Los Hermanos nos cuentan la apoteósica llegada de Francisco. Y que un motorista se perdió y metió al coche del Papa en una calle sin salida y sin vigilancia
(José Manuel Vidal, enviado especial a Río de Janeiro).- Diez horas y media en un avión dan mucho de sí. Cunden, cansan , pero también proporcionan la oportunidad de conocer al compañero de al lado. Y tuve la suerte de coincidir con el obispo auxiliar de Pamplona, Juan Antonio Aznárez. Sólo lo conocía de oídas. Sabia que llevaba poco tiempo de obispo («10 meses y medio») y que era del Camino Neocatecumenal.
Ahora, como es lógico sé muchas mas cosas de él y él de mí. De trato agradable y sencillo, parece un cura de pueblo. Hablamos de muchas cosas y, por encima de las diferencias de matiz, que las hay, he descubierto a un pastor, un obispo joven pero preparado, nada sectario y sumamente preocupado por hacer llegar a la gente la felicidad que proporciona el seguimiento de Jesús.
Llea iPhone e ebook. Y, en él, no sólo reza Las Horas, sino que devora la novela de ‘El señor de los anillos‘. Eso sí, en inglés, con un diccionario electónico al lado, para practicar.
Tiene claro que de Roma llegan «nuevos aires» y le encanta el papa Francisco, sin que ello signifiqué minusvalorar a Benedicto XVI ni al gran Juan Pablo II. Y va encantado a Río «a aprender».
Enamorado del Camino, de cuya mano llegó al sacerdocio, tampoco lo absolutiza y tiene claro que como obispo es y quiere ser de todos. Sumando.
En el avión repleto de peregrinos, van otros obispos camino a Río. Vicente Jiménez Zamora, el de Santander, siempre tan afable; el de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge, al que pregunto por la salud de su colega gallego monseñor Barrio. «Se está recuperando muy bien tras salir del hospital», explica. El palestino ya tiene acento gallego. «Es que ya llevo 8 años en Galicia», dice satisfecho.
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