Basta mirar las palabras, gestos y actuaciones de estos días de Francisco para confirmar que Bergoglio y Castellanos comparten, en el fondo y en la forma, la misma línea
(J. Bastante).- Un manifiesto clave para entender la «primavera» que auspicia el Papa Francisco. Escrito con anterioridad, pero con la frescura de los profetas, inspirado por el mismo espíritu que eligió a Bergoglio hace ahora algo más de cien días. El libro que está inspirando al Papa. Hablamos de «Resistencia, profecía y utopía en la Iglesia hoy» (RD-Herder), escrito por el obispo-misionero Nicolás Castellanos.
«Nos ronda una pregunta clave -afirma Castellanos en un capítulo memorable- ¿cómo hacer creíble el Evangelio, el Reino de Dios, en la Iglesia de hoy, en el marco de una sociedad plural, compleja, diferente, pluricultural y plurirreligiosa, de cambios vertiginosos? ¿Cómo llegar a esa novedad que promete el Espíritu Santo?». Las respuestas que ofrece el prelado palentino-boliviano parecen escritas para Bergoglio, quien recibió un ejemplar del libro meses antes del Cónclave que lo eligió como Papa.
Éstas son algunas de las «propuestas para que el Evangelio tenga sabor en el siglo XXI»:
1.- Se requiere innovación, reformas y cambios de estructuras desde la fidelidad y creatividad, según aquel aforismo de inspiración agustiniana, asumido por el Concilio Vticano II: «Unidad en lo esencial, libertad en la duda, y en todo caridad».
2.- Empezar por suprimir todo miedo, quedarse a la intemperie (…). No queda otra que recuperar el espíritu, la letra y la mística del Concilio Vaticano II (…) Dejarse sorprender y no vivir asustados.
3.-Por imperativo, conciliar la teología de la Iglesia, Misterio y Pueblo de Dios en comunión fraterna y en misión, tiene que ser traducida en ejercicio y profecía de sinodalidad y de colegialidad.
4.- El cristianismo puede morir por asfixia si no se atreve a defendeer que su espacio natural es la sociedad civil.
5.- El continuo disenso no es buen síntoma (…). Hay que preguntarse si no hay una extralimitación de funciones de quienes se creen más propietarios que servidores de la Iglesia.
6.- La Iglesia hoy tiene el deber de mostrar, presentar, proponer pero no imponer el mensaje cristiano, la oferta gratuita de Jesús en libertad.
7.- Prescindir de todo aquello que no evangeliza ni abre camino al Reino.
8.- Buscar nuevas fórmulas y símbolos en la evangelización, nuevas propuestas de lenguajes, de diálogo y de escucha en la Iglesia.
9.- Ser una Iglesia vulnerable que, antes de condenar el pecado del mundo, reconoce su propio pecado.
10.- Tomar en serio el problema planetario de la pobreza.
11.- Hoy en día necesitamos otras pedagogías y didácticas aplicadas a otras presencias de todo el Pueblo de Dios: sucesor de Pedro, pastores, religiosas/os o laicos, para ser significativas en el contexto plural, multicultural y multirreligioso.
12.- La compasión constituye una forma radical de crítica (…). La Iglesia tiene que constituirse en un lugar de misericordia, en donde podamos recuperar el discurso olvidado de la ternura.
13.- La mujer y el hombre de hoy tienen que recuperar la alegría de vivir con lo suficiente; ni derrochar ni consumir en exceso, sin límites.
14.- Avivar la Esperanza.
15.- Me atrevo a sugerir el redescubrimiento de la parroquia como revelación y expresión trinitaria, lugar de acogida y compasión, comunión de comunidades y modelo de nueva sociedad, que se caracteriza por ser samaritana en la sociedad, experta en humanidad y alma en el barrio, en el pueblo y en la comunidad.
16.- La experiencia de la amistad dinamiza.
Basta mirar las palabras, gestos y actuaciones de estos días de Francisco para confirmar que Bergoglio y Castellanos comparten, en el fondo y en la forma, la misma línea, basada en la alegría, la custodia, la lucha contra la pobreza, la reforma y la esperanza.
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