(Javier Morán, Nueva España).- Entre lo mucho que se ha dicho o se va diciendo del Papa Francisco señalamos lo siguiente: que es un Pontífice con «serendipia», concepto en el que se mezcla, por una parte, lo inesperado y sorprendente y, a la vez, lo que surge de modo afortunado. En lenguaje castizo sería algo hallado por pura chiripa.
En sentido estricto, la «serendipia», según los americanos, es lo que le pasa a un científico que va buscando algo y descubre otra cosa. Se le atribuye a Albert Einstein el haber descrito con ese término algunas de sus grandes aportaciones a la ciencia y, en lo que nos pilla más de cerca, sería también lo que le sucedió a Cervantes, cuyo «Quijote» nacía como una crítica despiadada de la literatura caballeresca y acabó siendo una monumental novela sobre la condición humana.
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