Porque sólo con un contacto personal y frecuente con los rostros de las víctimas, sólo con una caída del caballo como la de san Pablo, podrá tener alguna solución nuestra crisis de humanidad
(José Ignacio G. Faus, Actualidad Bibliográfica 99).- Lo menos que cabría pedir tras las presentaciones anteriores es que nuestro Presidente y su gobierno dejen de repetir sonoramente (como «El americano impasible» de Graham Greene), que están haciendo exactamente lo que tienen que hacer, que no hay otra política económica posible y que sus medidas nos llevarán pronto a un mañana mejor (parecido al de aquel verso sublime de Lope de Vega: «siempre mañana y nunca mañanamos«). Cuando son tan claras las diferencias, la más elemental sensatez y honradez política habrían pedido dialogar con todos y buscar entre todos la solución tratando de aportar todos, de ceder todos y sobre de todo, de repartir equitativamente las cargas entre todos, en lugar de presentarse como «la única verdadera iglesia».
Es decir: si vimos decir a Krugman que lo que hay que hacer, a nivel económico, es lo contrario de lo que se ha hecho, cabe añadir que (aunque eso no fuese cierto a nivel económico) es muy cierto en el plano político.
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