos todos, y aunque seamos pocos, estamos convencidos».