Resulta atractiva tanto por la historia que cuenta como por el valor del testimonio que trasmite
(Peio Sánchez).- El cine de la guerra civil sigue mostrando una herida abierta. No es fácil una mirada serena ante el conjunto de conflictos que se superpusieron generando una marea de dolor prolongada en la dictadura. Las películas más recientes se abren a nuevas perspectivas y pretenden matizar planteamientos ideológicamente simplistas o maniqueos.
«Un Dios prohibido» se encuentra dentro de estas películas. Primordialmente no trata sobre la guerra del 36, sino sobre el martirio de un grupos de jóvenes seminaristas, que ajenos a los conflictos políticos, deciden vivir en coherencia a su fe y al Evangelio. El guion, siguiendo una numerosa y cuidada documentación histórica, huye de un planteamiento de buenos y malos, centrándose en profundizar en las motivaciones religiosas del grupo de 51 claretianos que fueron fusilados en Barbastro.
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