En cinco meses nos lo han quitado todo. Mi gente es tranquila, son un pueblo con gran religiosidad. Y respondemos a tanto odio con mansedumbre
(Manos Unidas).- Monseñor Aguirre traslada a los medios de comunicación presentes en el encuentro informativo organizado esta mañana por Manos Unidas, la pregunta que se hace su pueblo: «¿por qué otra vez nosotros?» Antes el LRA (Ejército de Resistencia del Señor) y ahora esto… Los centroafricanos, esas personas por quienes el misionero comboniano alza la voz ante quien esté dispuesto a escuchar, se encuentran «entre la espada y la pared», representadas por el islamismo radical de la Seleka y la brutal violencia del LRA.
Juan José Aguirre ha desgranado una tras otra las «barbaridades» de las que está siendo víctima la población de la República Centroafricana, y más concretamente de la diócesis de Bangassou, de la que es obispo, desde que el pasado 11 de marzo la Seleka, coalición de cinco grupo de rebeldes islamistas radicales, entrara en la diócesis arrasando con todo lo que encontraron a su paso.
Desde hace meses, la diócesis ha sido sistemáticamente devastada. «El trabajo de todos estos años se ha roto en pedazos, como un vaso que se quiebra«. «En cinco meses nos lo han quitado todo. Mi gente es tranquila, son un pueblo con gran religiosidad. Y respondemos a tanto odio con mansedumbre. Así es como vamos a vivir esta situación:con mansedumbre».
Los presentes en la sala han podido contemplar en imágenes los destrozos causados por ese «ejército» vandálidco. Entre los proyectos afectados están los financiados por Manos Unidas, que siempre ha mostrado su apoyo a monseñor Aguirre y que sigue haciéndolo, a pesar de las dificultades. Los más recientes fueron la construcción y equipamiento de una maternidad rural y la reconstrucción de Unidad de Pediatría. En los últimos años se han apoyado 10 proyectos en el país.
La Seleka ha avanzado impunemente por todo el país, a excepción de la zona controlada por el LRA, encabezada por el sanguinario Josep Kony, uno de los más atroces `señores de la guerra’, que, desde hace seis años, siembra el terror en el país africano. Y en su avance, este ejército formado básicamente por mercenarios y niños de la calle, va dejando su terrible rastro de destrucción. Y sumando adeptos entre unos jóvenes que no conceden a la vida ningún valor. «Imaginaos lo que puede hacer un uniforme y un kalasnikov en manos de estos chicos». En cuatro meses, uno de ellos (monseñor muestra su foto), ha sido ascendido a comandante «por méritos de guerra».
Méritos que se traducen en vandalismo y barbarie. Para mostrar quién tiene el poder utilizan el incendio como arma de guerra. «Te quemo tu casa porque aquí soy yo el que manda». Y, con el mismo propósito atacan a las mujeres. «Ahora estamos recogiendo testimonios de mujeres violentadas en un `laboratorio de escucha’. Los presentaremos a la comunidad internacional».
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