Apelo al derecho y a la razón, y ruego a Dios que el ejemplo de los ciudadanos remueva las conciencias de los que tienen la obligación y el poder de acabar con tantas situaciones de necesidad en España
(Padre Ángel).- Escribo estas líneas con el corazón conmovido y desde la más profunda admiración ante la generosidad, la solidaridad y la humanidad de la gente. En una semana, en la Plaza de España de Madrid he visto más entrega que en muchas páginas de las vidas de los santos, y más solidaridad que en la orla de los Premios Nobel de la Paz. Y es más: en las manos y en los ojos de los que se acercaban a donar, kilo a kilo, alimentos que quizá en su mesa no sobraban, he visto a Dios.
He sido testigo de gestos que no olvidaré jamás: el del niño que habia roto su hucha para comprar alimentos y donarlos, y el de aquella anciana en silla de ruedas llevando en el halda un montón de paquetes de legumbres.
He tenido el honor de conocer a una pareja de recién casados que nos donaban el arroz que no quisieron que les tiraran a la puerta de la iglesia; en ellos, y como si de una profecía se tratase recordé las palabras del Papa -el nuevo San Francisco- pronunciadas un par de días antes: «quien tira la comida, es como si robara de la mesa del pobre». En ellos, y en tantos cientos de miles de ciudadanos corrientes, sencillos y a la vez soberanos, he visto hecha carne las palabras del Evangelio «lo que hagáis a uno de estos, a Mí me lo hacéis»….
He podido estrechar las manos de más de 200 voluntarios, algunos espontáneos, porque pasaban por allí y se quedaban todo el día; con frío al principio y calor al final, empalmando un turno con otro sin perder la sonrisa, ni la fuerza.
Mientras todo eso ocurría, desde la tribuna de invitados presencié con vergüenza como el Parlamento posponía seis meses las tan necesarias medidas contra la pobreza. No daba crédito. Me parecía que estaban refiriéndose a otro país. Pero -tristemente- era este: la España de hoy donde tanta y tanta gente vive en la pobreza.
¿Qué creen sus señorías? ¿qué se creen? (retiro el tratamiento de señoría, porque no lo merecen). ¿Imaginan que el hambre se va a ir de vacaciones?, ¿piensan acaso que las necesidades de los ciudadanos van a disiparse solas, como si se tratara de un mal sueño?. Y hablando de sueño, me pregunto si lo podrán conciliar aquellos que han sido arte y parte -por obra u omisión- de esta terrible situación que atraviesan tantas familias en nuestro país.
Apelo al derecho y a la razón, y ruego a Dios que el ejemplo de los ciudadanos remueva las conciencias de los que tienen la obligación y el poder de acabar con tantas situaciones de necesidad en España. Y también le pido al Señor que no se le olvide lo que ante Él juraron, para que les demande lo que les tenga que demandar.
En sólo siete días hemos reunido más de 277 toneladas de alimentos. Hemos logrado un Record Guinness, aunque eso es lo de menos. Lo que de verdad importa es que con ello Mensajeros de la Paz va a poder ayudar a miles de familias, y decirles que no todos les dan la espalda porque muchos españoles están plantando cara a la pobreza. Y a quien haga falta.